Sábado, 28 de marzo
En Semana Santa y en Cuenca no todo son procesiones con la
parafernalia variada que las acompaña. Hay también una curiosa vertiente
cultural que aflora de manera generosa y que toma forma en las pocas librerías
(no en todas, solo en algunas) que hay en esta ciudad. Porque aprovechando la
llegada masiva de conquenses en operación retorno al solar natal e incluso de
forasteros presuntamente interesados en lo que aquí o sobre aquí se publica,
esos beneméritos establecimientos sacan de los anaqueles más escondidos cuanto
material impreso han ido acumulando a lo largo de los años, ofreciendo en
amistosa amalgama las últimas novedades junto a títulos que podríamos creer
descatalogados pero que, oh milagro, reaparecen ahora para ofrecerles una
última oportunidad de ser comprados y, quizá, leídos. Es un espectáculo
ciertamente maravilloso, en el que invierto mucho tiempo, haciendo un alto en
el pausado caminar cotidiano por Carretería, deteniéndome ante los escaparates
que ofrecen al público interesado esa panoplia de títulos que nos retrotraen a
un pasado que dormitaba en el olvido. La literatura sobre Cuenca, también la
surgida entre nosotros, con esfuerzo de muchos e incomprensiones de otros,
forma un capítulo de evidente interés, con curiosidades bibliográficas de
diversos signos. Dentro de la modestia de unos planteamientos claramente
provincianos, sin alardes editoriales y menos aún de pretensiones vanidosas,
este repertorio de libros, abundantes y variados, forma un rimero entrañable
que sobrevive con dignidad al desprecio con que la mayoría de los ciudadanos
los trata. Solo algunos merecieron los honores de ser comprados y leídos en su
momento. Los demás, la mayoría, prolonga su existencia a lo largo de los años y
renacen momentáneamente en estos días semanasanteros, con la esperanza de que
algún curioso paseante los libere del olvido para ser colocados amistosamente
en los anaqueles de una librería familiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario