La Real Academia Conquense de Artes y Letras (la RACAL, para
entendernos) ha puesto el grito en el cielo y el dedo en la llaga denunciando
la chapucera obra llevada a cabo en la fachada del edificio de la calle de San
Pedro que ocupa el hotel Leonor de Aquitania, donde había dos rejas históricas,
del siglo XVIII, colocadas de manera regular y ordenada a ambos lados de la
puerta principal. Había, porque una de ella ha desaparecido de la noche a la
mañana y, lo que quizá es todavía peor, sin tener en la mano la correspondiente
licencia municipal y sin que la Comisión del Patrimonio se haya enterado de
nada hasta que ha saltado la noticia.
Y digo que es lo peor porque si la obra (la chapuza) ya está
mal, lo lamentable es que los organismos presuntamente responsables de cuidar
el orden, el ornato, la belleza y, a fin de cuentas, la conservación de una
ciudad que, como se dice de manera repetida y machacona, es Patrimonio de la
Humanidad no estén al tanto de lo que sucede. El Ayuntamiento tiene un departamento
de disciplina urbanística para vigilar que las obras se hagan de acuerdo con la
normativa; tiene una Gerencia Municipal de Urbanismo a la que hay que pedir
licencia de obras; y tiene una Policía Municipal (cierto que invisible) entre
cuyas competencias se encuentra precisamente el control de las obras que se
realizan en la ciudad. Y está, como es sabido, la Comisión del Patrimonio, que
debe emitir informes en cada trabajo que se efectúe en el casco antiguo.
Pues de todo eso, nada de nada. Ahora, después del alboroto,
el Ayuntamiento dice que ha abierto un expediente para investigar lo sucedido.
Abrir expedientes es algo que las instituciones públicas hacen de continuo,
pero nunca sabemos cómo se cierra. En este caso, el asunto es muy sencillo: no
hay más que ir echando vistazos a la fachada del hotel, a ver si reaparece la
reja o no.
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