martes, 12 de abril de 2011

PÁGINAS CULTURALES


No todo es en este mundo telebasura, telefilmes y Belén Esteban a todas las horas. Cuando menos se espera va y aparece un mirlo blanco, en forma de guía cultural ¡en Cuenca! Eso sí, su primera página está dedicada a la Semana Santa, faltaría más. Don dinero sigue imponiendo su inexorable norma y a lo mejor con el cartel anunciador los animosos muchachos que impulsan este proyecto consiguen vender unos cuantos ejemplares más. Ironías aparte, la empresa es meritoria, como un estímulo novedoso en una ciudad que lleva mucho tiempo adormilada siempre con lo mismo (las mismas quejas, los mismos sueños incumplidos, la misma vulgaridad, idéntico desánimo). Que alguien tenga la idea de poner en la calle (en los quioscos) una guía cultural circunscrita a nuestro ámbito merece recibir un apoyo generalizado. Este primer número tiene buena pinta, está bien hecho, hay un contenido suficiente, aunque ligero, para que nadie se canse mucho leyendo, ofrecen noticias, pistas, sugerencias, incluyendo una dimensión de ocio y gastronomía que no sobra. En fin, que es una agradable sorpresa, a la que deseo el mejor de los futuros y sobre todo uno, esencial en el mundo periodístico: la continuidad, la permanencia. Que la suerte les acompañe.

LA TORRE DE BABEL

No voy a ser nada original haciendo comentarios más o menos sarcásticos sobre el uso y abuso de los diferentes idiomas o lenguas autóctonas que se hablan en el territorio español. Ni siquiera diré alguna palabras que añadir a las que ya han dicho otros comentaristas (unos ilustres y otros menos) sobre la ridícula tontería protagonizada por los señores senadores del reino, obligando a utilizar traducción simultánea para satisfacer la demagógica necesidad de algunos de ellos de hablar en público en su lengua materna mientras a la hora del café o en tertulia con los periodistas utilizan, como es lógico y natural (además de más barato) el idioma común de todos nosotros. Reconozco el derecho de cada cual a hablar como le de la gana y a expresarse de la forma correcta que le parezca. Eso sí, en su propio territorio. Lo que me desconcierta es que esa tendencia se traslade a otros lugares invadiendo el idioma propio de los demás. Iré directamente al grano para no perderme en elucubraciones tan absurdas como otros. En valenciano pueden decir de manera indistinta Alicante o Alacant, según prefieran usar un idioma u otro. Es lógico que lo hagan así en el mismo Alicante y cualquiera puede comprobarlo; mejor aún, en los indicadores públicos coexisten las dos formas y que cada cual lea la que le conviene. Si eso es así y parece razonable, la pregunta es simple: por qué en Cuenca, estación del AVE, donde solo se habla castellano, el indicador escribe Alacant, en solitario. Ni siquiera han tenido la delicadeza de escribir también Alicante. Si eso ocurriera al revés, nos llamarían nacionalistas, colonizadores, abusones y no se cuántas cosas más. Aquí, ya lo ven, tan tranquilos. Igual nos acostumbramos a decir Alacant, de pánfilos que somos.