martes, 31 de marzo de 2015

MÁS VALE REIR


Lunes, 30 de marzo

No se qué pensaría José Luis Coll si, de estar vivo, hubiera tenido noticias de que por fín tomaba forma en su tierra, en Cuenca, un museo del Humor, idea que surgió en su cabeza cuando estaba en plena forma, hace muchísimos años, y que pregonó entre unos y otros sin conseguir convencer a nadie para que diera forma a semejante proyecto. Pues como el tiempo todo lo cura y arregla, he aquí que el ansiado museo ya existe, aunque no en la capital provincial, donde él pretendía instalarlo, sino en Casasimarro, casi en un extremo de la provincia y con un responsable de tronío, el comunicador José María Iñigo que, a la vejez, muestra un extraordinario dinamismo que le hace estar presente en programas de radio y TV, en tertulias, en lo que haga falta y ahora también en este museo que patrocina la Diputación provincial.
Por supuesto, no hay nada que oponer a semejante proyecto. En realidad, yo diría que todos los proyectos son buenos, mientras no se demuestre lo contrario y este tiene el complemento añadido de que nos invita a mostrar una sonrisa, seguramente espontánea y sincera, no esas otras risas que nos provoca la contemplación diaria del espectáculo nacional, singularmente el político. Para instalar la colección se ha elegido un edificio antiguo, el Convento, recuperado así para prestar una utilidad bien diferente de la que tuvo en sus tiempos.

Íñigo, que es un personaje optimista por naturaleza, está seguro de que el Museo del Humor será un elemento de enorme atractivo para todo el mundo, que ahora caminará presuroso hacia Casasimarro, además de prometer que las visitas pueden repetirse porque de manera constante, cada quince días dice, la colección ofrecerá elementos nuevos, además de otros ingredientes muy sabrosos, como conferencias mensuales sobre temas relacionados con el humor ofrecidas por personajes de renombre. Según cuentan las reseñas, a falta de que pueda ir personalmente a comprobarlo, este nuevo recurso cultural presenta biografías y retratos de humoristas junto con una muestra muy significativa del humor gráfico y su desarrollo en España. Por lo pronto, según cuentan, los casasimarreños están muy satisfechos. Ojalá ese sentimiento se pueda extender pronto a todo el conjunto provincial.

NOVEDADES Y OLVIDOS


Sábado, 28 de marzo

En Semana Santa y en Cuenca no todo son procesiones con la parafernalia variada que las acompaña. Hay también una curiosa vertiente cultural que aflora de manera generosa y que toma forma en las pocas librerías (no en todas, solo en algunas) que hay en esta ciudad. Porque aprovechando la llegada masiva de conquenses en operación retorno al solar natal e incluso de forasteros presuntamente interesados en lo que aquí o sobre aquí se publica, esos beneméritos establecimientos sacan de los anaqueles más escondidos cuanto material impreso han ido acumulando a lo largo de los años, ofreciendo en amistosa amalgama las últimas novedades junto a títulos que podríamos creer descatalogados pero que, oh milagro, reaparecen ahora para ofrecerles una última oportunidad de ser comprados y, quizá, leídos. Es un espectáculo ciertamente maravilloso, en el que invierto mucho tiempo, haciendo un alto en el pausado caminar cotidiano por Carretería, deteniéndome ante los escaparates que ofrecen al público interesado esa panoplia de títulos que nos retrotraen a un pasado que dormitaba en el olvido. La literatura sobre Cuenca, también la surgida entre nosotros, con esfuerzo de muchos e incomprensiones de otros, forma un capítulo de evidente interés, con curiosidades bibliográficas de diversos signos. Dentro de la modestia de unos planteamientos claramente provincianos, sin alardes editoriales y menos aún de pretensiones vanidosas, este repertorio de libros, abundantes y variados, forma un rimero entrañable que sobrevive con dignidad al desprecio con que la mayoría de los ciudadanos los trata. Solo algunos merecieron los honores de ser comprados y leídos en su momento. Los demás, la mayoría, prolonga su existencia a lo largo de los años y renacen momentáneamente en estos días semanasanteros, con la esperanza de que algún curioso paseante los libere del olvido para ser colocados amistosamente en los anaqueles de una librería familiar.


viernes, 27 de marzo de 2015

EL COLOR DE LA PRIMAVERA


Jueves, 26 de marzo

La primavera ha venido. Envuelta en un frío del carajo, según expresión popular (aunque por aquí ya no se ven los grajos), en un ambiente desapacible y ventoso, acompañada de irritadas miradas al cielo y con la temblorosa esperanza de que tan incómoda situación cambie a mejor la semana que viene. Porque en Cuenca, ya se sabe, todo se hace mirando a esa semana mágica, capaz por sí sola de controlar y dominar al resto del año. Ha venido la primavera, porque así lo dicen los expertos en meteorología aunque los de la climatología se esfuerzan en explicarnos los misterios de un comportamiento anómalo. Las terrazas, tan esperadas, siguen ofreciendo sus desnudas mesas que solo algún heroico fumador impenitente se atreve a utilizar. Las muchachas deben esperar unos cuantos días más para salir a las calles ofreciendo a la alegría de las miradas brazos y piernas desnudos, un momento que todas esperan con las ropas adecuadas dispuestas a la exposición. Los viejos, temerosos, continúan refugiados, sin atreverse aún a salir a la calle en busca del sol reparador del mediodía. Pero la primavera ha llegado. Los almendros de la Manchuela cubren de manto blanquecino los campos y en la áspera capital los prunos sonrosados dicen lo que la realidad se empeña en contradecir: la primavera ha llegado, pese a quien pese.

jueves, 26 de marzo de 2015

TORNER POR PARTIDA DOBLE


Martes, 24 de marzo

            Gustavo Torner es el más grande artista conquense vivo: este año cumplirá 90, el próximo 13 de julio y como si esa fecha de aniversario fuera un estímulo para renovar sus ánimos juveniles, ahora lo podemos disfrutar por partida doble. Por un lado, desde hace unos días puede verse una muestra antológica de su obra realizada entre 1983 y 2012 en la Galería Fernández-Braso, en Madrid. Por otro, el próximo martes día 31 quedará inaugurada otra en la catedral, bajo el título entre sugerente y misterioso de Torner antrópico, iniciativa esta última de la Semana de Música Religiosa.
            Los textos especializados en cuestiones artísticas nos dicen que Torner es uno de los más destacados representantes españoles de la corrientes informalistas que empezaron a desarrollarse en nuestro país a mediados del siglo XX, pero más allá de definiciones técnicas aquí me interesa señalar que el artista conquense (artista amplio, completo, no solo pintor) acierta a compartir una visión universal del arte y la vida con su permanente vinculación a la tierra natal. La puesta en marcha, con su compañero de generación Fernando Zóbel y la implicación directa de otros muchos artistas, del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, simboliza a la perfección esa doble circunstancia, internacional y localista, de Gustavo Torner, en sus inicios juveniles seguidor de los pasos forestales de su padre, Jorge Torner, trabajo que incluso empezó a ejercer en Teruel, pero a la que renuncia en 1965 para dedicarse íntegramente al arte. Desde entonces, su trayectoria creativa ha seguido una línea coherente con ideas firmemente arraigadas mediante un concienzudo trabajo de elaboración intelectual. Nada hay en la obra de Torner que sea fruto de la improvisación sino del razonamiento, con el resultado final de quien siendo profundamente racionalista se deja llevar igualmente por las emociones, como se puede interpretar a través de uno de sus más lúcidos pensamientos: “Querría que mi obra dejara traslucir el misterio del mundo, mezcla de asombro y de temor”. Crítico sin concesiones con la ciudad en la que nació, y en la que sigue pasando largas temporadas sin ocultar sus enfados por el progresivo deterioro del casco antiguo. Voz severa que casi nadie quiere oír y menos atender, la presencia vitalista, siempre atenta, observadora, inteligente, de Gustavo Torner, es un regalo para quienes, quizá sin saberlo o apreciarlo debidamente, son, somos, sus vecinos.


domingo, 22 de marzo de 2015

LA BATALLA DE ANDALUCÍA



Domingo, 22 de marzo

Hoy nos acostaremos bajo el paraguas del bipartidismo, pero no sabemos aún cómo nos levantaremos mañana. Quizá por eso unos y otros, a diestra y a la siniestra, pasando por el centro, todos consideran que este domingo se va a librar una auténtica batalla en Andalucía, cierto que incruenta, utilizando como únicas armas unas inocentes papeletas de votación. Son las primeras elecciones abiertas desde que fuerzas hasta ahora marginales irrumpieron con notable ímpetu en el cenáculo de la política, con todo el terremoto que han sabido provocar y difundir, pero llega la hora de la verdad, la de comprobar si lo que dicen las encuestas tiene algo que ver con lo que realmente está sucediendo en el magma sociológico de este país. La casualidad quiere que yo hoy, este domingo electoral andaluz, esté precisamente en Andalucía, lo que me permitirá estar cerca, como observador, de lo que aquí suceda. Llega el momento de saber con datos y votos si efectivamente Podemos es algo más que palabrería demagógica que puede arrastrar voluntades; si Ciudadanos es como se dice una auténtica fuerza emergente con proyección de futura; si Izquierda Unida pone fin a su errático deambular de los últimos años y como suponen las encuestas va a hundirse sin perspectivas de salir. Y, sobre todo, si al fin podemos enterrar el contubernio bipartidista que los dos grandes han ido manteniendo y consolidando en beneficio propio y no del bien común. Nos esperan, a lo largo del año, muchas más ocasiones de comprobar todo esto pero hoy es el día en que comienza la resolución del problema. Como suelen decir los interesados, ya no tienen nada que ver las encuestas, sino las urnas. Y, las cosas como son, estas experiencias electorales siempre resultan apasionantes. Sobre todo si se piensa, como ocurre este domingo andaluz, en que las cosas tan aburridamente ensambladas por los dos grandes partidos pueden empezar a cambiar.


jueves, 19 de marzo de 2015

UN DULCE REENCUENTRO


Jueves, 19 de marzo

            En Barcelona, su ayuntamiento ha tenido una idea singular. No debe sorprendernos: la mitad de las ideas originales que surgen en este país, estado o nación tiene su origen en territorio catalán y si bien es cierto que algunas de ellas ocasionan trastornos y sobresaltos, es igualmente verdad que otras muchas tienen unos valiosos componentes positivos que deberían servir de ejemplo para el resto del adocenado territorio de las Españas. La idea a que me refiero tiene que ver con la conservación de los establecimientos comerciales antiguos dotados de características especiales muy definidas, para los que se ha definido una norma protectora que garantice su conservación. Es una medida prudente, porque esos venerables lugares, en su mayoría de una belleza intangible, formando un espacio y un ambiente en el que los seres humanos nos sentimos a gusto (nada que ver con hamburgueserías al uso, tiendas de todo a cien, sean chinas o nacionales y tantos otros monumentos a la fealdad) suelen estar condenados a perderse en el tráfago incontenible de la modernidad que todo se lleva por delante. Si en otros lugares, véase Cuenca, existiera un Ayuntamiento tan prudente y creativo como el de Barcelona, no estaríamos perdiendo, sin contemplaciones, tantos pequeños y encantadores lugares que marcaron la vida de las generaciones anteriores. Cómo no recordar, en un espacio literario, el café Colón y de ahí en adelante hasta llegar al cierre y transformación de la veterana mercería de Alonso. Menos mal que, por iniciativa propia, se producen cambios de rumbo como el que nos ha permitido recuperar la Churrería del Tío Santos (asunto al que ya dediqué el oportuno comentario) o el que ahora nos devuelve la histórica pastelería de Lerma, gracias a que un nieto del fundador, Antonio, ha tomado la heroica decisión de retomar la actividad confitera, iniciada en 1927, y devolvernos así no solo la visión del local sino también la posibilidad de seguir disfrutando de sus riquísimas ofertas, con los milhojas en cabeza. Pero si miramos hacia otros lugares de esta desamparada ciudad, tan necesitada de ideas felices, atrevidas, originales, no hay más remedio que temblar porque nunca se sabe en qué punto alguien echará el cierre sin que haya una medida protectora, una decisión municipal dirigida a conservar lo que merece la pena ser mantenido pese a los cambios y las modas. Lloriqueos aparte, alegrémonos del retorno de Casa de Lerma y demos satisfacción a los placeres gustativos que traen consigo los dulces.


miércoles, 18 de marzo de 2015

LA PALETA SEMANASANTERA DE ÓSCAR PINAR



Miércoles, 18 de marzo

Ya se sabe que la Semana Santa, en Cuenca, mueve multitudes e intereses colectivos como ninguna otra mención. La Semana Santa, en Cuenca, además de sus componentes religiosos o escénicos, es un hecho sociológico de considerable importancia, aunque precisamente este último factor es el menos estudiado y buena falta que hace. No es este el lugar de acometer semejante incursión, porque el propósito del comentario va por otros caminos, el de señalar la presencia de Óscar Pinar en la sala de exposiciones temporales del Museo de Semana Santa, donde se presenta a la contemplación pública una amplia selección de trabajos realizados, durante toda la vida, por uno de los más singulares y personales artistas que trabajan en Cuenca. Como él mismo reconoce, y es de una evidencia reconocible, siempre ha estado vinculado al ámbito procesional, no solo a través de sus vivencias personales, como miembro de varias cofradías, sino como artista, de los pocos que da forma a sus obras en el propio terreno, en la calle, de manera que en esta exposición se puede apreciar de manera muy visual cómo se ha producido la incardinación de las procesiones en el entramado callejero, a través de la visión recogida en la paleta del pintor. Una visión colorista, magnética en algunos momentos, envuelta en una escenografía que palpita al compás del paso de las imágenes para conseguir una plasticidad que en todo momento refleja el bien conocido estilo de Óscar Pinar, cuyo trazo vigoroso y específico sentido en el tratamiento del color aporta una dimensión original a esta visión de la Semana Santa de Cuenca, tan tratada por muchos pero siempre necesitada de un nuevo acercamiento a sus matices.

martes, 17 de marzo de 2015

MOJIGANGAS PARA EL TIEMPO ACTUAL



Martes, 17 de marzo

Nos llega ahora una nueva entrega de la obra dramática de Carlos Molina, aquel extraordinario personaje afincado en el mundo de la cultura clásica y, sin embargo, con firmes raíces en la modernidad, desaparecido sin haber tenido tiempo de llegar siquiera a los 50 años de edad. Perteneció a un colectivo ciertamente curioso y en verdadero trance de extinción, el de los profesores de griego ejerciendo como catedrático en el instituto Hervás y Panduro de Cuenca, al que llegó tras un breve paso por el de Motril. No se cual pudo la influencia o trascendencia del docente en sus alumnos, pero sí sabemos todos la que ejerció en el ambiente siempre indeciso y tembloroso del teatro hecho en Cuenca, al que se dedicó con el mejor de los entusiasmos, tanto en el seno del centro académico como, sobre todo, en el impulso del grupo Agón que él creó en 1985 y mantuvo con singular y encomiable empecinamiento. A pesar de su vocación natural por la tragedia y la comedia clásicas no desdeñó en absoluto la inmersión en territorios contemporáneos (Dürrenmatt, Nieva, García Calvo), que siguieron los pasos iniciados con la Lisístrata, de Aristófanes, la primera obra que dirigió. Carlos Molina escribió tres obras teatrales, que no se editaron en vida pero que han ido viendo la luz de la imprenta de manera sucesiva. Primero fue El juicio, luego El retablillo del abate Orate y ahora Comedia mojiganga y paso de Sant’Urnina y Sant’toficio, editadas todas ellas por la Diputación provincial. Como se deduce del título, nos encontramos ante una reconstrucción de estilos extraídos de la estructura teatral de los siglos de oro, donde la técnica de la mojiganga ofrecía a los espectadores un escenario donde tenían cabida la burla, el descaro, la crítica (sí, entonces se podía criticar al poder incluso con la mayor crueldad imaginable) en un estilo festivo, alegre, susceptible de aceptar junto al verso la música y la danza, matices expresivos que Carlos Molina maneja con la soltura del que no solo conoce la teoría de la técnica teatral clásica sino también los mecanismos y artificios del montaje según la óptica contemporánea. Leer esta mojiganga es una delicia que debería encontrar su adecuado complemento visual en un escenario, experiencia que, estoy seguro, resultaría extraordinariamente satisfactoria. Pero me temo que esto no es más que una posibilidad cercana a la utopía.

lunes, 16 de marzo de 2015

LO EFÍMERO DE LO ETERNO


Lunes, 16 de marzo

La Dos, ese lugar de encantamientos varios donde siempre es posible encontrar refugio tras zapear miserablemente por el resto de las cadenas a la búsqueda de lo imposible (un sano entretenimiento) ofrece de pronto una amable incitación. La mitad invisible se llama el espacio; lo conduce Juan Carlos Ortega, que gusta de presentarse como humorista un tanto inculto a la búsqueda de respuestas banales y ha decidido encontrarlas esta tarde mirando de frente una obra magnífica, grande, misteriosa, sugerente, incitadora para la imaginación, que es el más poderoso resorte humano, tantas veces adormilado pero, sin embargo, siempre a punto para poder despertarse y empezar a trabajar. Ortega ha venido a Cuenca, al Museo de Arte Abstracto, a plantar cara a La gran equis (lo diré así, en castellano, sin respeto para el título francés que le dio su autor, La grande equerre) pues si él, Antoni Tàpies, fue un transgresor, también puedo serlo yo.
La gran equis ofrece, desde que Zóbel la instaló ahí, un enorme poderío, una fuerza inmanente sobre el espacio que la rodea y sobre el conjunto del Museo. Tapiès la trabajó (no es posible decir, aunque se diga: la pintó) en 1962 y estaba en París cuando Gerardo Rueda la descubrió y de inmediato convenció a Zóbel para que la incorporara a su colección; no fue preciso trabajar mucho al creador del Museo porque si algo tuvo, como virtud destacadísima, fue un claro olfato para encontrar en seguida los valores de las obras que estaban creando sus compañeros de generación. Y la situó ahí, donde está, en un espacio magnífico de las Casas Colgadas, solitaria en su muro, sin que ninguna otra obra distraiga la atención de la mirada. Desde entonces, desde hace ya casi 50 años, La gran equis viene ejerciendo sobre todos nosotros esa atracción casi lujuriosa que nos lleva a mirarla una y otra vez buscando en ella explicaciones, sensaciones ante una propuesta quizá incomprensible pero que intuimos tiene una enorme capacidad de sugestión. Lo ha dicho un experto, Juan José Lahuerta, al señalar que no se puede dejar de notar y anotar la gravedad de esta pintura solemne, monumental, capaz de atrapar a sus espectadores, o, propiamente, de subyugarlos, con sus aparentemente escasos y repetidos medios. Por un lado, pues, un lenguaje que se manifiesta con excesiva evidencia; por otro, en cambio, un protocolo absolutamente misterioso: sin remedio, el espectador oscila entre el reconocimiento de lo que está viendo y el desconocimiento de lo que está haciendo allí, frente a ese gran cuadro transparente y opaco a la vez”.

Con Juan Carlos Ortega, al hilo de sus comentarios dubitativos a la búsqueda de la razón de ser de esta obra transcendental del arte contemporáneo español, depositada aquí, en Cuenca, “reconocemos una vez más lo efímero de todo lo eterno”. Y me siento orgulloso, como quisiera que se sintieran todos nuestros paisanos conquenses, al ser depositarios de este legado inmenso.

domingo, 15 de marzo de 2015

EL GRECO, EN LA CLARIDAD


Domingo, 15 de marzo

Permanece abierta todavía, aunque ya por poco tiempo (termina el 12 de abril) la singular exposición dedicada a la presencia de El Greco en Cuenca, a partir de las dos tablas procedentes de las iglesias de Huete y Las Pedroñeras, ahora conservadas en el Museo Diocesano, exposición a la que ya dediqué un comentario en su momento, aunque no importa reiterar aquí algunas de las cosas entonces dichas, sobre todo en lo que tiene que ver con la calurosa recomendación a todo el mundo, especialmente a quienes no son visitantes habituales del Museo para que se acerquen a verlo, con este pretexto o con cualquier otro, pues cualquiera es bueno en finalidad tan recomendable. La ocasión para volver a este tema (aparte el recordatorio sobre su próxima finalización) viene de la mano de la edición de un libro de importancia considerable, que bien puede considerarse como el catálogo de la exposición, aunque no reciba nombra tan preciso. Su autor y responsable es el mismo que asumió la tarea de preparar y comisariar la exposición, el profesor Pedro Miguel Ibáñez, a quien con toda justicia se le puede adjudicar el título de máximo conocedor del arte conquense y en Cuenca durante los siglos más brillantes de la cultura nacional, espacio temporal en el que se inscribe la presencia en España del pintor cretense finalmente asentado en Toledo. Pero nada de este es preciso seguir repitiendo, después de un año plagado de referencias al hilo del cuatro centenario de la muerte del artista y teniendo en cuenta los fastos celebrados. El propósito, ahora, es señalar y destacar con el énfasis preciso el contenido de este libro, que lleva el mismo título de la exposición (El Greco en el laberinto. Escenas de la Pasión. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2014) y que viene ser un monumental tratado de historia y de arte, de ambos conceptos juntos y relacionados, con la presencia de Cuenca y su catedral al fondo. El profesor Ibáñez lleva a cabo un exhaustivo análisis de la época, sus circunstancias y la presencia de diversas personalidades artística, con especial atención a la figura de Martín Gómez el Joven, como punto de referencia alternativa a El Greco. Cuestiones de tipo general que encuentran su complemento en el desarrollo analítico de las dos obras que del artista cretense se conservan en Cuenca, marcando con sumo detalle y claridad sus coincidencias y discordancias de otras nacidas de la misma mano y repartidas por diferentes lugares del mundo. Más allá de su utilidad concreta en el momento presente, el libro de Pedro Miguel Ibáñez reúne las condiciones precisas para obtener la categoría de imprescindible en todo momento como aportación fundamental a la historia del arte y de la cultura en Cuenca.

sábado, 14 de marzo de 2015

OTRA VEZ CERVANTES


Sábado, 14 de marzo

            El año 2015 va avanzando y en poco tiempo, en cuanto las elecciones nos den un respiro (o, a lo mejor, dentro de ellas), comenzarán a llovernos las ceremonias, seguramente ostentosas y escasas de contenido, impulsadas desde la todopoderosa Junta de Comunidades para conmemorar el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote. Más, o quizá un poco más todavía, de lo que ya se hizo hace diez años, con los fastos dedicados a la primera parte de la obra cervantina.
            Volvamos la vista atrás, a la perspectiva de hace diez años. En 1905 se conmemoró el tercer centenario de la publicación del Quijote, un acontecimiento que en Cuenca alcanzó un considerable relieve, desde luego no alcanzado por otras celebraciones similares posteriores. Para empezar, hay nada menos que un acuerdo municipal, adoptado en la sesión del 10 de abril, en que el alcalde, Joaquín Zomeño  presentó a sus compañeros de corporación la propuesta de incorporarse a las celebraciones que ya estaban en marcha en todo el país y que en el caso de nuestra ciudad se orientaron de manera específica hacia las escuelas y sus alumnos. El acuerdo se concretó en la designación con el nombre de Cervantes de una calle céntrica de la ciudad, la que entonces se llamaba de la Ventilla; destinar 500 pesetas a la adquisición de objetos para regalar a los alumnos de la escuelas; disponer la presencia de la Banda municipal de Música en los actos programados; aportar cien pesetas a la Asociación de Caridad Escolar para aliviar la pobreza de los niños necesitados que acudían a las escuelas y todo ello en medio de un festivo ambiente popular y callejero. El día señalado hubo una concentración de alumnos de las escuelas de Cuenca en el lugar en que se iban a descubrir las placas, porque eran dos, una en cada extremo de la calle, aunque una se perdió nadie sabe dónde y cuándo, permaneciendo la que está adosada al edificio de la Telefónica.
            El 9 de mayo de 1905 se celebró un festival acordado por la Diputación en sesión del 6. En un periódico de la época, El Profesorado Conquense, el número correspondiente al mes de mayo incluyó de manera monográfica un total de 17 artículos y tres poemas dedicados a Cervantes y a su obra cumbre, siendo uno de estos últimos, el que lleva la firma de Serafín Catalina Martínez, que había sido premiado en el concurso convocado por el Instituto General y Técnico.
            Desde la distancia de estos 110 años contemplo el panorama actual y me pregunto qué se les ocurrirá a los actuales cerebros pensantes para honrar la memoria de Cervantes y de la segunda magnífica parte del Quijote.

            

DOSCIENTOS PASOS Y PICO



 LIBROS Y NOMBRES DE
CASTILLA-LA MANCHA
203 entrega Año VI/  13 de marzo de 2015


            Si este comentario hubiera salido a las ondas del ciberespacio a su debido momento, o sea, hace un par de semanas, la referencia concreta habría sido al número doscientos pero como las circunstancias (ponga aquí cada cual lo que quiera, y acertará) lo han retrasado, ahora ya hemos llegado al número 203, que son las entregas efectuadas desde un singular punto del espacio, ahora situado en Toledo, con el título de Libros y Nombres de Castilla-La Mancha, que amplia el original Libros de Castilla-La Mancha con el que, en octubre de 2010, Alfonso González-Calero abrió esta ventana que, semana a semana, con insólita puntualidad y constancia, nos trae hasta los ordenadores y artilugios semejantes un amplio repertorio de noticias y comentarios sobre lo que se hace en el ámbito de la cultura en esta Comunidad Autónoma, con especial dedicación prioritaria al mundo del libro y los escritores.
            Ya sabemos que el empeño pertinaz por construir una comunidad de intereses a partir de elementos muy heterogéneos es un empeño complicado y el tiempo transcurrido desde que nació Castilla-La Mancha no ha sido todavía suficiente para superar los celos, resquemores e insidias localistas o provincianas, siempre a flor de piel. Sin embargo, en el territorio de la cultura sí parecen registrarse algunos avances, determinadas coincidencias, como si efectivamente existiera ya en vías de consolidarse un espíritu común que busca entre todos nosotros más las coincidencias que las discrepancias, quizá porque no nos movemos excesivamente en el terreno de lo material, que tiene a la greña a unos y otros a ver quien consigue del poder un trozo mayor de la escueta tarta a repartir. Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda y no era ese el propósito, sino dar cuenta a todo el que no lo sepa de la existencia de este importante trabajo semanal que impulsa y mantiene, creo que en solitario, Alfonso González-Calero. Como ha escrito ya José Antonio Silva, “doscientas son muchas entregas y son necesarios mucho esfuerzo y mucha ilusión para mantenerlas” virtudes ambas que el protagonista de este suceso viene desarrollando con ejemplar dedicación.