Sobre el llamado inicialmente y durante
siglos puente del Canto, Mateo López nos dejó una descripción tópica y
repetida: "Sobre el río Xúcar está
el antiquísimo y nombrado de San Antón, que ya existía cuando se ganó Cuenca a
los moros, como consta de concesiones del rey don Alonso el VIII y otras
memorias después de dicha conquista; se compone de dos grandes ojos de la misma
cantería". Pues parece verdad indiscutible que el puente fue obra
islámica que los cristianos asumieron, en contra de la habitual costumbre de
destruirlo, que es lo que solía hacerse con tales obras públicas. De esa
manera, el puente de San Antón debe ser la construcción más antigua de cuantas
hay en Cuenca y por eso mismo, por su vejez, es también la más zarandeada, de
manera que no sale de una cuando ya se está metiendo en otra.
Ahora
mismo, sin ir más lejos, le están haciendo no se qué para ensanchar las aceras
y de paso elevarlas con la intención de facilitar las salidas del agua
corriente. Si miramos hacia atrás, hay un largo rosario de intervenciones en
este hermoso rincón conquense, siempre con el pretexto o la ilusión de mejorar
el entorno y conservar la pasarela en las mejores condiciones posibles.
Recuerdo que entre los planes utópicos que con harta frecuencia manejan por
aquí los responsables de la cosa pública surgió no hace todavía mucho, esto es,
en nuestro tiempo, la idea de trazar un desvío alternativo que sirviera, de un
lado, para otorgar comodidad al tráfico y de otro proteger las estructuras del
puente de San Antón y por eso se construyó uno nuevo, que da entrada a la
ciudad por la avenida de la República Argentina y se trazó también una
carretera de circunvalación exterior. Maravilloso, nos dijimos. Así se libera
el puente de ese tráfico incesante. Sólo que a continuación, los mismos
políticos bienpensantes empezaron a llenar el paraje de institutos, colegios,
almacenes, bloques de viviendas, hipermercados, el hospital, el cementerio y
todo lo que sabemos con lo que en ningún momento se ahorró tráfico alguno, más
bien se incrementó y así está.
Pobre
puente de San Antón, centenario, soporte del paso de millones de personas y
coches a lo largo de los siglos, siempre zarandeado. Ahora, otra vez, en obras.
Que sea para bien.
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