lunes, 29 de abril de 2013

OTRO PUENTE CONDENADO


Siempre me han parecido de un enorme patetismo las imágenes de los puentes abandonados, puentes en desuso, que tuvieron su utilidad, en muchos casos considerable, en épocas pasadas, antes de que los nuevos trazados de los caminos que sobre ellos cruzaban fueran cambiados de orientación. Allí, al lado de las carreteras de nuevo cuño, han ido quedando estas considerables obras de ingeniería pero no solo desde el punto de vista técnico, sino también de enorme belleza en su trazado y esbelta configuración, cuando hacer estas obras era un trabajo artístico y no solo un diseño funcional. No son pocos los hermosos puentes que cruzan los ríos de la provincia de Cuenca (el Castellar, el de Cristinas, el de Santa Ana) condenados por el peor de los males, la indiferencia, la insensibilidad, a desmoronarse pacientemente, año tras año, sin que nadie acuda a remediarlos y conservarlos, no por útiles, que ya no lo son, sino por bellos, como ingredientes naturales del paisaje. Ahora que el puente del Chantre, sobre el Júcar, ha sentido en sus piedras el destrozo causado por las humedades de las fortísimas tormentas de esta primavera, ahora que sus piedras se hunden, surge una voz municipal diciendo que van a estudiar un remedio para ver si se puede salvar, llamando como pedigüeños a la puerta bien provista de la Confederación Hidrográfica del Júcar, para que ponga los dineros. Y, como siempre, uno se pregunta -inútilmente: ya conocemos la respuesta- si no hubiera sido mejor cuidarlo cuando estaba entero y no permitir que se fuera desmoronando paso a paso, a la vista de todos.

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