sábado, 23 de enero de 2016

REENCUENTRO CON GRAU SANTOS


            Está bien puesto el título de esta exposición: Reencuentro. Quizá se le podrían buscar tres pies al gato y decir que, en realidad, Cuenca y Grau Santos nunca llegaron a estar separados, pero eso sería una sutileza filosófica porque, ciertamente, aquella íntima relación que existía entre esos dos conceptos, la ciudad y la persona, artista incluido, empezaron a separarse hace años y terminaron por romper cuando meses atrás, Julián Grau cerró su casa en Cuenca, ciudad donde siempre tuvo residencia a lo largo de estos últimos cincuenta años.
            Una de ellas, precisamente, en la zona de Mangana, por donde estos días ha vuelto a pasar para quedar horrorizado y transmitirnos a todos la penosa impresión que le ha producido el espectáculo que allí se ofrece y que, algunos nos tememos, no va a mejorar cuando terminen esas inacabables obras.
            Es una impresión totalmente contraria a la que ofrece la visión de esta peculiar antología de su obra que Grau Santos ha preparado para celebrar que la Real Academia Conquense de Artes y Letras le ha concedido (y entregado, el pasado jueves) la medalla que le corresponde como académico de honor. La forma en que el artista acepta y recibe ese reconocimiento honorífico es ciertamente espectacular, esta exposición verdaderamente magnífica que está disponible para verla en la Sala Acua, el recinto expositivo que mantiene la Universidad en la calle del Colmillo y que se presta como un guante a recoger, en sus diversos espacios, la obra del artista que viene a ser un resumen de su trayectoria creativa a lo largo de toda la vida.
            Tiene Julián Grau una extraordinaria capacidad de observación y una mano diestra en llevar al lienzo lo que ve. Nadie como él ha pintado, en calidad y cantidad, el paisaje de Cuenca pero tampoco son muchos los que pueden salir al campo de cualquier sitio o viajar a Afganistán para plasmar en unos trazos vivos, emotivos, directos, la impresión poderosa de lo que.
            Julián Grau Santos se reencuentra durante un mes, hasta el 21 de febrero, con Cuenca. Sería bueno que los perezosos conquenses encontraran también el camino que conduce al reencuentro con la obra singular, espléndida, de uno de los grandes creadores de nuestra época.


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