domingo, 23 de noviembre de 2014

POESÍA PARA NÁUFRAGOS



Si se hiciera una encuesta callejera, de esas que tanto gustan a los chicos de El Intermedio (sin duda, el programa más interesante que puede pescarse en las anodinas, vulgares, aburridas cuando no repelentes pantallas de las TV) muy probablemente habría una amplia mayoría a favor de considerar a la Poesía como la cosa más inútil que existe en el mundo. Y, ciertamente, no sirve para nada, dentro de los parámetros con que valoramos la utilidad en este mundo práctico. Dando esto por sentado, pasamos al siguiente escalón del razonamiento: ¿por qué cada vez hay más poetas y por qué se publica y se leen libros de versos, en sus variadas modalidades, incluida la prosa poética?  Para demostración de que esto es así, aquí tenemos esta imagen, tomada nada menos que un sábado por la tarde, mientras el Madrid juega al fútbol y puede verse a pocos metros. Insensibles a semejante tentación, el público se congrega para sentirse náufragos sujetos con fuerza una tabla de salvación que ofrece poesía. Por esa tribuna han pasado Juan Manuel Molina Damiani, José Ángel García, Ángel Luis Luján, Miguel Ángel Curiel (a quien se debe el lema con que se bautizó el encuentro: Poesia para náufragos), Raúl Campoy, Ana Ares, Pilar Narbón, Cecilia Quilez, Eva Hiernaux, Adolfo González, Beatriz Russo, Ambrosio Gallego, Yaiza Martínez, Amador Palacios, Teo Serna, Rafael Escobar, Olvido García Valdés, Miguel Casado y Francisco Ferrer Lerín. Hubo conferencias, presentaciones de libros, recitales poéticos, intercambios de palabras, pensamientos y versos, en un ambiente recoleto y al amparo del espíritu otoñal que estos días impregna Cuenca y que cada año, desde hace tres, concita esta peculiar asamblea cuya vitalidad parece contradecir otras amargas penurias que nos asaltan cotidianamente.


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