martes, 11 de octubre de 2011

TIEMPOS DUROS

Tiempos duros nos esperan, sin duda. En todos los aspectos pero los más fuertes -salud, dependencia, educación- ya están bien tratados en todos los medios, a pesar de lo cual la ciudadanía se dirige, de modo imparable y sin remisión aparente, hacia el matadero colectivo en que nos sumergiremos el 20-N. Es razonable que todo el mundo, en especial los más débil, se quejen del deterioro que va a sufrir -está sufriendo ya- el excelente sistema asistencial, ese sí, el del estado de bienestar, que hemos disfrutado en los últimos años y que ahora se va a ir al garate sin piedad alguna y con la aprobación de la mayoría de los votos (cada vez más mayoría, según las encuestas de hoy mismo) en un extraordinario ejercico de masoquismo colectivo nunca visto. Pero casi nadie dice nada de los tiempos duros, muy duros, que le esperan al mundo de la cultura, asunto del que ya van llegando los primeros indicios, muy llamativos: la supresión del festival de cine de Valencia, la eliminación del premio Azorín en Alicante, el inmediato cierre del centro Niemeyer en Avilés... y lo que te rondaré morena. Porque abierta la sandía, no hay más que ir cortando rodajas, aquí y allá. Tiemblo por lo que nos espera en Cuenca. Nuestros soportes culturales son debilísimos casi todos; apenas alguno está tan consolidado (la Semana de Música Religiosa, quizá) que puede no caer víctima de esta amenaza. Pero ¿y los demás? Preparémonos para lo peor. El tiempo inmediato nos lo irá diciendo con sus pasos contados.

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