domingo, 15 de febrero de 2015

LA IGLESIA DE CARACENA DEL VALLE




            Entre las buenas noticias que se nos ofrecen de vez en cuando se encuentra la promovida por la Diputación provincia de Cuenca para consolidar los restos de la iglesia de Caracena del Valle, de origen románico, una de las más antiguas existentes en la provincia, vinculada a los tiempos iniciales del cristianismo. La noticia, sin embargo, nos ofrece un punto de amarga meditación: ¿por qué se ha dejado casi arruinar este bellísimo y valioso recinto arquitectónico? Porque si durante décadas hubiera habido cuidado en conservarlo, ahora no habría que acudir a una salvación in extremis.
El lugar de Caracena es mencionado en el testamento del cardenal Gil de Albornoz (1364) quien allí tenía una casa de su propiedad. El pueblo había surgido en el momento inmediato a la reconquista, como lugar de repoblación, que habría sido impulsada desde el alfoz de Huete. El nombre lo aportaron los repobladores, que procedían de otro Caracena, el de Soria. Luego se formó un señorío que comprendía tanto este lugar como el próximo Villarejo de la Peñuela. En 1606 el rey Felipe III instituyó el marquesado de Caracena en favor de Juan Alonso de Sandoval.
            La iglesia de la Asunción, situada sobre una pequeña ladera que permite dominar el paisaje inmediato, regado por el río Mayor, se encuentra adosada al cementerio, formando ambos un todo arquitectónico y paisajístico. Abandonada al perder el lugar su entidad de población, el edificio se encuentra en progresivo estado de ruina, de forma que cada nueva visita ofrece un paso más en el deterioro de la que fue una de las primeras iglesias de la diócesis de Cuenca, antigüedad que comparte con la de Hortizuela. Toda la obra denota su origen románico, visible a la perfección en el ábside semicircular coronado de una preciosa serie de canecillos en el alero. La fábrica es de mampostería, con sillares en las esquinas y sobre la cubierta se aprecia todavía la mínima estructura de un pequeño campanil; de la portada no queda nada. La bóveda, hoy ya definitivamente en el suelo, puede adivinarse por el arranque de los arcos fajones, era de medio cañón mientras que el cabecero se cubría con media naranja. El interior debió ser reformado en el siglo XVIII, puesto que ofrece una decoración muy relacionada con el rococó, de gran calidad ambiental y que seguramente respondió al último momento de esplendor del señorío que tuvo aquí su sede. Al producirse el desmantelamiento de la iglesia, el retablo barroco fue trasladado a Huete y la pila bautismal a Valdecolmenas de Abajo, donde se utiliza como fuente pública. La imagen de la virgen patronal se encuentra ahora en la catedral de Cuenca. La iglesia de Caracena del Valle es uno de los más visibles símbolos de hasta dónde puede conducir la dejadez y el abandono, permitiendo impunemente el poder público que la desidia del propietario privado conduzca a la ruina uno de los más bellos monumentos de este territorio. A lo que ahora se acude con un remedio tardío, aunque necesario.


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