Miércoles, 18 de marzo
Ya se sabe que la Semana Santa, en Cuenca, mueve multitudes
e intereses colectivos como ninguna otra mención. La Semana Santa, en Cuenca,
además de sus componentes religiosos o escénicos, es un hecho sociológico de
considerable importancia, aunque precisamente este último factor es el menos
estudiado y buena falta que hace. No es este el lugar de acometer semejante
incursión, porque el propósito del comentario va por otros caminos, el de
señalar la presencia de Óscar Pinar en la sala de exposiciones temporales del
Museo de Semana Santa, donde se presenta a la contemplación pública una amplia
selección de trabajos realizados, durante toda la vida, por uno de los más
singulares y personales artistas que trabajan en Cuenca. Como él mismo
reconoce, y es de una evidencia reconocible, siempre ha estado vinculado al ámbito
procesional, no solo a través de sus vivencias personales, como miembro de
varias cofradías, sino como artista, de los pocos que da forma a sus obras en
el propio terreno, en la calle, de manera que en esta exposición se puede
apreciar de manera muy visual cómo se ha producido la incardinación de las
procesiones en el entramado callejero, a través de la visión recogida en la paleta
del pintor. Una visión colorista, magnética en algunos momentos, envuelta en
una escenografía que palpita al compás del paso de las imágenes para conseguir
una plasticidad que en todo momento refleja el bien conocido estilo de Óscar
Pinar, cuyo trazo vigoroso y específico sentido en el tratamiento del color
aporta una dimensión original a esta visión de la Semana Santa de Cuenca, tan
tratada por muchos pero siempre necesitada de un nuevo acercamiento a sus
matices.
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