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viernes, 31 de marzo de 2017

JARDÍN DE PIEDRA


Hace unos meses me hice eco aquí, en un comentario, del despiste producido en el texto de la placa situada a la entrada del renovado Jardín de los Poetas, donde se reproduce el famoso soneto de Federico Muelas dedicado a Cuenca, suceso que también fue comentado en otros foros.
Hoy vuelvo sobre el asunto, pero para decir lo contrario, o sea, que el tonto error cometido entonces ya ha sido subsanado de la única manera posible: borrando la palabra incorrecta y poniendo su lugar el “limpia” que el poeta quiso escribir y escribió.
Coincidiendo con esa corrección se ha llevado a cabo la apertura, al fin, después de tantos años, de lo que queda de la iglesia de San Gil (bien poco, por cierto), rebautizada, precisamente por inspiración de Muelas, como Jardín de los Poetas, asunto que no se libró de las naturales bromas de pueblo tan humorista como el nuestro, porque quien más quien menos buscaba el jardín por algún lado. Difícil de encontrar, claro, donde no hay ni una maceta.
Tampoco se libro de la ironía ciudadana el alcalde de Cuenca que, al celebrar la reapertura, se congratuló de que la ciudad pudiera volver a disponer de “uno de los rincones más bonitos de Castilla-La Mancha y de España”, declaración de patriotismo localista que suscitó la natural rechifla en las redes sociales.
Por mi parte no diré nada sobre el resultado de la intervención, porque no es ese el tema de hoy. Con la recuperación del verso sobre Cuenca ya tenemos bastante.


martes, 14 de junio de 2016

UN VERSO MEJORADO: LIMPIA Y BELLA





            Antes (quizá ahora también) los niños conquenses aprendían de memoria aquello de Alzada en limpia sinrazón altiva / pedestal de crepúsculos soñados que venía a ser como el himno patriótico local. Sin ironías, está claro que Federico Muelas acertó con inspirada imaginación para dar forma a ese soneto de ejemplar estructura poética que sintetiza de forma sonora la realidad física y ontológica de Cuenca.
            Los canteros que han labrado las lápidas situadas a la entrada del nuevo Jardín de los Poetas, o sea, lo que queda de la iglesia de San Gil, no debieron ir a las escuelas en que se aprendían esos versos. No han cometido por ello ningún pecado literario, pero quienes han dirigido y controlado la obra, sí.
            Para honrar a los poetas han querido grabar ese soneto y a quien manejaba el buril se le fue la mano: donde decía limpia ha puesto bella. No se yo si desde el punto de vista estrictamente literario o poético ambos término son coadyuvantes; al menos, sí tienen las mismas sílabas, con la que la sustitución no rompe la estructura rítmica pero seguramente estamos todos de acuerdo en que ninguna mano está legitimada para quitar una palabra y poner otra.

            Así que ya sabemos: a ver cuánto tardan en preparar la nueva placa que sustituya a la que por ahora está profanando el famoso soneto.