El Día del Libro de este año ha tenido un detalle singular,
porque a la habitual galería de pequeños y artesanales tenderetes instalados en
una de las aceras de la plaza de la Hispanidad, conocida también como El
Jardinillo, se ha añadido la instalación de una escultura dedicada al Quijote,
detalle cultural tan insólito en esta ciudad de nuestros quebraderos de cabeza
que necesariamente debe destacarse.
Los libros salieron a la calle este jueves, como manda la
tradición y la costumbre, para que la gente se acercara a verlos, acariciarlos,
conocerlos quizá y, si acaso, llevarse alguno previo pago de su importe, que
para eso se hace este despliegue, sencillo, doméstico, reducido, al que
acudieron elegantemente todas las librerías, las pocas librerías que hay en
Cuenca. Lástima que falló la floristería, a la que se esperaba, porque así lo
anunció, pero que a la hora de la verdad decidió hacer mutis por el foro, o
sea, que no se presentó, rompiendo así la sencilla costumbre, apenas nacida, de
ir juntos el libro y la flor, a semejanza de lo que con tanto garbo hacen los
catalanes tradicionalmente. El día se portó bien, el sol lució, la temperatura
fue agradable; es decir, todos los elementos de la climatología se pusieron de
acuerdo para acompañar, mientras en la Biblioteca Pública del Centro Cultural
Aguirre se escenificaba un programa radiofónico especializado en la ocasión, a
cargo de Paco Auñón para la SER, con participaciones muy sentidas que dieron
forma sonora a la celebración.
Fuera, en la calle, en el lateral del edificio, tenía lugar
ese detalle singular al que aludía al comienzo porque el Ayuntamiento ha tenido
el buen gusto de colocar allí una escultura en hierro que, encima, es
artística, adecuada y agradable, virtudes que no siempre coinciden en los
tiestos que el municipio reparte a veces con dudoso gusto. Se trata de una
figura del Quijote, de cuatro metros de altura, elaborada en hierro por el
artista conquense José Luis Martínez, que trabaja en San Antón y que, encima,
ha donado su trabajo al municipio, detalle siempre de agradecer por un
municipio al que no le faltan los apuros económicos. El alcalde, Juan Ávila, se
lo reconoció públicamente al dar por inaugurada la instalación, visible ya,
desde ese momento, en la calle de San Esteban, en ese recodo tan apropiado del Centro
Cultural Aguirre. En verdad, este Día del Libro 2015 ha sido bien sonado.