martes, 27 de marzo de 2012

CAPITAL CULTURAL VENIDA A MENOS

Varias personas, entre las que figuran algunos amigos, todos ellos bienintencionados, sin duda alguna, han puesto en circulación una especie de manifiesto, para el que piden firmas, adhesiones, correcciones, sugerencias y demás ingredientes propios del caso. El objetivo es, tras dejar constancia de la seria preocupación que nos acongoja a todos por la delicada situación de la Cultura conquense (la economía tiene la culpa, dicen unos y otros) y, para intentar remediar la situación, sugieren que los trabajadores de esa cosa (escritores, creadores, pensadores, artistas, intelectuales en general, si es que queda alguno) se ofrezcan, nos ofrezcamos, a trabajar y actuar gratis con el fin de aliegar el precario estado de las arcas públicas. No me parece mal, sobre todo teniendo en cuenta cuáles han sido los ingresos, no diré ganancias, producidas hasta ahora por esa actividad, de manera que yo (y la mayoría de nosotros) podemos renunciar perfectamente a percibir lo que nunca (o muy escasamente) hemos recibido. Hasta ahí, bien. Pero echo en falta en el texto que circula una referencia clara, explícita, concreta, rotunda (se pueden seguir incorporando expresiones) al papel que corresponde a las instituciones públicas, a los organismos oficiales. A ellos, que proclaman en cuanto hay ocasión, a los cuatro vientos, que Cuenca es la capital regional de la Cultura pertenece la obligación, moral, política y administrativa, de habilitar fondos suficientes para mantener con dignidad esa posición de la que tanto les gusta presumir. Y que en otros sitios, con menos ínfulas demagógicas, sí que mantienen. De manera que nos podemos sacrificar los de a pie, sí, pero si hay algún atisbo de esfuerzo en los de arriba. Eso es lo que pienso, sin matizar mucho. Pero podemos seguir, a ver qué piensan otros.


EL MUNDO AL REVÉS



Esta foto que hay aquí al lado es de una librería. No es una más, perdida en cualquier rincón del país o del mundo. No, está aquí, en Cuenca y lleva apenas un par de meses abierta. Sí, abierta, de nueva planta. De todas partes nos llegan noticias alarmantes sobre la disminución de librerías, el cierre de muchas que eran tradicionales. Aquí también hemos vivido no hace mucho esa experiencia, con la desaparición de Almudí, en pleno Carretería. Pues cuando en todas partes se registra un claro retroceso de esos lugares entrañables, tan queridos, tan mimados por quienes no nos conformamos con ver catálogos a través de internet, va Rubén y abre una librería en Cuenca. Un local bastante amplio, aunque no exagerado; asequible a la mirada, con los libros bien puestos, al alcance de la mano. Con una sección infantil tan acogedora que a uno le dan ganas de retroceder en el tiempo para poder sentarse en esas maravillosas sillas y mesas. El Cocodrilo se llama este local por tantos motivos envidiable y atractivo. Dice Rubén que las cosas le van bien, que la gente acude, mira, hojea e incluso compra. Merece sobrevivir en este asunto. Cuando desde el poder (todos los poderes) sólo se nos lanzan noticias pesimistas y amargas, que en Cuenca abra una librería es todo un clamor de optimismo. El mundo al revés, pero eso está muy bien.

domingo, 25 de marzo de 2012

LIBERTAD DE EXPRESIÓN



Expresión libre, llaman a la facultad natural de escribir cualquier cosa en cualquier sitio. El sistema habitual es el del graffiti, sea en forma de palabras o pinturas. Los hay muy partidarios de ese sistema, como capacidad innata en el ser humano para expresar lo que lleva dentro. Es una forma de arte, dicen. En Cuenca se practica de forma muy generosa, abundante, aunque tampoco hay que exagerar: pasa en todas partes. Como ocurre siempre, no todo el mundo está de acuerdo; los hay que se oponen, incluso furiosamente, a tales artistas de la brocha o el spray y quisieran verlos sometidos a los más duros tormentos del infierno. La ciudad se estropea, se ensucia, está guarra, dicen. Así somos, blanco o negro, bueno o malo. Quizá es cierto que, a veces, la expresión libre, sus practicantes, se pasan un poco de rosca. Por ejemplo, lo que sucede en esta imagen. Aprovechando que era el día de la mujer trabajadora (¿o de la mujer a secas?) unos espontáneos acudieron a la estatua dedicada a Pedro Mercedes en el barrio de San Antón, junto al Júcar, y la cubrieron de la forma que aquí se ve. Están en su derecho, faltaría más, las mujeres, para reivindicar todo lo que se deba reivindicar. Pero me pregunto qué culpa tenía el pobre Pedro Mercedes para verse sometido a la humillación de soporte de tal mensaje panfletario. Libertad, libertad, cuántas tonterías se hacen en tu nombre.