lunes, 27 de octubre de 2014

LAS COSAS DE PALACIO O EL CONSUELO DEL TONTO


            El habla popular castellana ha consagrado varios tópicos que, pese a serlos, encierran algunas razones lógicas. Esto dura más que las obras de El Escorial, por ejemplo, forma muy expresiva y gráfica de señalar con el dedo la torpeza impuesta por las administraciones públicas a gestiones que el común de los mortales entiende podrían realizarse en un tiempo infinitamente más corto. O bien: las cosas de palacio van despacio. Claro que sí: lo sufrimos todos, de manera constante y repetida.
            Esos dichos, y otros varios que con facilidad nos podrían venir a la mente son aplicables a lo que desde hace más de doce años viene sucediendo con las obras de Mangana. Quienes ocupan los sillones del poder, astutos ellos, conocedores de las flaquezas humanas, entre ellas la credulidad, aparecen cada cierto tiempo y aprovechándose del escasísimo espíritu crítico que hoy invade a los medios informativos conquenses, lanzan una proclama anunciando el próximo comienzo de las obras. A veces, eso, incluso es cierto: aparecen por allí dos o tres obreros con una carretilla transportando cemento o algún artilugio aparentemente necesario y el pueblo confiado y crédulo da por hecho que van a comenzar las obras y se transmiten unos a otros la buena nueva. Además, hay un cartel, bien visible, que proclama tal cosa. La fiesta no dura ni una semana; cuando nadie se da cuenta ni lo advierte, el pequeño despliegue laboral desaparece y todo vuelve a estar como estaba, como está desde hace dos años, monumento visual, pavoroso, de la incompetencia política aplicada a una víctima inocente, la plaza de Mangana, secuestrada para el uso, disfrute y contemplación desde hace doce años, que se dice pronto.
            Pero no nos preocupemos. Quienes son responsables de este desaguisado, los mismos que administran la cosa pública, siempre tendrán un pretexto, una excusa. A lo demás no nos queda más que agachar la cabeza y seguir aguantándolos, un año tras otro, una legislatura tras otra, esperando siempre que llegue la gran barrida que se lleve por delante todo esto.



viernes, 24 de octubre de 2014

VANITAS VANITATUM



Lo dice el Eclesiastés: Vanitas vanitatum Omnia vanitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad). ¿Qué es la vanidad?  El diccionario académico (el que estaba vigente hasta ahora: cualquiera sabe lo que dice el nuevo) remite a sinónimos: arrogancia, presunción, envanecimiento. Hay que llegar a la acepción quinta para encontrar algo más convincente: vana representación, ilusión o ficción de la fantasía. María Moliner es más expresiva: “cualidad de la persona que tiene afán excesivo y predominante de ser admirada”. O denigrada, podríamos añadir. Porque en este caso es aplicable el viejo dicho que se aplicaba a Helenio Herrera, el más famoso entrenador que ha habido en España, antes de Mourinho y demás vanidosos de ahora mismo: “Hablen de uno, aunque hablen mal”. Nuestro paisano Sebastián de Covarrubias no recoge el término ni aporta sugerencia alguna, él que las hacía tan sabrosas. Quizá es que en la Edad de Oro de las Letras hispánicas no había vanidosos o no se había descubierto todavía semejante cualidad de algunos seres humanos, cuya representación contemporánea más visible queda encarnada en un sujeto en el que aflora como principal mérito distintivo el haber sido dotado por la naturaleza (don que él perfecciona diariamente) de una insaciable vanidad. A estas alturas, Artur Mas se retroalimena constantemente de su incontenible afán por estar siempre en candelero. Gracias a su habilidad y a la incompetencia de otros (Madrid, el gobierno) el presidente de la Generalitat catalana se ha convertido, durante tres años (que se dice pronto) en el centro absoluto de la vida española. Todos los periódicos, los mismos que no hacen puñetero caso de lo que sucede en la vida real, en las provincias, todos los periódicos, digo, ocupan páginas y páginas, noticias, comentarios, entrevistas, artículos de opinión, cartas al director, en hablar una vez y otra, de manera reiterada, de este individuo mediocre, político inane, situado en cabeza del ranking nacional de los noticieros a impulsos de su poderosa vanidad. Menos mal que de vez en cuando salen a la luz las sucesivas corrupciones que de norte a sur, de este a oeste, pueblan el mapa nacional; gracias a ellas podemos hablar de otra cosa que no sea Cataluña y Artur Mas con su loca ambición vanidosa. Lo dice también la Moliner: alguien “que se cree con derecho, por sus cualidades, por su posición, etc., a la admiración y el acatamiento de los demás y lo muestra en su actitud y palabras”. Así es Artur Mar: vanidoso, orgulloso, prepotente, jactancioso, engreído, petulante, fatuo, inmodesto. Cuando todo esto pase y acabe, cuando el desastre en que estamos inmersos por la ambición de unos y la imbecilidad de otros, cuando las aguas catalanas se calmen y el conjunto de los españoles podamos respirar con moderada tranquilidad, ¿quién se acordará de Artur Mas y de su loca vanidad? Y él mismo, ¿qué hará cuando ya no sea el centro de la atención de todos, cuando no ocupe en los periódicos, las radios y las televisiones, ni un solo milímetro de papel, ni un segundo de sonido e imagen? Triste destino el de estos necios sujetos a la contingencia pasajera de la vanidad.




miércoles, 8 de octubre de 2014

GLADIADORES EN SEGÓBRIGA






      Como los seres humanos somos (afortunadamente) personas contradictorias y de gustos variables, sucede que junto con nuestra afición por los mayores alardes de la modernidad (en modas) o la tecnología (ya ven la furia compradora por el último modelo de Ipad) coexiste un interés creciente por las historias y costumbres que nos llegan desde el pasado remoto. El símbolo más expresivo es la multiplicación de mercados medievales (que del Medioevo tienen poco, quizá algún halcón que otro) pero también las recreaciones históricas que con tanto entusiasmo ejecutan esforzados grupos de actores encantados con vestirse al modo ibérico, romano, visigodo, vikingo, castellano medieval o lo que haga falta.
       Muchas de esas recreaciones las tenemos en Cuenca, al alcance de la mano, en Valeria, por ejemplo; en Cañete, cuyas justas durante la Alvarada son famosas y continuadas; en Belmonte, reciente escenario para torneos vibrantes; y ahora, también, en Segóbriga, que el pasado sábado vivió unas jornadas destinadas a reproducir el mundo de los gladiadores, aquellos paladines dispuestos a jugarse la vida en un pis pas para satisfacer a sus dueños.
        Lo mejor de esta inocente diversión es que, al amparo de la cita, aumentan los visitantes a ese espléndido recinto y tras conocer el parque en una visita guiada, asistieron en el anfiteatro a la recreación de una lucha de gladiadores, a cargo de miembros de la Asociación Ludus Gladiatorium Vulcanum quienes, además de escenificar las distintas modalidades de combate, explicaron los tipos de gladiadores que existían, las armas que empleaban y las reglas que regían estas competiciones. Posteriormente los visitantes también pudieron disfrutar de una recreación sobre el trabajo que se realizaba con el lapis specularis, el yeso traslúcido que se serraba y laminaba para convertirse en el cristal de las ventanas. 

LAS CUENTAS DE BANKIA


El penúltimo escándalo (cada semana tiene el suyo, que ayuda a ocultar u olvidar el de la semana anterior) está vinculado a las tarjetas opacas con que Bankia premiaba los servicios prestados e incluso los no prestados, porque la mayor parte de los consejeros tarjeteados no tenía nada que hacer y en nada intervenía, a pesar de lo cual tenían millones de euros a su disposición para gastárselos alegremente en lo que mejor les pareciera. En la lista de los 86 implicados aparecen dos nombres vinculados a Cuenca: Virgilio Zapatero, que fue diputado en representación de la provincia desde la primera legislatura democrática y como ministro aportó un extraordinario impulso a la definición de la ciudad como foco de cultura (ahí están el Teatro-Auditorio, el Edificio Palafox, la UIMP, el Archivo histórico provincial) y Rafael Spotorno, gerente de la Fundación Caja Madrid, cuya intervención resultó de especial importancia para el relanzamiento de la Semana de Música Religiosa, además de financiar otras acciones culturales, como la reconstrucción de los órganos de la catedral de Cuenca.
Desde ese punto de vista, ambas personas merecen un cálido reconocimiento en esta ciudad; durante los años que se relacionaron con nosotros desarrollaron una actitud ciertamente meritoria y así deberíamos recordarlos. Lástima que, en el momento más inesperado, un borrón de considerable magnitud ha venido a empañar dos actitudes personales que parecían marcadas por la limpieza y la honestidad. Claro que eso sería aplicable a otros muchos de los implicados, porque tendemos, en general, a considerar que los pícaros aprovechadineros pertenecen a grupos muy determinados, la derecha casposa, los empresarios cínicos, los funcionarios corruptos, pero en este caso están mezclados sindicalistas de intachable pureza ideológica, socialistas de teorías sociales progresistas, comunistas de rigores metodológicos aplicados al bien común. O sea, que no se libra nadie y eso, a quienes creemos en esas ideas, nos produce una notable desazón. Ya nadie se libra del contagio tenebroso del dinero fácil, venga de donde venga.
Porque quizá lo más preocupante de todo esto es el insultante descaro con que los protagonistas del caso asumen que lo hicieron con total normalidad, como la cosa más sencilla del mundo, convencidos (muchos de ellos) de hacer lo correcto. ¿Es correcto y normal gastarse miles de euros en comer, beber, viajar, comprar relojes y zapatos, tirar de cajero automático, así, por las buenas, con cargo al fondo común? ¿En ningún momento ninguno de ellos se planteó que eso era (o podía ser) una indecencia? La conclusión final es terrible. Ya la sabíamos, pero con este asunto se constata claramente. Hemos llegado a una degradación total de los principios éticos y morales. Ese es el caso. Más allá de la ley, de la norma y de la severidad de la justicia, lo que estamos viendo es el hundimiento de la decencia como norma de conducta. Y eso es muy deprimente.

lunes, 6 de octubre de 2014

NO HAY VINOS EN CUENCA



Si esta página estuviera condicionada por la publicidad, empezaría diciendo algo así como "En un conocido supermercado de la ciudad...", forma habitual que utilizan los medios para evitar dar el nombre concreto del sitio en cuestión. Pero como aquí no hay publicidad, puedo escribir abiertamente: la conocida cadena de supermercados Lidl ha puesto en marcha una promoción, que comienza hoy mismo, en la que asegura poner a disposición de sus clientes los mejores vinos del país a un precio excepcionalmente barato. Ahí están, en el mapa, los puntos de procedencia de esos caldos seleccionados para llenar las bodegas de los usuarios de Lidl. Se puede ver que la mayoría ocupan la mitad norte del país; luego, abajo, hay un par de referencias sueltas y en medio, el desierto. Ahí no se produce vino, la Mancha no existe, de manera que todo el esfuerzo de promoción que hacen organismos oficiales y bodegas se evapora alegremente. Tanto hablar de los buenos vinos de Cuenca, de esas bodegas que llevan años cuidando las uvas que les llegan, de esas marcas de prestigio que ya casi todos los consumidores sabemos decir en voz alta, de ese esfuerzo solidario por ocupar cuotas de mercado y escalones de calidad para llegar a esta sencilla conclusión: en ese mapa de los vinos de Lidl no hay ningún espacio para Cuenca. Maravilloso.

domingo, 5 de octubre de 2014

DESPEDIDA A TETE MANZANET



Hace un par de años, más o menos, comentando en este blog la última exposición de Tete Manzanet en Alicante terminaba diciendo que ojalá tras ese periplo levantino la muestra llegara a Cuenca. No ha sido así ni creo que lo sea ya: Tete ha muerto, a los 84 años de edad y con ese tránsito del ser y estar al no serlo concluyen definitivamente las posibilidades de poder contemplar una obra tan firme y densa como original. Segundo García López nació en Cuenca y se afincó profesionalmente en Alicante, desarrollando su vida entre esos dos ejes, uno sentimental, el otro laboral y familiar. Dotado de manera natural para el ejercicio del dibujo y la pintura, decidió aplicar esa sabiduría a la docencia y no a la práctica, aunque sus amigos siempre tuvieron a mano alguna plumilla, algún boceto pergeñado en dos trazos, como quien no quiere la cosa, pero la gente, el público, salvo los pocos que pudieran ver una primeriza exposición juvenil desconocían el estilo y las tendencia de un artista oculto. Es claro que cada ser humano está en su derecho de elegir las opciones que mejor le convengan y Tete se dedicó a la enseñanza, no solo de la técnica sino también de la historia y en ello invirtió su vida, además de ocupar cargos directivos en los institutos en que estuvo, asistir con su inmensa sabiduría a entidades culturales (el Centro Eusebio Sempere de Comunicación Visual, la Colección de Arte Siglo XX del Museo la Asegurada) e incluso de realizar una leve incursión política, como presidente del PSOE alicantino. Esa era la vida que Tete Manzanet había ido realizando cuando en 2003, según propia confesión “decidió reorientar su vida” para entrar, con todas las consecuencias, en ese mundo del que había estado alejado, preparando con ilusión juvenil una primera exposición que, tras ser contemplada en Alicante, vino a Cuencaen el otoño de 2008. Fue en el Centro Cultural Aguirre y en ella el artista mostraba la cálida firmeza de quien era, en verdad, un veterano en la expresión pictórica, sin que faltara la inspiración que el profesor buscó en sus modelos más admirados: Piero Della Francesca, Mantenga, Filippo Lippi, Holbein, Verrocchio, Vermeer, Tintoretto, es decir, una época tan clásica como revolucionaria fue en lo que tuvo de apertura hacia la modernidad. Tete se ha ido y con estas palabras despido no solo al artista sino también al hombre y su bondad generosa, que pude experimentar cálidamente aquellos días de exposición en Cuenca.