sábado, 18 de abril de 2015

UNA SANA ENVIDIA


En Toledo se lo han montado bien. No ahora, sino hace ya mucho tiempo. Lo digo con envidia, con sana envidia. La que provoca (al menos, a mí) las cosas bien hechas que uno quisiera ver también por aquí, más cerca. Toledo y Cuenca, como seguramente sabe todo el mundo, coinciden en un nada pequeño detalle: ser ambas Patrimonio de la Humanidad, algo que muy pocas ciudades pueden decir en voz alta; desde luego, en Castilla-La Mancha solo dos, ellas. Pero a partir de aquí se acaban las coincidencias. Por algún motivo misterioso, que tiene que ver con la peculiar idiosincrasia de las clases dirigentes en ambas ciudades, Toledo le saca muchísimo partido a esa distinción y en Cuenca están siempre, como vemos de manera constante, a la habitual disputa del tú eres más y peor, y así, entre galgos y podencos, la casa sin barrer y el futuro estancado, siempre en lo mismo. Viene esto a cuento (o al hilo) de la reciente celebración de ese día anual que la Real Fundación de Toledo dedica a entregar premios y galardones, a recibir autoridades (este año, con la reina Sofía a la cabeza) y a pronunciar discursos por un lado laudatorios hacia la ciudad toledano y de otro reivindicativos. Así, hemos podido oír (o leer, que viene a ser lo mismo) cómo en esa jornada los empresarios reclaman una ley de mecenazgo que ponga fin a las malas formas de Hacienda y promueva la intervención de capital privado en las actividades de promoción cultural. Y eso que en el famoso y bien orquestado año Greco la ciudad pudo contar con el dinero de, nada menos, que 140 aportaciones empresariales. Compárese esa actitud con las muy magras, casi inapreciables cantidades que se dedica en Cuenca al fomento de iniciativas y actividades culturales y vean si no tengo razón al sentir envidia de lo que pasa en otros lugares. Claro que, puesto a envidiar, también siento ese pecadillo (espero que venial) al ver cómo la Real Fundación toledana organiza cada año esos premios destinados a reconocer las aportaciones en el terreno de la cultura. Fíjense qué bonito si en Cuenca se hiciera cada año algo parecido. A lo mejor algún candidato a la alcaldía lo podría incorporar a su programa y repertorio de promesas. Total, eso cuesta poco. Ya sabemos que las promesas electorales se hacen para incumplirlas, pero quedaría bien. Y original.
(Por cierto: la foto es la sede de la Real Fundación, coexistiendo con el museo dedicado a Victorio Macho).

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