martes, 19 de mayo de 2015

CARA Y CRUZ DE UNA MAÑANA DOMINGUERA


La mañana, en los alrededores de la Plaza Mayor, no es ciertamente agradable. Alguien ha tenido la insensata idea de permitir una carrera de mountain-bike, o enduro, o como se llame esa endiablada diversión, consistente en que unos alocados ciclistas aparecen a toda pastilla cruzando atrevidamente las estrechas calles del casco antiguo de Cuenca, sembrando el terror entre los viandantes, la mayoría de los cuales pronuncia en voz alta maldiciones dirigidas a los responsables de autorizar semejante dislate. Pero los responsables, claro, no están allí. En ese ambiente, incómodo, molesto, que tanto daño hace a las continuas apelaciones electoralistas por mejorar las condiciones de vida y del turismo en la parte alta, desde algún lugar se filtran unos sonidos amables, armoniosos, melódicos. Es como el alfa y el omega de una mañana de domingo, la suavidad y la elegancia frente a la brutalidad vulgar de quienes deberían estar haciendo demostraciones de saltimbanqui en el desierto. Sigo los sonidos que, como los del flautista de Hamelin, atraen los pasos de quienes transitamos por esas maltratadas calles antiguas de Cuenca para llegar al patio de entrada al Museo de Cuenca, donde un cuarteto de saxofones ilustra amablemente la celebración del Día de los Museos. Entre las paredes venerables donde se cobijan los más antiguos restos de nuestras culturas, desde las pequeñas piezas domésticas del Paleolítico pasando por las bellas esculturas y capiteles romanos se deslizan estos sonidos llamados a acompañar las visitas, quizá presurosas, a las salas en que se sintetiza la historia de nuestra tierra. Son cuatro jóvenes toledanos, integrantes de la Banda "El Greco", me dicen: Luis García Cabañas, Soledad Rodríguez Borox, Enrique Rodríguez Contento e Iris Guzmán Godia. Bella aleación está, de la música con la historia y la arqueología, sosegado recinto para la meditación pacífica. Fuera, en la calle, el violento paso de los ciclistas sigue alterando los espíritus de quienes esperaban encontrar tranquilidad.

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