martes, 17 de abril de 2018

QUÉ COSA ES LA DEMOCRACIA



Tantas páginas, libros ya, se han consumido desde que comenzó el suceso de Cataluña, que parece cosa de broma querer añadir algo más, siquiera unas líneas, desde este remoto lugar llamado Cuenca, tan ajeno a reivindicaciones, protestas o lo que sea que están pretendiendo los catalanes (la mitad de los catalanes, empeñados en pisotear a la otra mitad). Pero como el cuerpo me pide decir algo, lo diré, aunque sea cosa leve. Y es que desde que estamos siendo machacados, literalmente hablando, con este asunto, hay un aspecto, una palabra, que me tiene alterado, soliviantado o cualquier otro sinónimo que se quiera utilidad. Me sorprende el abuso desmedido que los independentistas hacen del concepto “democracia”. Lo tienen constantemente en la punta de la boca, como si ellos fueran los únicos demócratas, cuando en realidad lo que están haciendo es lo contrario, es decir, atropellar de manera constante los más sencillos y básicos principios de la democracia. En esto, como en tantas otras cosas, se aprecia la mano nefasta de Mariano Rajoy y sus compañeros de desventura gubernamental. Porque como se ha dicho de manera reiterada, el gran problema que venimos arrastrando en estos meses es la falta de capacidad que ha tenido el gobierno, desde el primer día, para desmontar el artificio de los independentistas y ejercer una sana labor pedagógica para hacer llegar a todo el mundo, empezando por los propios catalanes, la falacia de utilizar la palabra, el concepto democracia, para intentar implantar un sistema autoritario, una auténtica dictadura de unos sobre otros. La democracia es otra cosa, y bien lo sabemos los que durante muchos años no la tuvimos. Pero el gran fracaso de este insípido gobierno que padecemos es su falta de respuesta, su impotencia para llamar a las cosas por su nombre de verdad. Y así podemos asistir al bochornoso espectáculo de ver cada día como miles de personas pisotean la democracia, la de verdad, diciendo que son demócratas y que quieren la democracia. Y ahora, encima, van los sindicatos, oportunistas ellos, y se suman también al carro. Se ve que ya huelen la hora del reparto del botín.

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