Está bien puesto el título de esta
exposición: Reencuentro. Quizá se le podrían buscar tres pies al gato y decir
que, en realidad, Cuenca y Grau Santos nunca llegaron a estar separados, pero
eso sería una sutileza filosófica porque, ciertamente, aquella íntima relación
que existía entre esos dos conceptos, la ciudad y la persona, artista incluido,
empezaron a separarse hace años y terminaron por romper cuando meses atrás,
Julián Grau cerró su casa en Cuenca, ciudad donde siempre tuvo residencia a lo
largo de estos últimos cincuenta años.
Una de ellas, precisamente, en la
zona de Mangana, por donde estos días ha vuelto a pasar para quedar horrorizado
y transmitirnos a todos la penosa impresión que le ha producido el espectáculo que
allí se ofrece y que, algunos nos tememos, no va a mejorar cuando terminen esas
inacabables obras.
Es una impresión totalmente
contraria a la que ofrece la visión de esta peculiar antología de su obra que
Grau Santos ha preparado para celebrar que la Real Academia Conquense de Artes
y Letras le ha concedido (y entregado, el pasado jueves) la medalla que le
corresponde como académico de honor. La forma en que el artista acepta y recibe
ese reconocimiento honorífico es ciertamente espectacular, esta exposición
verdaderamente magnífica que está disponible para verla en la Sala Acua, el
recinto expositivo que mantiene la Universidad en la calle del Colmillo y que
se presta como un guante a recoger, en sus diversos espacios, la obra del
artista que viene a ser un resumen de su trayectoria creativa a lo largo de
toda la vida.
Tiene Julián Grau una extraordinaria
capacidad de observación y una mano diestra en llevar al lienzo lo que ve. Nadie
como él ha pintado, en calidad y cantidad, el paisaje de Cuenca pero tampoco
son muchos los que pueden salir al campo de cualquier sitio o viajar a Afganistán
para plasmar en unos trazos vivos, emotivos, directos, la impresión poderosa de
lo que.
Julián Grau Santos se reencuentra
durante un mes, hasta el 21 de febrero, con Cuenca. Sería bueno que los
perezosos conquenses encontraran también el camino que conduce al reencuentro
con la obra singular, espléndida, de uno de los grandes creadores de nuestra época.
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