martes, 22 de noviembre de 2011

NI UNA PALABRA



Bueno, pues ya está, tanto desearlo (él, ellos), tanto esperarlo (nosotros), tanto cantar las previsiones, las encuestas, los augurios, y ya está, listo y preparado para entrar en la Zarzuela y comenzar a pergeñar en la práctica los desastres que corresponden a todo presidente del gobierno. Dejo de lado el enorme repertorio de asuntos generales para centrarme en uno, el que realmente me interesa y por el que existe este blog. De Rajoy no conocemos prácticamente nada de lo que va a hacer en adelante (buen cuidado ha tenido de mantenerlo en silenio) pero menos que nada sobre ese asunto tan resbaladizo al que llamamos cultura. Ni una sola vez se le ha deslizado entre los labios semejante vocablo. Para ser justo y equilibrado es preciso reconocer que a su oponente, Rubalcaba, tampoco. Fue desolador cargar con aquel remedo de debate, moderado de manera tan patética por Campo Vidal (pena de periodista reducido a ese papelón) y ver cómo se iban pasando los minutos sin poder oir ni una sola cosa de fuste real. Y, por supuesto, sin que por allí asomara, ni remotamente, la más pequeña alusión a qué pensaban hacer ambos prebostes políticos con la cultura. Concepto que tampoco ha aparecido, ni poco ni mucho, en la campaña. Así que no debemos hacernos muchas ilusiones sobre lo que nos espera en el futuro, inmediato o lejano. Estoy por creer que a estas altura, Rajoy ni siquiera ha pensado en mantener el ministerio de Cultura. Y bien pensado, ¿para qué? Si no hay nada que hacer en ese territorio, si no hay contenidos, si no hay presupuestos, ¿para qué un ministerio entero? Con que haya un jefe de negociado que se encargue del Museo del Prado y algunas otras cosillas desperdigadas por ahí, suficiente. Que ya la SGAE se encarga de todo lo demás.

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