sábado, 18 de junio de 2016

PALABRAS QUE DAN MIEDO


Hay palabras que dan miedo y uno no sabe por qué. Por ejemplo, esta Plaza, moderna, fea y sin gracia, nada simbólica ni emblemática, lleva el título de la Constitución, la última, la vigente desde 1978. Pero casi nadie la llama así. Por una inercia mimética absurda, se la viene llamando la Plaza del Nazareno, y todo porque ahí mismo, delante de ese edificio, hay una escultura dedicada a eso, a un miembro activo de la Semana Santa.
¿Por qué hay miedo, recelo, resistencia, timidez o lo que sea a llamar las cosas por su nombre? Sobre todo si ese nombre es el de la Constitución. Parece como si no existiera una absoluta seguridad en que ese título tiene importancia o vigencia, como si diera vergüenza pronunciarlo y quisiéramos esconderlo, a oídos propios y extraños, para que nadie nos señale con el dedo por prestar una plaza céntrica nada menos que a la Constitución.
No estaría de más que la ciudadanía conquense se sacudiera esa losa, empezando por las excelentísimas autoridades y pasando por los medios informativos, especialmente los digitales, a los que parece hacérseles muy cuesta arriba nombrar a las cosas por su nombre.

viernes, 17 de junio de 2016

SONIDOS EN TORNO AL ARTE



En su nueva etapa, tras la apertura de la nueva (y hermosa) sala habilitada en lo que fue comedor del mesón de las Casas Colgadas, el Museo de Arte Abstracto cambia sustancialmente de aspecto al acoger una exposición dedicada a Arte Sonoro en España (1961-2016), que se verá complementada con unas "Conversaciones radiofónicas sobre el sonido en el arte" entre José Iges y José Luis Maire (artistas sonoros y comisarios invitados) y los artistas Mikel Arce, José Manuel Berenguer, Javier Ariza, Ramón González-Arroyo, Concha Jerez y Javier Maderuelo.
La exposición, señalada como la primera dedicada a presentar las raíces y las trayectorias del arte sonoro en nuestro país desde los años sesenta hasta hoy, ocupa, con 300 obras y documentos, la totalidad de los espacios del museo; es decir, que convivirá amistosamente con el conjunto de obras que forman la exposición estable y permanente. Hasta el 18 de septiembre se puede ver esta singular coexistencia de sistemas artísticos tan diferenciados en cuanto a las formas y los contenidos.
Dicen los organizadores que “Arte sonoro en España (1961-2016)” asume el reto de "exhibir" el sonido enfatizando todos sus aspectos artísticos mediante una amplia selección de obras: así, nos explican a los profanos, de la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura habla L'Isla des Neumas de Ramón González-Arroyo (2008); del silencio y del límite de lo audible, la Música ZAJ (ca. 1999) de Esther Ferrer; Luci: sin nombre y sin memoria, de Josep Manuel Berenguer (2008), explica la asincronía y los procesos rítmicos sonoros de la vida a partir del estudio del comportamiento bioluminiscente de las luciérnagas, mientras que de la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo se ocupa *.WAV, de Mikel Arce (2004). Inventario (1992-1998), de José Iges y Concha Jerez habla de la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva. 
Son algunas referencias para empezar a pasear por las salas del Museo y aprender algo (o mucho) de lo que, sin duda, desconocemos y ahora, quizá, descubriremos con algo de sorpresa.

            

jueves, 16 de junio de 2016

PERMANENCIA DE DIEGO JESÚS JIMÉNEZ




            Si algo meritorio, inalterable, puede decirse de la obra de Diego Jesús Jiménez es su permanencia más allá del tiempo finito que duró su existencia humana. Por ello, siete años después de su muerte, aún sigue siendo citado, incluido en antologías, utilizados sus versos como referencia, sin que parezca haber decaído el interés colectivo hacia una obra que estuvo marcada por una personalidad tan definida como inconfundible.
            Viene a reafirmar esas palabras un libro concebido como antología de poemas de Diego Jesús Jiménez, pero con la originalidad de que no es un solo autor quien realiza la selección de los versos, como suele ser habitual, sino que se trata del cómputo efectuado a través de una consulta a quienes fueron sus amigos, compañeros y también cómplices en buena medida. Así, Ver lo impensable (Universidad Popular José Hierro, de San Sebastián de los Reyes) se convierte en un peculiar aporte de sugerencias que Guadalupe Grande ha coordinado para efectuar la síntesis ordenada que se refleja en la publicación. La lista de los participantes en la selección es larga y da como resultado un libro amable, cómodo, cercano al lector, por cuyas páginas se van desgranando los que han considerado los mejores versos de un poeta tan dado a la introspección meditativa como puntilloso hasta el exceso con la pulcritud de la palabra, posiciones vitales y literarias que le mantuvieron al margen de grupos y movimientos señalados con nombre de “ismos” pero que no le impidió contar con una firme adhesión de simpatizantes y seguidores.
            Desde que en 1965 entró con enorme fuerza en el ámbito de las letras, con La ciudad, la obra de Diego Jesús Jiménez fue progresando de una manera lenta, pausada; solo en los años finales precipitó la entrega de títulos a la imprenta, y así consolidó una biografía poética corta pero ciertamente de contenido intenso. Buena parte de ella aparece ahora como eficaz resumen que se acomoda con cercano sentido práctico al lector de siempre, pero seguramente también con capacidad para ofrecer sugerencias intensas a los nuevos aficionados a la poesía.


miércoles, 15 de junio de 2016

UNA REVISTA DE CINE EN CUENCA

           

           En estos tiempos en que el papel retrocede a marchas forzadas para dejar el hueco a los digitales, incluidos los periódicos nacionales, campeones en el suicidio propio entregando la lectura a las pantallas en detrimento de la letra impresa, a los del Cine Club Chaplin se nos ocurre poner en la calle una revista que, además, es la primera dedicada en Cuenca a cuestiones cinematográficas. Tiempos modernos se llama, como es natural, en homenaje a la figura cinematográfica que la da nombre, el gran Charles Chaplin. La dirección de la revista recae en Pablo Pérez Rubio, un reconocido experto en análisis fílmico, autor de varios libros sobre la materia, mientras que Pepe Alfaro se encarga de la coordinación técnica y Arturo García Blanco ha sido el responsable del diseño.
            Para poner fin a esta temporada, la número 45 de su ya larga vida, el Cine Club ha encontrado la oportunidad de concretar un antiguo proyecto, el de realizar una publicación dedicada al Séptimo Arte, con una marcada orientación hacia cuestiones relacionadas con la provincia de Cuenca, aunque con artículos de interés general, y que a la vez sirva de vehículo de comunicación interna entre los más de 600 socios con que cuenta esta entidad, uno de los más veteranos cineclubs de España y, desde luego, el más antiguo de Castilla-La Mancha.
            Este primer número de Tiempos modernos se abre con un artículo del presidente del Cine Club, el escritor y periodista José Luis Muñoz, que como único superviviente del grupo fundador se encarga de hacer un esbozo histórico de los orígenes, aludiendo también a diversos intentos anteriores de promover en Cuenca un movimiento social de interés por el cine, al margen del comercial, en especial a través de las Semanas de Orientación Cinematográfica.
            En el interior hay artículos sobre Las Casas Colgadas en la pantalla, de Pepe Alfaro; Doble escala de Saura en Cuenca, de Pablo Pérez Rubio, para analizar las dos aportaciones del director con escenario conquense, el documental Cuenca y el largometraje Peppermint frappé; el entreno mundial de la película El príncipe encadenado, rodada en la Ciudad Encantada, por José Vicente Ávila; Soy un cinéfago, por Gonzalo Pelayo; el director Juanra Fernández explica las vicisitudes de la elaboración de un guión y ofrece un soty-board de su película Para Elisa; entrevista con el actor Felipe Vélez, nacido en Carrascosa de la Sierra; un texto cinematográfico recuperado de Federico Muelas, España renuncia a su West: Eduardo Torres-Dulce, un conocido experto en el análisis cinematográfico dedica su experiencia a la figura de Alfred Hitchcock; al cumplirse sesenta años de su estreno, Pepe Alfaro escribe sobre Los hermanos inútiles de Calle Mayor y Pablo Pérez Rubio lo hace sobre Releer Tiempos modernos ochenta años después; de Carlos Losilla se inserta el texto Nexos y tendencias: una cierta actitud del cine de ahora; Juan José Pérez y Vicente Abán han elaborado un dossier sobre Movimientos cinematográficos europeos; José Ángel García comenta Un poemario de película: Lo que mirarán tus ojos y lo complementa con poemas cinematográficos de Miguel Mula, Rafael Escobar y Ángel Luis Luján. Por último, hay un apartado final para comentar varias cuestiones que relacionan el cine y Cuenca, como es el caso de Patio de butacas, de Radio Kolor, las proyecciones de Cinema Aguirre o el Cineforum del propio Cine Club Chaplin.


martes, 14 de junio de 2016

UN VERSO MEJORADO: LIMPIA Y BELLA





            Antes (quizá ahora también) los niños conquenses aprendían de memoria aquello de Alzada en limpia sinrazón altiva / pedestal de crepúsculos soñados que venía a ser como el himno patriótico local. Sin ironías, está claro que Federico Muelas acertó con inspirada imaginación para dar forma a ese soneto de ejemplar estructura poética que sintetiza de forma sonora la realidad física y ontológica de Cuenca.
            Los canteros que han labrado las lápidas situadas a la entrada del nuevo Jardín de los Poetas, o sea, lo que queda de la iglesia de San Gil, no debieron ir a las escuelas en que se aprendían esos versos. No han cometido por ello ningún pecado literario, pero quienes han dirigido y controlado la obra, sí.
            Para honrar a los poetas han querido grabar ese soneto y a quien manejaba el buril se le fue la mano: donde decía limpia ha puesto bella. No se yo si desde el punto de vista estrictamente literario o poético ambos término son coadyuvantes; al menos, sí tienen las mismas sílabas, con la que la sustitución no rompe la estructura rítmica pero seguramente estamos todos de acuerdo en que ninguna mano está legitimada para quitar una palabra y poner otra.

            Así que ya sabemos: a ver cuánto tardan en preparar la nueva placa que sustituya a la que por ahora está profanando el famoso soneto.

lunes, 13 de junio de 2016

LEGIONARIOS EN LA OBISPALÍA





            ¡A mí la Legión!, dijeron o debieron decir, en Abia de la Obispalía y atentos a la llamada, como fieles servidores del bien público, acudió un grupo de legionarios a dar marcialidad, colorido y prestancia a la tradicional romería de San Jerónimo, que se viene celebrando desde tiempos inmemoriales. Con toda la seriedad del mundo, el pequeño destacamento de uniformados verdes hizo acto de presencia en la iglesia, recibió a la imagen del santo con la seriedad y el rigor necesarios y tomó en sus brazos la imagen de un severo Cristo que abría camino, por la polvorienta senda que lleva a la ermita y bajo un sol de justicia, que en esos días ya anunciaba la inminente llegada del caluroso verano.
            Eran pocos pero cumplieron a la perfección lo que se espera de tan sólidos caballeros de verde. A ratos, cuando el cura interrumpía el rezo de las letanías, el corneta (más voluntarioso que acertado, todo hay que decirlo) lanzaba al limpio aire de la vega unos sonidos aproximados al grito de guerra “¡legionarios a luchar, legionarios a morir!”, amablemente difundido por los campos inmediatos.
            De esa manera tan peculiar, la tradicional romería de San Isidro llegó a su destino, tras la necesaria interrupción a medio camino para reponer fuerzas con los venturosos tragos de vino y las dulces rosquillas de elaboración familiar.

            Los trigales, ya en ciernes, no se lo creían. Los participantes en la romería, casi tampoco. Y si lo cuento sin foto, a lo mejor no cuela, pero por si hay mentes escépticas, ahí está la imagen. Tal cual. Si el año que viene no aparece la Legión, algunos se van a quedar muy frustrados. 

sábado, 11 de junio de 2016

OTRA PUERTA CERRADA, EN PRIEGO


Esta es una imagen que ya no volverá a repetirse. El escenario es el salón de actos del centro cultural Diego Jesús Jiménez, en Priego. El motivo la reunión de estas personas es asistir a una de las jornadas del curso Leer y Entender la Poesía que cada año, en el mes de julio, se ha venido celebrando en esa ciudad a medias serrana, a medias alcarreña. No recuerdo ahora exactamente cuántas ediciones se han celebrado, en torno a 15, pero sí se, con meridiana claridad, que cuando llegaban esas fechas, durante tres días, se congregaba en Priego un nutrido grupo de poetas, y a su alrededor un también respetable número de estudiantes, que junto con otros aficionados de distinta filiación y procedencia convivían en amigable cónclave, hablaban (y oían) poesía y cuestiones teóricas en torno a ella, e impregnaban las calles pricenses de un ambiente especial. A nadie hacían daño y nada la costaba al pueblo, porque todo iba con cargo a la Universidad regional y a otros fondos públicos. Hasta ahora. El Ayuntamiento de Priego ha decidido que esta actividad no le interesa, ha retirado su apoyo y de esa manera llega a su final la historia de este curso poético. Y alguien se preguntará, naturalmente, a qué se debe esa drástica decisión. Las urnas tienen la culpa. El curso nació y se desarrolló mientras en el Ayuntamiento había mayoría socialista y alcalde de ese color. El año pasado, en las elecciones locales, cambió la tortilla. Llegó el PP y el nuevo alcalde, que proclama como todos una enorme afición por la cultura, ha decidido demostrarlo suprimiendo el curso de poesía. Así son las cosas y así va este país sobre el que ya se han dicho tantas cosas que es innecesario añadir nada más.

domingo, 5 de junio de 2016

LLEGA LA MARABUNTA ELECTORAL




        La democracia, que es el menos malo de todos los sistemas políticos inventados hasta ahora, tiene unos componentes muy desagradables, como venimos experimentando cuando creíamos que estaba ya plenamente consolidada entre nosotros. Uno de ellos lo estamos sufriendo en nuestras propias carnes (y, sobre todo, en la paciencia colectiva), derivado del estúpido resultado conseguido tras las últimas elecciones, las de diciembre, y la perversa actuación de quienes deberían haber encontrado la fórmula eficaz para formar gobierno. No lo han conseguido y la consecuencia inmediata es que, pese al hartazgo generalizado, nos obligan a ir a las urnas otra vez, dentro de unas semanas.
        Siendo malo y cansino todo ello, lo peor es lo que viene antes, o sea, a partir de dentro de un par de días, en que se pondrá en marcha eso que llaman "campaña electoral", forma ambigua de calificar una especie de martirio chino al que nos van a someter a los ciudadanos por todos los medios imaginables, singularmente desde las televisiones y radios, que además colaboran con todo entusiasmo poniendo cámaras y micrófonos a disposición sin límites de todos los osados que quieran decir algo, sin importarles los contenidos o las reiteraciones porque ocurre que, a fin de cuentas, todos, desde el primer cabeza de lista hasta el último candidato provinciano, dicen siempre lo mismo, una y otra vez, salvo un esporádico milagro (que nunca se produce) en que alguien se sale del guión y aporta alguna novedad.
        Con todo, el aspecto que me parece más negativo de las campañas es el que cae de bruces sobre pueblos y ciudades en forma de esperpénticos mensajes adheridos a tapias, cartelones o paredes de la más diversa condición y textura. Dicen, nos vienen diciendo, que en este caso van a ser más ahorrativos y abrumarán menos al colectivo humano español con su despilfarro de merchandising impreso. No me lo creo. Seguro que a la hora de la verdad sienten la tentación y hacen lo de siempre, empezando por la ridícula ceremonia de pega de carteles a las cero horas en punto del inicio de la campaña.
         Yo agradecería a todos los partidos que tuvieran la amabilidad de ahorrarnos el bochornoso espectáculo de esos cartelones plagados con los rostros de los protagonistas, pisándose unos a otros, sin gusto, sin el menor cuidado por la estética urbana y sin conceder el menor valor al contenido de sus mensajes. Pero me temo que mis buenas intenciones irán a parar al amplio cajón de sastre donde los políticos que nos han tocado en suerte acumulan, sin rubor, todo lo que está cayendo sobre ellos.

sábado, 4 de junio de 2016

LA CIUDAD ABSTRACTA




        No se cuántas personas son lectores habituales de El País en Cuenca. Ese es, como todo el mundo sabe, el periódico de mayor tirada, difusión, venta y lectura en España, de manera que es previsible que a estas alturas del sábado, sean numerosos, miles o millones, los ojos que se han posado en la primera página del suplemento Babelia y una buena porción de ellos, con toda seguridad, habrá seguido el título para pasar a las páginas interiores donde encontrar el reportaje informativo sobre Cuenca en vísperas de que el Museo de Arte Abstracto cumpla 50 años, dato tan sorprendente como estimulante.
         La autora del documento periodístico, Carmen Morán, ha encontrado un acertado título para jugar con las palabras y los conceptos. Cuenca, polo de abstracción es, en verdad, una frase ingeniosa que viene muy bien para sintetizar lo que ha sucedido en esta ciudad en este medio siglo, desde que Fernando Zóbel (está en la foto, de espaldas, con camisa amarilla) se dejara convencer por Gustavo Torner (al fondo, a la izquierda, de pie junto a la mesa) para instalar aquí la colección personal que había ido formando con obras de artistas de su generación.
         La ciudad, entonces, en aquel verano de 1966, no sabía lo que se le venía encima, de prestigio, fama, popularidad y eco internacional. A lo peor todavía algunos no se han enterado del todo, pero el Museo está ahí, cumpliendo años, incólume y firme, como lo concibió su fundador, sirviendo de ejemplo a otros de similar carácter y menos coherentes y, sobre todo, formando el sustrato básico sobre el que se apoya todo lo que Cuenca puede ser y, más aún, lo que podría ser si no hubiera tanto desconcierto y confusión pululando por las calles y los cenáculos.