Esta biblioteca popular fue organizada por el
profesor de la Escuela Normal y concejal del Ayuntamiento don José Niño, quien
se planteó preparar una propuesta alejada de la aridez para que en ella primara
el carácter ameno, ligero e instructivo que tienen en todas partes estas
especiales bibliotecas de jardines públicos. Con esta idea, el señor Niño
suscribió al Ayuntamiento a la “Biblioteca Popular Cervantes”. También había comprado al librero de la ciudad,
Vicente Escobar varias obras entre las que se encontraban novelas de Clarín y
Blasco Ibáñez, poesía de Rubén Darío o la obra de Fermín Caballero “Conquenses
Ilustres”. El presupuesto ascendió a 500 pts ., y recibió el visto bueno del órgano
municipal.
Con paciencia y mucha voluntad, recurriendo a
donaciones de diversas fuentes, consiguió inaugurar la biblioteca en este
pequeño local situado en el centro del jardín, con un millar de libros, el 15
de junio de 1928. Al día siguiente de la inauguración, José Niño enviaba un
entusiasta artículo al periódico, en el que explicaba que había intentado crear
una biblioteca municipal en la ciudad pero al no recibir apoyo optó por una
empresa “más modesta”, conocedor de otros proyectos similares en parques y jardines
españoles, y convencido de que estas bibliotecas son “una de las creaciones más
delicadas de nuestra generación, y la manifestación más hermosa de la educación
y la cultura modernas”. Un año más tarde, ya habían pasado más de 9.000
lectores por la biblioteca, considerada todo un éxito en la prensa local. La
guerra civil interrumpió su
funcionamiento, aunque volvió a ponerse en marcha de manera intermitente.
Muchos conquenses recuerdan aún con nostalgia aquella biblioteca del parque,
como Nicasio Guardia, en su libro El
Parque de San Julián: “...la antigua biblioteca, que funcionaba en la parte
baja del kiosco, en la que los niños de entonces leíamos las novelas de Emilio
Salgari y nos encandilábamos con las aventuras de Yáñez y Sandokán; mi vicio
por la lectura lo debo en gran parte a aquella biblioteca”.
Dice Olga Muñoz que también muchos de los
usuarios habituales, los que van a diario a la Biblioteca del Centro Cultural
Aguirre, conservan un cariñoso recuerdo de la biblioteca popular “Fray Luis de León”.
Los libros que han sobrevivido al paso de los años se encuentran ahora en esta
biblioteca, heredera de aquélla iniciativa que abrió camino para llevar la
lectura a todos los conquenses ofreciendo libros entretenidos, variados,
accesibles, en una ubicación céntrica y en un entorno querido por todos.
Desde el recuerdo y, por qué no, desde la
nostalgia, pienso que sería una buena idea, una idea excelente, recuperar
también en Cuenca las bibliotecas en los jardines y en otros espacios públicos
similares, como en la ribera del Júcar.
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