miércoles, 31 de mayo de 2017

LOS VALDÉS Y SU TIEMPO


Este es un buen momento para recomendar una visita a la Biblioteca Pública “Fermín Caballero” y pasar un rato entre las vitrinas que exponen libros con varios siglos de antigüedad, en torno a la figura de Juan de Valdés y, complementariamente, también sobre su hermano Alfonso. La primera impresión apabulla: que alguien se haya dedicado a recopilar, recoger, buscar, coleccionar, comprándolos, naturalmente, estos libros que desprenden historia y sabiduría, todo a un tiempo es, en verdad, algo sorprendente. Pues eso es lo que ha hecho Antonio Escamilla Cid, cuya afición se orienta hacia algo tan encomiable como la que tenemos a la vista: ejercer una delicada afición bibliográfica (creo que también hacia otras cosas, pero aquí es esa la que interesa).
Tras las tinieblas, la luz: los hermanos Valdés, su época y su entorno, es el título, ciertamente expresivo, de lo que nos espera en esta exposición que no tiene la grandeza (en espacio) ni la parafernalia (en mecanismos publicitarios) que acompañan a otras y por ello no se tampoco si consigue el efecto deseable, el impacto cultural que debería ejercer en una sociedad cada vez más necesitada de estímulos como éstos, para compensar las miserias de una vida cotidiana envuelta en unos mecanismos tan vinculados a los impactos mediáticos de cada jornada (ya saben: corrupción por acá, Cataluña por allá, Ronaldo y Messi en este lado, procesiones a toda pastilla y cosas por el estilo).
La época que ocupan los hermanos Valdés y su propia obra ha dado para extensos trabajos de investigación y de interpretación. Quizá en esta exposición se enfatiza en demasía la vinculación de ambos con los movimientos reformadores que pusieron en cuestión los principios hasta entonces intocables de la Iglesia romana pero sin que yo quiera en absoluto desmerecer esas interpretaciones, me interesa mucho más la dimensión estrictamente literaria, más aún, lingüística de lo que ambos hicieron, poniendo firmísimos fundamentos para elaborar el idioma castellano que hoy utilizamos.
Ahí, en esa exposición, están ambas cosas, los libros de fundamento religioso al borde de lo herético y las obras literarias de profundo calado. Hay numerosas ediciones de las obras de ambos hermanos y también otras muchas relacionadas con el propósito que se desprende del encabezamiento, esto es, en torno a la Reforma en España y a los más destacados protestantes que en tiempos tan duro se atrevieron a alzar la voz, sin que falte, como es lógico, la adecuada representación de Constantino Ponce de la Fuente, otro cura conquense rebelde y por ello mismo pieza predilecta de la Inquisición. No faltan antiguas Biblias protestantes escritas en español, obras de Erasmo, Calvino y Lutero, acompañadas de una breve pero sustanciosa colección de grabados de los personajes protagonistas de la exposición.
Una cita muy interesante y una visita necesaria, aunque solo sea como curioso paseo por una parte fundamental de nuestra cultura colectiva.


jueves, 4 de mayo de 2017

UNA CALLE MAYOR MUY SINGULAR



            Hace apenas unos meses, en noviembre del año pasado, se celebró la 19ª Semana de Cine de Cuenca, recuperada tras varios años de ausencia por el Cine Club Chaplin y que, entre sus diversos ingredientes, todos ellos de contenido cinematográfico, como parece obvio decir, se incluyó un ciclo conmemorativo dedicado a la figura del director Juan Antonio Bardem y a la que, con toda probabilidad, fue su obra más significativa, Calle Mayor, rodada parcialmente en Cuenca en la que, según parece ser coincidencia generalizada, es la película que mejor y con mayor justeza ha sabido recoger imágenes de nuestra ciudad como soporte visual para un argumento narrativo. Calle Mayor es una historia que recoge con asombrosa fidelidad la vida y las miserias humanas (también la dignidad de su personaje femenino protagonista) en una pequeña ciudad provinciana en los duros años del franquismo y para ambientar ese relato, tomado de una obra de Carlos Arniches (La señorita de Trévelez), Bardem encontró en las calles, los rincones, los puentes y el paisaje de Cuenca el escenario adecuado.
            Aquella conmemoración, 60 años desde el estreno de la película, tuvo en el ámbito de la Semana de Cine tres soportes: un pequeño seminario, una gran exposición y, lógicamente, la proyección de la película en una versión restaurada y remasterizada, que permite ahora recuperar con plena nitidez aquellas magníficas imágenes en blanco y negro y a la que se acompañó, con características de estreno absoluto, el primer visionado de una entrevista realizada a Bardem en la Posada de San José, en la que habla de él mismo, su obra y su compromiso político y, naturalmente, del rodaje de la película en Cuenca.
            Ahora llega a las manos de los aficionados un excelente ejemplar impreso que recoge el desarrollo de aquella actividad. Cuenca, Bardem y su Calle Mayor, es un volumen editado por el Cine Club Chaplin y coordinado por Pepe Alfaro y Pablo Pérez Rubio, autores a la vez de la introducción al texto (que se abre con un comentario a cargo del presidente del Cine Club, José Luis Muñoz), con el que sitúan, con perspectiva histórica, la aparición de la película, su impacto social y fílmico y las motivaciones que han hecho recuperar aquel momento cinematográfico especialmente intenso, en el que Bardem eligió a Cuenca, aunque en la película nunca se menciona este nombre, como síntesis representativa de la España de un momento singularmente preciso, “con su rancio catolicismo, su estratificación social, su represión colectiva, su patriarcado y su asfixia general”.
            Tras este comentario inicial, el libro recoge el texto íntegro de las dos conferencias pronunciadas durante el seminario, “Calle Mayor, de Juan A. Bardem, y la imagen de Cuenca”, de Juan A. Ríos Carratalá, un texto verdaderamente esclarecedor, a cargo de un auténtico especialista en la obra de Bardem y “De conflictos, oposiciones y contrastes”, de Antonio Santamarina, hasta poco tiempo antes director de la Filmoteca Español y experto en el análisis de la realidad cinematográfica de la España que nos ocupa. Estos artículos se completan con un tercero, a cargo de uno de los coordinadores de la actividad, Pablo Pérez Rubio, quien desmenuza en forma crítica “Drama provinciano, melodrama del deseo”.
            Por su parte, Pepe Alfaro ofrece datos y detalles del rodaje de la película y aporta una curiosa noticia sobre el proyecto de Bardem de realizar una segunda parte, para la que incluso llegó a esbozar un guión, propósito que hubiera sido la oportunidad de volver a utilizar los escenarios de Cuenca. Finalmente, el contenido literario de este libro se completa con un breve artículo de Antonio Lázaro, autor de la entrevista con Bardem que hemos comentado anteriormente.
            La segunda parte del libro tiene contenido fundamentalmente gráfico, ya que incluye la totalidad de las fotografías, realizadas por Felipe López, que estuvieron montadas durante la exposición celebrada en el Centro Cultural Aguirre durante el periodo de celebración de la Semana de Cine de Cuenca. Se trata, realmente, de una colección de excepcional belleza plástica en la que dos elementos, película y ciudad, se combinan de forma extraordinaria para ofrecer una simbiosis tan expresiva como conmovedora de un momento ciertamente singular, vivido hace ahora 60 años, y recuperado con plena y sorprendente vigencia.