miércoles, 27 de junio de 2012

SENTIMIENTOS PATRIÓTICOS


        Desde que el alcalde de Móstoles lanzó a los cuatro vientos su conocida proclama, no se sabe bien si revolucionaria o reaccionaria, contra la intención napoleónica de apoderarse por las bravas de este territorio, apelando a la conciencia patriótica de los españoles, la idea de patria se ha ido deteriorando hasta llegar donde está ahora, o sea, por los suelos. De nada vale mirar a tantos ejemplos como hay alrededor, en los que seguramente no encontraremos un lugar tan sometido a la conciencia crítica sobre lo que significa esa palabra y más aún sus símbolos, tan fácilmente vituperados, silbados, escarnecidos y todo lo demás que, por sabido, no voy a reproducir aquí. Pero si a Bogar y Bergman siempre les quedaba París, símbolo a la vez de los recuerdos y de la esperanza en un casi imposible reencuentro futuro, a nosotros nos queda el deporte y ahí sí que, en casi todos los lugares, se produce un estremecimiento cuando llega la hora y uno de los nuestros sube a los podios y hace agitar al aire la maltratada bandera, mientras suena ese por tantos humillado himno nacional que no podemos cantar, como hacen los demás. Menos mal, insisto, que nos queda el deporte y así, por eso, incluso en un sitio tan apático como la ciudad de Cuenca podemos encontrar en ventanas y balcones la enseña bicolor que, por unos días, sólo por unos días, sale del humillante rincón donde casi siempre está escondida, para ilustrar las calles y proclamar que ahí dentro, detrás de ella, hay unas personas que por unos momentos se sienten orgullosas de ser españoles. Demos pues las gracias al fútbol, al motociclismo, al tenis, al baloncesto y a todo lo que nos traigan las ya inmediatas olimpiadas.

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