miércoles, 26 de abril de 2017

LO DEL CASTILLO DE GARCIMUÑOZ

           


          La RACAL ha decidido emitir un comunicado sobre "lo" del Castillo de Garcimuñoz, o sea, lo que ha sucedido allí con una presunta intervención restauradora promovida nada menos que por el ministerio de Fomento. Como comparto lo que dice el ente académico, presto esta tribuna para que el comunicado se pueda difundir más ampliamente y llegue hasta donde pueda llegar, o sea, a los ciudadanos interesados por la cultura y el patrimonio de nuestra provincia. Dice así el texto aquí reproducido:
          La Real Academia Conquense de Artes y Letras desea hacer pública su posición sobre la intervención realizada en la fortaleza de Castillo de Garcimuñoz. Se trata de un poderoso inmueble de noble presencia que ha sufrido el paso de los siglos con intervenciones poco afortunadas. Sus muros fueron utilizados como alojamiento de nichos del cementerio y en un amplio sector se instaló la iglesia parroquial de San Juan; además, una de las torres se transformó en campanario.
            Es claro que un monumento de estas características y relativamente bien conservado, al menos en su estructura general, animara a los responsables de la administración local y provincial a pensar en la conveniencia de aprovecharlo con fines turísticos. Largas y prolongadas fueron las gestiones para conseguir una intervención del Estado que pudiera cumplir ese objetivo. Finalmente, el gobierno atendió esos requerimientos y decidió llevar a cabo la intervención, con cargo al 1% cultural, a través del ministerio de Fomento.
            Resulta llamativo que una actuación estatal se haya podido efectuar sin atender la normativa vigente en materia de intervenciones en un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural y desoyendo las sucesivas advertencias emitidas por el organismo cualificado para ello, la Comisión Provincial del Patrimonio histórico-artístico.
También llama la atención que en todo el proceso se habla siempre de rehabilitación y restauración, cuando en la práctica lo que se ha producido es muy poca restauración y sí una atrevida intervención para implantar un contenido, en forma de estructura metálica moderna en un continente de muros medievales.
            La remodelación del castillo se realiza bajo un proyecto de la arquitecto Izaskun Chinchilla (Madrid, 1975) que ha implantado en el castillo una instalación diferenciada elaborada con elementos propios de la modernidad, incluyendo aportaciones cromáticas y técnicas contemporáneas. Es decir, se ha utilizado un edificio histórico, de determinadas características, como contenedor de un elemento absolutamente extraño para obtener unos fines que muy bien se hubieran podido lograr implantando ese elemento en cualquier otro lugar del municipio.
            La Real Academia Conquense de Artes y Letras no desea emitir ningún juicio o valoración sobre el trabajo de la arquitecto Izaskun Chinchilla, sino solo sobre el hecho de que tal obra haya sido incorporada al castillo de Garcimuñoz, distorsionando gravemente el carácter y la naturaleza de la fortaleza medieval, incluyendo los desconcertantes elementos decorativos que se han implantado en lo alto de las torres circulares y que alteran la visión general del edificio.
Los más de 2000 m2  del proyecto incluyen Cine al aire libre, Librería, Cafetería, Librería Visual y Librería de Música en lo que se denomina genéricamente “mediateca”. Los materiales principales utilizados han sido acero galvanizado, vidrio, madera y material cerámico con uniones 100% reversibles. Creemos que para conseguir este objetivo de presunta utilización popular y turística no hacía falta distorsionar el espíritu propio del castillo y lamentamos que se haya producido un nuevo e innecesario ataque contra el patrimonio histórico de la provincia y, además, desde un organismo estatal.



NIÑOS EN LAS BIBLIOTECAS


Casi todo el mundo sabe lo que es un Club de Lectura, una reunión de personas en torno a un libro, que se lee, se comenta, se discute, bajo la dirección o coordinación de otra persona, quizá un especialista, que busca en el texto los matices escondidos o los hechos sobresalientes que pueden ayudar a la comprensión de la riqueza existente en las páginas de ese volumen. El Club se reúne una vez a la semana, o al mes, o cuando lo fija el coordinador. Hasta aquí la teoría.
La novedad en el tema que hoy traigo a colación es que se trata de un Club Infantil. Doce niños, entre 7 y 8 años, han formado ese Club bautizado con el sonoro título de “Los Leones”. Lo coordina el padre de uno de ellos, Nacho Vignolo y tiene su sede en la Biblioteca Municipal del Centro Cultural Aguirre. Se reúne cada viernes en una de las salas, leen cuentos y por turno, uno detrás de otro, cada niño relata un párrafo del libro elegido para la ocasión, dando paso a otro compañero a medida que avanza la lectura y así se van enlazando consecutivamente en la narración, que todos siguen con profunda atención y que, además, ahora van completando con una especie de interpretación en voz alta, en el escenario del Centro, ayudando así a la dramatización del texto leído.
Por supuesto, un factor importante en el desarrollo de la actividad es el fomento de la capacidad de interpretación del texto, lo que obliga al coordinador a ofrecer explicaciones sobre algunos elementos del léxico que puedan resultar extrañas al vocabulario habitual de los niños o sobre algunos matices quizá ambiguos que también deben ser comentados para una correcta comprensión.

En estos tiempos dichosos en que tanto nos quejamos (casi todos) del preocupante nivel de lectura entre jóvenes y adultos, del retroceso que parece evidente en la letra impresa en papeles, cada vez más dominada por los artilugios electrónicos, que exista esta realidad de un Club de Lectura infantil nos ayuda a sentirnos menos pesimistas. Y lo seremos menos si el ejemplo cunde y surgen más clubes de este tipo en más bibliotecas públicas de nuestro ámbito provincial.
A lo mejor no todo está perdido. 

lunes, 24 de abril de 2017

ARTE ENTRE TURBAS


            Esta semana, hasta el 2 de mayo, todavía puede visitarse la exposición colectiva titulada “Turbas, arte y tradición”, organizada por la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Salvador, en la que, como es sabido de sobra, se integra la famosísima turbamulta que la precede haciendo resonar, sin parar un momento, tambores y clarines.
            Siempre se ha caracterizado esa cofradía por buscar un complemento literario y artístico a su propia existencia. Fue de las primeras (no me atrevo a decir que la primera de todas) que puso en la calle una publicación periódica anual, Cuadernos de Semana Santa, con la intención de fomentar los estudios sobre esta peculiar actividad conquense, tan arraigada. También ha buscado siempre la dimensión artística de la celebración, estableciendo relaciones muy íntimas con destacados creadores vinculados a Cuenca e incluso patrocinó una obra musical, titulada también Turbas, original de Cristóbal Halffter.
            De manera que no es un hecho sorprendente que haya promovido esta exposición colectiva, en la que participa medio centenar de artistas, algunos con obras que ya tenían de antes, otros con cuadros trabajados ex profeso para la ocasión y que vienen a ofrecer un curiosísimo muestrario de cómo ve cada cual esta singular manifestación, no se si decir religiosa o simplemente lúdica, que en la madrugada de cada viernes santo se escenifica espectacularmente por las calles de Cuenca.
            Es muy interesante, además de aleccionador, contemplar esta serie en las paredes de la sala de exposiciones temporales del Museo de Cuenca, en la calle Princesa Zaida, sobre todo ahora en que, pasado el habitual ímpetu inicial (todo el mundo se aglomera en estas citas el día de la inauguración, como si fuera a evaporarse después de los discursos) ahora es posible pasea por ella con tranquilidad, saboreando lo que cada cual ha percibido de las turbas, unos recogiéndolas en bloque, buscando el apretamiento de la masa, otros captando detalles sueltos, minimalistas incluso y, por supuesto, con mezcla y convivencia de todos los estilos imaginables, que eso tienen las colectivas, en que cada cual aporta lo que tiene.

            Como en este comentario no quiero seleccionar ningún artista en concreto (aunque, como es natural, tengo mis preferencias, faltaría más) recurro a una imagen general de la sala que puede dar, imagino, una imagen cabal de lo que allí hay.

BONITO DÍA DEL LIBRO





            Esto no es como Barcelona, pero cuando uno hace lo que puede tampoco debe exigírsele más de la cuenta. Es cierto que la foto puede resultar engañosa, porque está tomada a comienzos de la jornada y aún hay poca gente curioseando; luego la cosa se fue animando, con la ayuda del buen tiempo que a mediodía y por la tarde ofrecía algo parecido al calorcillo primaveral lejos del rigor tempranero.
            Era, una vez más, el Día del Libro, en jornada adelantada por aquello de que aquí se le sigue teniendo mucho miedo al domingo y todo el mundo (o sea, los libreros) piensan que mejor en sábado. Las autoridades acudieron puntualmente a la cita obligada para ofrecer sus discursos a la concurrencia, coincidiendo todos (y ya es cosa curiosa que coincidan en algo) en defender y proclamar la importancia de la lectura, el valor social y humanístico de tener un libro en las manos, el compromiso con el mantenimiento de ejemplares en papel, en la seguridad de que podrá resistir el empuje de las tecnologías en forma de pantalla.
            En la acerca de la Plaza de la Hispanidad, ocho librerías cuidadosamente ordenadas en fila ofrecían a los curiosos una nutrida batería de títulos, con predominio destacado de los betsellers y los libros infantiles y juveniles junto a la clamorosa ausencia de libros sobre Cuenca o de autores conquenses, aunque algunos de estos últimos aún se atrevieron a convocar citas para firmar ejemplares.
            Esto no es Barcelona. No hay una multitud apretujándose por las Ramblas, no vienen los grandes santones de la literatura (entre otros motivos porque todos están allí), no hay rosas (un año las hubo pero parece que el invento no cuajó), pero hay libros, mostradores con libros, paseantes buscando aquella sugerencia que pueda atraer su atención y libreros, esforzados libreros que siguen peleando por conseguir que la fiesta no decaiga.

            Es un día bonito este 23 de abril. Está bien que lo mantengamos, que se mantenga muchos años más. Si es posible, siempre.

domingo, 23 de abril de 2017

LOS ARTÍCULOS DE RAÚL DEL POZO


            Leo en El Mundo, su periódico de todos los días, que Raúl del Pozo publica (o le publican, que es más correcto decir) un nuevo libro, El último pistolero, en Círculo de Tiza, antología elegida entre los artículos aparecidos en su columna diaria, en la última página (o contraportada, que dicen algunos) en ese mismo periódico, rincón de privilegio visual que heredó a la muerte de quien lo ocupaba, Francisco Umbral.
            No quedan ya, me parece, muchos escritores de artículo por día (aunque descanse los fines de semana). Yo lo estuve haciendo durante años y se perfectamente cuales son las miserias y las mieles de semejante ocupación, con una preocupación que empieza en el mismo momento en que uno abre los ojos por la mañana y se encuentra con la perspectiva de tener que buscar un tema para el comentario, a la que sigue otra no menos inquietante y que Raúl del Pozo explica con una frase rotunda: “Lo mío con el estilo es una lucha despiadada”, que sin duda no comprenderán los que se lanzan alegremente a la escritura diciendo de corrido la primera barbaridad que se les ocurre y sin corregir ni una coma.
            Del nuevo libro que ahora se anuncia no me gusta el título, aunque entiendo perfectamente el sentido, como es natural en alguien que, como yo, siente devoción inmarchitable por el western, pero en los convulsos tiempos que corren quizá habría que hacer apelaciones más claras al diálogo y el respeto y menos a las pistolas o cualquier otro signo de violencia. Algo que tiene sentido total sabiendo que tras ese libro y esas páginas hay un hombre radicalmente pacífico, que ama la vida con profunda devoción.
            Raúl del Pozo es un periodista integral y ese es su terreno natural, aunque a veces haya realizado inmersiones en la literatura. En su quinta novela, Ciudad levítica (2001), la acción se ambientó en Cuenca, si bien este nombre no se escribe ni pronuncia una sola vez, pero todas las referencias internas aluden a esta ciudad de nuestros pesares. La última publicada, El reclamo, ganó el premio Primavera en el año 2011 y fue un título que recibió escaso eco en el embarullado sistema de la crítica en medios periodísticos quizá porque, como escribió Carmen Rigalt, “el silencio es un arma cargada de intenciones (luego dirán del periodismo basura)” antes de afirmar, rotundamente, que Raúl del Pozo es el último escritor del siglo de oro.
            Como tantos otros escritores o artistas, conserva en la memoria y en la retina la esencia de Cuenca. Lo repite ahora, en un tono suave, cadencioso, no sin un punto emotivo, cuando el periodista le pregunta qué conserva de su tierra natal: “El lenguaje y el paisaje. Lo poco que sé y con lo que me defendí me lo ha dado Cuenca. Ese idioma limpio como las piedras del río. Ese castellano que es historia, que es Castilla. El sitio de los maquis, los pastores, los resineros. Mi niñez dorada de cazador furtivo”.


viernes, 21 de abril de 2017

MINISTRO MENTIROSILLO


            Después de muchos años sin contar entre nosotros con tal figura, ahora ya tenemos en Cuenca ministro, alguien que se sienta en la mesa del Consejo donde se toman las grandes decisiones para administrar el país. Nos podía haber tocado un ministro de Fomento, o de Industria, o de Sanidad, alguien del que se pudieran esperar medidas e inversiones a favor de esta depauperada provincia. Pues no, nos toca el de Justicia y como estos son tiempos convulsos, haría falta una mente preclara y una voluntad de hierro para manejarse entre aguas tan turbulentas.
            En realidad, con la Constitución en la mano, la cosa debería ser fácil: división de poderes si cada uno fuera capaz de dedicarse a lo suyo y no interferir en las competencias de los demás. Pero al ministro de Justicia, Rafael Catalá, le pierde la verborrea incontenible, un afán inmoderado por explicar a cada momento qué está haciendo la Justicia, ofreciendo interpretaciones tan peregrinas que forman ya un buen catálogo de dislates.
            Eso sí: cada vez que habla, el ministro proclama que la administración de Justicia es autónoma y toma sus propias decisiones. Entonces al ministro se le pone la misma cara de mentirosillo que cuando de niños intentábamos engañar a nuestra madre o al maestro, ofreciendo justificaciones que se habían caído por su propio peso antes incluso de empezar a hablar.
            Como al señor Catalá se le van encadenando los escándalos unos tras otro, ayudado además por la torpeza de los responsables de la fiscalía, a los que con toda evidencia está manipulando, según cuentan un día sí y otro también los medios nacionales que siguen estos casos, no resulta disparatado imaginar que en cualquier momento alguien le va a organizar un escándalo parlamentario. Solo falta que Ciudadanos, el grupo que apoya al gobierno, se canse de tantos manejos incongruentes para pedir la cabeza del ministro Catalá. Que podría ahorrarse el disgusto si hiciera lo que debe hacer: callarse y dejar que la administración de Justicia actúe por su cuenta, de forma libre y autónoma.
            Por lo pronto, ya han pedido su inmediata comparecencia ante el Congreso, con la advertencia de que si sus explicaciones no son satisfactorias, pedirán su reprobación. O el diputado por Cuenca se endereza y aprende a estarse quieto o le espera un porvenir algo tormentoso.


martes, 18 de abril de 2017

LA ROLDANA Y SISANTE

            
         Los anglosajones han descubierto a La Roldana y, como siempre que sucede tal cosa, ahora el mundo entero se lanzará a participar de tan notable hallazgo. Lo cuenta Margot Molina en El País, ese periódico que antiguamente era el oráculo de todas las verdades y que algunos seguimos leyendo pese al disgusto que nos provocan muchas de sus páginas (en el fondo y en la forma). No es este el caso que hoy me ocupa. En resumidas cuentas: las obras de Luisa Roldán, sevillana de nacimiento, hija del escultor Pedro Roldán, se han convertido en objeto de deseo para templos del arte como el Metropolitan o la Hispanic Society, de Nueva York, el Victoria and Albert de Londres o el Museo Paul Getty, de Los Ángeles, y ello, como dice la autora del artículo, ha traído consigo una resurrección de la artista en su propio país, donde dormitaba en los amables almohadones del olvido.
            Hay un sitio en el que tal cosa no ha ocurrido. El nombre de La Roldana ha estado siempre muy vivo en el corazón de Sisante, cuyo convento de clarisas conserva un espectacular Nazareno que desde hace tres siglos es considerado una de las joyas del arte afincado en la provincia de Cuenca. Así lo reconoce también el historiador y conservador de la Hispanic Society, Patrick Lenaghan, en una conferencia pronunciada hace unos días en el museo del Prado, en la que destacó, entre los hallazgos de Luisa Roldán, esta impresionante escultura sisanteña.
            No está mal que se produzca esta reivindicación artística y tampoco que ello sirva para la puesta en valor tanto del nombre de Luisa Roldán como del convento que alberga la figura de su más conocido Nazareno.


domingo, 16 de abril de 2017

LUCES Y SOMBRAS EN LA SMR


Lo más importante y destacado de la 56 edición de la Semana de Música Religiosa es que ha podido celebrarse. Si retrocedemos las miradas un poco hacia atrás, apenas a lo que pasaba y se decía hace un mes, podemos decir, con satisfacción, que los agoreros, interesados unos, sinceros quizá otros, no han visto cumplirse sus profecías ni tampoco las zancadillas han surtido más efecto que algún revolcón a destiempo. Ni siquiera las previsibles angustias económicas derivadas del cuantioso déficit y deudas (son dos cosas diferentes) acumulados por la anterior dirección del festival han podido enturbiar el desarrollo de la Semana, entre otras cosas porque las administraciones, en este caso, además de molestarse unas a otras acudieron a solventar las cuestiones dinerarias a tiempo de que los conciertos y sus actividades paralelas pudieran ponerse en marcha.
La programación ha suscitado algunas controversias. Los detractores del nuevo director han sacado a relucir una amplia batería de críticas, entre las que hay algunas cargadas de razón. Por ejemplo, el fácil recurso a momentos espectaculares siempre propicios al éxito fácil, como el concierto del viernes santo con el Réquiem Alemán, de Brahms, oído tantas veces que algunos ya casi se lo saben de memoria, o el bellísimo Stabat Mater de Rossini, que siempre se agradece, como también han sido bien recibidas las propuestas selectivas, minoritarias (el violonchelo de Gaetano Nasillo, por ejemplo, en el Espacio Torner).
La gran apuesta de la nueva dirección es la Academia de la Semana de Música Religiosa, formada por una orquesta y un coro de marcada presencia juvenil y un desbordante entusiasmo en la interpretación. Tantos los conciertos como las actuaciones reducidas en otras iglesias han venido a demostrar que el invento tiene posibilidades aunque a la vista de experiencias anteriores son comprensibles las dudas que se plantean ante la efectiva viabilidad de la agrupación. Habrá que esperar a los anunciados conciertos próximos (junio, octubre y noviembre) para poder comprobar en qué queda realmente la experiencia
A los escépticos de primera hora, vinculados quién sabe por qué tipo de lazos afectivos con la anterior directora, les ha venido bien la inclusión en el programa de una propuesta tan discutible como la ofrecida el sábado con la sorprendente presencia en el escenario del Teatro-Auditorio del Cántico espiritual preparado por Amancio Prada y estrenado, como él mismo se encargó de recordar, hace nada menos que la friolera de 40 años. Recuperar ahora un montaje realmente obsoleto y fuera de lugar en el marco de la Semana de Música Religiosa, a pesar del potente acompañamiento del coro de RTVE, no parece que se pueda incluir entre los aciertos del nuevo programador de quien se puede temer, como dice el crítico Manuel Millán de las Heras, “que podría legitimar este tipo de ocurrencias en los años sucesivos”.
Más vale que no. Estos experimentos valen una vez y no más.
Con todo, admitiendo las circunstancias anómalas en que se ha desarrollado esta edición, empezando por la precipitada elección de Cristóbal Soler, el escaso tiempo disponible para prepararla y las dificultades que acompañaron sus primeros pasos, no hay más remedio (y es justo) que darle un margen de confianza y ahora, con un año de perspectiva por delante, esperar a ver cual es el planteamiento y desarrollo de la próximo edición.
De esta, como digo al comienzo, lo importante es que se ha podido celebrar. Y no ha sido poco.


viernes, 14 de abril de 2017

¿POR QUÉ GRATIS?


En Ciudad Real y Talavera de la Reina están haciendo palmas con las orejas porque, dicen, la Semana de Música Religiosa sale por primera vez en su historia de la capital conquense para llegar también a esas ciudades de nuestra Comunidad Autónoma. En la afirmación se  esconde un doble equívoco. Primero, no es cierto que la SMR salga de Cuenca por primera vez, porque ya en años anteriores hubo conciertos en otras localidades de la provincia de Cuenca. Y segundo, porque lo que sale de Cuenca no es la SMR sino la Orquesta y Coro de la Academia de la Semana de Música Religiosa, cosa bien diferente, aunque a vuela pluma y de prisa parezca que es lo mismo. A alguien (lo se de buena tinta) le interesa difundir la idea de la que la Semana ya no es una exclusiva de Cuenca sino de toda la región. Convendría dejarlo claro y las cosas en su sitio. La Semana de Música Religiosa de Cuenca se celebra en Cuenca y no en otros sitios.

Aparte estos matices, que no son baladíes, es un hecho digno de ser destacado que exista la Academia de la SMR, cuyo debut en el Teatro-Auditorio, el pasado martes santo, fue realmente un acontecimiento merecedor de todos los elogios posibles teniendo en cuenta diversos factores: el corto tiempo que ha habido para su formación y ensayos, la notable juventud de casi todos sus miembros, la enorme dificultad de la obra elegida. El resultado, ya lo digo, fue altamente satisfactorio.

Se trata de una ingeniosa aportación del nuevo director del festival, Cristóbal Soler, quien explicó en su momento algo que se ha dicho en repetidas ocasiones, sin llevarlo a cabo: “El panorama musical español exige que tomemos conciencia de la necesidad que los jóvenes músicos nacionales tengan un locus intermedio entre la finalización de su formación y el acceso al mundo laboral. Hoy día, la necesidad de experiencia previa y la falta de dicho locus dificulta su entrada en las grandes formaciones musicales. Pensamos que la instauración de una Academia asociada a la Semana de Música Religiosa puede ser un gran ejemplo y una gran oportunidad en este sentido”.

Esto, como he dicho antes, se ha intentado en bastantes ocasiones, pero recurriendo siempre a obras de repertorio (ya sabe: Beethoven, Mozart, Vivaldi y parecidos), asequibles siempre tanto para los jóvenes músicos como para el público.

En este caso, la diferencia es que la obra elegida viene a ser todo lo contrario.
Lazarus. Oder: die Feier der Auferstehung, es un drama religioso inacabado, de Franz Schubert, quien lo previó con tres actos o partes y solo llegó a componer algo menos de uno y medio. Quizá por ese concepto de ser obra incompleta o por su intrínseca dificultad, ha sido interpretado muy pocas veces y de hecho en Cuenca era una auténtica novedad. Lo han cantado seis jóvenes y sin embargo ya magníficos solistas: Marga Rodríguez, Mónica Campaña, Inés Ballesteros, José Luis Solá, José Manuel Guinot y Carlos Daza, todos, como se ve por los nombres, españoles, lo cual también es una novedad a destacar, porque no siendo yo nacionalista en cosas de arte y cultura sí cansa un poco esa especie de papanatismo que los programadores de élite muestran hacia cantantes extranjeros de nombres impronunciables cuya presencia y sobre todo sus voces, en bastantes ocasiones dejan mucho que desear. Y experiencias varias hemos tenido, incluida la Semana de Música Religiosa. Junto con los solistas, el coro, magnífico, perfectamente coordinado y no menos valioso el trabajo de la ejemplar orquesta, dirigida de manera nada estridente por José Sanchis. En resumen y sin querer competir con los críticos especializados, que de esto saben mucho, considero que la presentación de la Orquesta y Coro de la Academia de la SMR ha sido un gran acontecimiento que, para serlo del todo, debería estar marcado por la continuidad y permanencia y que, como también es habitual en el sistema informativo conquense, no ha sido resaltada como hubiera sido lógico y deseable..

Es esta agrupación orquestal y coral la que ha salido de Cuenca para hacer una pequeña gira por la región, visitando dos de las más importantes localidades de Castilla-La Mancha. Dos conciertos patrocinados por la Junta de Comunidades que ha cometido el error garrafal de ofrecerlos a estos públicos con entrada gratis. Esa es una forma de actuar siempre criticable, allí, aquí y en cualquier sitio. Responde al demagogo y erróneo concepto de que la cultura debe ser gratuita. Y, además, en este caso supone un agravio comparativo: ¿por qué es gratis en Ciudad Real el viernes y en Talavera el sábado cuando en Cuenca los precios eran de 30 y 25 euros?. Y, naturalmente, no estoy defendiendo la idea de que en Cuenca el concierto también debería haber sido gratuito, sino la contraria: todo el mundo debe pasar por taquilla.

Como es comprensible, de esto no tiene la culpa la Academia de la SMR sino esa inmoderada tendencia que algunos organismos públicos tienen hacia prácticas de populismo ramplón, pesando que eso se puede traducir en votos. Naturalmente, cuando llega la hora de votar, el personal piensa en otras cosas,
no en que un día, años atrás, fue a un concierto gratuito.



jueves, 13 de abril de 2017

RUTA BARROCO MUSICAL POR CUENCA



         He tenido la oportunidad de participar en una buena idea. La idea hubiera sigo igualmente buena aún sin contar conmigo, pero como me invitaron a formar parte de ella, lo digo. La invención se llama “Ruta Barroca” y lleva un subtítulo explicativo: “Música y Arquitectura”. Es uno de los actos paralelos inscritos en el programa de la Semana de Música Religiosa, que este año cumple su edición número 56 y que se está desarrollando con toda normalidad, a pesar de los agoreros que preveían los males del infierno a causa de las dificultades surgidas en la transición entre el grupo directivo cesado y el que ha llegado nuevo.
         La idea consiste en recorrer una serie de iglesias marcadas por el periodo barroco y singularmente por la activísima presencia del gran José Martín de Aldehuela. La ruta barroca, gratuita para los asistentes, dicho sea de paso, se inició el miércoles en la iglesia de la Virgen de la Luz, continuó con la capilla del Hospital de Santiago (donde hice yo la oportuna explicación) y concluyó ese día en la iglesia del monasterio de la Concepción franciscana, en la Puerta de Valencia. En cada caso había una intervención sobre las características históricas y artísticas del edificio elegido y un breve concierto con obras de Haendel, los dos primeros con intervenciones vocales y el último exclusivamente musical. Por cierto, las tres interpretaciones, magníficas.


         Un amistoso grupo formado por unas cincuenta personas participó animosamente en la excursión urbana, caminando por las calles de Cuenca de edificio en edificio, una experiencia que considero ha sido del máximo interés. En el grupo había por lo menos tres ciudadanos de Cuenca, cifra considerable si tenemos en cuenta la apretada agenda que los conquenses tenemos esos días, entre procesiones, preparativos para las procesiones, visita a las terrazas de los bares, paseos por los centros comerciales y otras actividades similares. Que tres personas tengan interés por visitar los edificios monumentales de su ciudad es verdaderamente un caso muy meritorio.
         (La foto primera corresponde a la pequeña pero hermosísima iglesia del Hospital de Santiago. La segunda, de Santiago Torralba, al grupo de músicos que actuó en el concierto).


DIAS FESTIVOS EN CUENCA


En Cuenca del Ecuador están de fiesta esta semana. Al ritmo de la 'Chola Cuencana' y el 'Por eso te quiero Cuenca', 14 comparsas de las empresas públicas municipales, entes adscritos y fundaciones pusieron la noche del lunes la nota festiva con la que arranca la celebración por los 460 años de fundación de la ciudad, suceso, como es sabido, promovido por la iniciativa del virrey Andrés Hurtado de Mendoza, nacido en la otra Cuenca, la de España, que entre sus características más acusadas (y tiene docenas, a cual peor) figura la de haber olvidado por completo a aquella Cuenca ecuatoriana nacida al otro lado del mar.
        El desfile, según cuentan los digitales cuencanos, ofrecía diversas escenificaciones históricas, con alusiones a leyendas y tradiciones. En el eje de la celebración, la reina del festejo, Doménica Cordero.
La familia Vanegas presentó una comparsa de la Cuenca Prehispánica, colonial y actual. Las cholas cuencanas gigantes que ya son tradicionales también recorrieron la avenida Loja, acompañadas por zanqueros y jóvenes de batucada con espectáculo de fuego. La guardia ciudadana presentó su espectáculo sincronizado de motociclistas.
En otro lugar se nos cuenta que la empresa EMAC recreó la Plaza de las flores, con cholas que repartían flores, vendedores de espumilla y las comerciantes de flores. Mientras, la banda de la Guardia Ciudadana se instaló en la plaza de San Roque y el público bailaba a su alrededor.
La mañana de este martes el desfile fue de la Morlaquía, en donde desfilaron colegios como el Abdón Calderón, Benigno Malo y los estudiantes de la Universidad Católica de Cuenca y sus entidades adscritas.
Doménica Cordero, Morlaquita 2017 cerró el desfile en su tradicional carroza adornada de flores. "Mi ciudad tiene mucho que enseñar, su gente es inteligente, hábil y amable, y sus paisajes son de los mejores", dijo la joven quinceañera, quien invitó a visitar esta ciudad en el tiempo feriado.
A mí, la verdad, todo esto, y especialmente el sencillo y amable relato del desarrollo de la fiesta ecuatoriana, me produce un profundo sentimiento de melancolía. Porque, ¿qué celebran tan alegre y vistosamente los habitantes de Cuenca del Ecuador? Pues que el 12 de abril de 1557 un conquense llamado Andrés Hurtado de Mendoza decidió fundar aquella ciudad y ellos no olvidan una fecha tan señalada. ¿Y en esa otra Cuenca, la de España, que da nombre a aquella? ¿Alguien festeja o celebra algo? Pues, sí, hombre, con la ocupación que genera la Semana Santa vamos a estar pendientes de cuestiones tan simples…
Y si alguien tiene curiosidad, puede entrar en las varias páginas digitales que informan de los festejos que hay esta semana y luego los compara con el programa de las fiestas de san Julián y quedará, por lo menos, apesadumbrado.
No hay más que verlo.

viernes, 7 de abril de 2017

IMÁGENES DE CARLOS ALBENDEA


Durante toda su vida, y más aún en los últimos años, Carlos Albendea ha estado siempre haciendo bromas con su progresivo acercamiento a la muerte, buscando en los demás el natural estímulo sobre lo bien que se conservaba, pese al envejecimiento, algo que ya iba resultando difícil de decir (y más aún, de creer) porque el deterioro físico era evidente. En octubre pasado cumplió 92 años y no ha podido hacer realidad el sueño de llegar a los cien. Uno de estos días pasados, no se exactamente cual (los periódicos conquenses, en papel o digitales, ya no siguen el rastro de los fallecimientos y así es difícil llevar el cómputo de las pérdidas), la vida de Carlos Albendea se apagó silenciosamente, según me dice, sentado en una silla, sin protestar ni quejarse.

Hay un perfil del personaje que lo vincula a la secretaría administrativa de la Escuela de Magisterio, en su antigua sede de la calle Astrana Marín, donde el terror de los alumnos por su forma rigurosa de aplicar a todo el mundo los rigores de la burocracia en forma de papeles, sellos, pólizas, certificados y demás invenciones propias del caso, rigor que se atemperaba de manera muy notable si quien había al otro del mostrador tenía unos ojos sugerentes, una mirada pícara o unas piernas bien torneadas, que él admiraba, piropeaba y lisonjeaba al hispánico modo, no sin algo de picardía verbal.

Y hay otro perfil, el que yo quiero destacar aquí, entre otros motivos porque es el que el me hizo relacionarme más directamente con él, el fotógrafo innovador, el que tenía en las manos las cámaras más avanzadas y los objetivos más audaces, siempre a la búsqueda del rincón conquense más original o del detalle artístico de mayor significación y detalle. Nadie como él fotografió la catedral, por cuyos rincones y capillas tenía bula para campar libremente mientras que sus imágenes espectaculares, sobre todo las que hacía con el objetivo ojo de pez, el único entonces existente en el gremio de fotógrafos locales, como esta que forma parte de mi colección particular y que aquí acompaño para recordatorio de los antiguos y conocimiento de los jóvenes.


Un día, Carlos Albendea colgó las cámaras. Por más que se lo pregunté, no hubo manera de conseguir una explicación convincente. Me he cansado, la fotografía ya me aburre, decía como monocorde respuesta. Hace unos años casi conseguí convencerlo de que sacara todos los negativos y recuperara algunas imágenes para hacer una exposición suficiente como para volver a revitalizar su trabajo de tanto tiempo. Casi lo conseguí pero no fue posible. El leve entusiasmo que pareció mostrar se evaporó rápidamente y ya no hubo posibilidad alguna. Ni siquiera me quiso explicar en detalle qué había sido de su archivo personal. Espero que quien lo haya heredado lo trate con el necesario y respetuoso cuidado, el mismo que, creo yo, merece el recordatorio del amable cascarrabias que fue Carlos Albendea.