Como en una reunión de plañideras
desconsoladas, han surgido a manantiales las lágrimas de cocodrilo de todos los
que ahora se rasgan las vestiduras al saber que desaparece Interviu, tras 42 años de estar semanalmente en los quioscos y
navegar a trompicones entre el furioso oleaje de la intolerancia y el
desarraigo. A veces, en voz más baja, alguien se acuerda de que también se va
su compañera y hermana, más seria, Tiempo,
las dos cabeceras que mantenía activas el grupo Z que, obedeciendo a la
implacable ley de la oferta y la demanda llega a la conclusión de que, si falla
esta última y alcanza niveles insuficientes para los bolsillos de la empresa,
no hay más remedio que cancelar la primera parte del binomio.
Se va Interviu
(y Tiempo también, que yo leía
hasta ahora en la peluquería) y en los anaqueles de los quioscos se hacen dos
nuevos huecos, otros más, que añadir a los que ya venían produciéndose desde
hace tiempo, poniendo el cerrojo no solo a dos publicaciones impresas, sino a
todo un espacio temporal en el que muchos hemos ido creciendo, a veces viendo
subrepticiamente las portadas (y los interiores) y otras aireándolos
abiertamente, en plan provocación, sobre todo cuando había algún tema oportuno
para sacarle los colores a alguien.
Porque aunque la imagen que ahora prospera y la
que seguramente se mantendrá en la memoria colectiva es la de los hermosos
desnudos femeninos (y también alguno masculino), en realidad era una revista
muy seria, combativa, denunciadora de crímenes varios, incluidos de manera
destacada los que tienen que ver con la marea de corrupción que sacude a este
país. En esa oleada, una vez le tocó a Cuenca, cuando gracias a Interviu nos enteramos de los enjuagues
que estaba desarrollando un concejal metido hasta las cejas en negocios
inmobiliarios, con el estrambote, entre ridículo y divertido, de los colegas
que ese día fueron de quiosco en quiosco intentando comprar todos los
ejemplares para que pudibunda ciudad conquense no viera sus ánimos trasgredidos
por esa impertinencia informativa.
Adiós, pues, a Interviu y a Tiempo. Dos
menos que anotar en esta sucesión, ya imparable, de cancelaciones de revistas
impresas en papel.
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