martes, 17 de junio de 2014

VIAJEROS A TRAVÉS DE LAS LETRAS


 
         Las malas noticias, aunque se esperen, son igual de malas y, curiosamente, también llegan de manera inesperada. Ese es un factor que suele acompañar siempre a la muerte, que solo los más allegados están en condiciones de asumir con aparente normalidad. Los demás, quienes estamos lejos del amigo que emprende el camino, recibimos el mensaje con algo de sobresalto e incluso con días de retraso. Así toca hoy anotar la pérdida de Ángel Villar Garrido (Leganiel, 1947), ingeniero, investigador y, junto con su hermano Jesús, pertinaz buscador de textos viajeros por el territorio de Castilla-La Mancha, singularmente por la provincia de Cuenca, a la que dedicó (dedicaron) un volumen espectacular por su contenido tanto como por la sabiduría demostrada por quienes acertaron a rastrear cuantas palabras, visiones y observaciones se han realizado sobre nuestra tierra.

         Ingeniero técnico industrial, de joven participó en no pocas aventuras culturales, sobre todo en el terreno teatral como aficionado. También rodó un corto dedicado a Madrid y a Juan Ramón Jiménez, participó en cursos sobre movimientos artísticos, antes de emprender la titánica empresa de hacer antología de los textos viajeros. Así apareció Viajeros por la historia (1997), referido al conjunto de Castilla-La Mancha, que completaron con un volumen dedicado exclusivamente a Cuenca (2004), otro a Albacete (2006) y un tercero a Guadalajara (2006), quedando pendientes los dedicados a Toledo y Ciudad Real. Más tarde apareció otro texto parecido, aunque con un planteamiento diferente: La Guerra de la Independencia en CLM vista por viajeros extranjeros. En ese recorrido por las gentes y los paisajes no faltó la mirada afectuosa hacia el pueblo natal: Leganiel, un pueblo y algo más (1984). Algo más debería decirse también aquí, para impregnar de emoción palabras que pueden parecer frías, mera crónica biográfica, incompletas si no se menciona la enorme calidad humana de quien ahora está ya de viaje hacia el territorio ignoto, el que nadie ha podido contar ni resumir. Y al que deseo acompañar con el mejor de los deseos, el de que haya encontrado ya el sosiego y el descanso que en sus doloridos últimos años no pudo disfrutar.

 

 

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