lunes, 2 de diciembre de 2013

LAS BARBAS DEL VECINO



No creo que nadie se haya alegrado del cierre de Canal Nou, la televisión autonómica valenciana. Menos aún nos podemos alegrar los periodistas y menos todavía quienes ya antes habíamos pasado por esa experiencia, traumática hasta donde sea posible imaginarla. El poder no debería tener la capacidad de decidir cuándo hay que echar el cierre a una empresa, sea de elaboración de cosméticos, fábrica de calcetines o sistemas de mecánica rápida. Y no debería tenerlo, de ningún modo, en el caso de los medios informativos. Ellos, los del poder, cerraron Diario de Cuenca, en una actitud miserable que dejó sin periódico a esta provincia en el año 1984, sin que la sociedad fuera capaz de reaccionar de manera activa para impedir semejante actuación pirata de aquel gobierno (el mismo que en su campaña electoral había prometido hacer todo lo contrario, abriendo así el generoso camino a los incumplimientos sistemáticos de las promesas electorales, que son hoy el pan de cada día). La sociedad valenciana sí ha querido reaccionar, al final, cuando ya no había remedio. Lo ha hecho olvidando que durante años han denostado la asquerosa calidad, la cantidad de perrerías que esa TV ha estado cometiendo durante más de dos décadas, mal informando, manipulando, actuando servilmente siempre hacia las decisiones de sus gobernantes. Ahora, el último día, los trabajadores se dieron cuenta de que nunca jamás habían permitido que a sus cámaras y micrófonos accedieran las víctimas del terrible accidente del metro en la estación de Jesús y ahora sí, el último día, han dado la voz a quienes han sido marginados por ellos mismos, cómplices de los dictados del poder. No me alegro del cierre de la TV autonómica valenciana, pero en su historia llevarán siempre colgado el estigma de haber incumplido la sagrada obligación de informar, ser veraces y actuar con honestidad. Hacerlo el último día no les justifica. Más bien el caso debería servir de ejemplo para otros similares. Se han debido dar cuenta en TVE, la pública, la primera de todas, cuyo comité de redactores alerta de lo que está sucediendo, con una información cada día menos creíble, más banal, donde se da prioridad a lo intrascendente y se diluye lo que importa, en una sutil forma de dar satisfacciones al gobierno que todo lo puede y todo lo controla. Y también debería servir el ejemplo para otras televisiones, alguna muy cerca de nosotros, ejemplo de manipulación descarada y parcial seguimiento de consignas. La imagen irreal que transmite diariamente la TV autonómica de Castilla-La Mancha demuestra su perfecta inutilidad, su inadecuación al mundo y al tiempo en que vivimos. Es un medio insustancial, vacío, falso, que no echaríamos de menos si también lo cerrasen. Aunque en el último día hubiera lloros, lamentos y manifestaciones.

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