domingo, 26 de abril de 2015

EL LIBRO, LOS LIBROS, SIEMPRE



El Día del Libro de este año ha tenido un detalle singular, porque a la habitual galería de pequeños y artesanales tenderetes instalados en una de las aceras de la plaza de la Hispanidad, conocida también como El Jardinillo, se ha añadido la instalación de una escultura dedicada al Quijote, detalle cultural tan insólito en esta ciudad de nuestros quebraderos de cabeza que necesariamente debe destacarse.

Los libros salieron a la calle este jueves, como manda la tradición y la costumbre, para que la gente se acercara a verlos, acariciarlos, conocerlos quizá y, si acaso, llevarse alguno previo pago de su importe, que para eso se hace este despliegue, sencillo, doméstico, reducido, al que acudieron elegantemente todas las librerías, las pocas librerías que hay en Cuenca. Lástima que falló la floristería, a la que se esperaba, porque así lo anunció, pero que a la hora de la verdad decidió hacer mutis por el foro, o sea, que no se presentó, rompiendo así la sencilla costumbre, apenas nacida, de ir juntos el libro y la flor, a semejanza de lo que con tanto garbo hacen los catalanes tradicionalmente. El día se portó bien, el sol lució, la temperatura fue agradable; es decir, todos los elementos de la climatología se pusieron de acuerdo para acompañar, mientras en la Biblioteca Pública del Centro Cultural Aguirre se escenificaba un programa radiofónico especializado en la ocasión, a cargo de Paco Auñón para la SER, con participaciones muy sentidas que dieron forma sonora a la celebración.


Fuera, en la calle, en el lateral del edificio, tenía lugar ese detalle singular al que aludía al comienzo porque el Ayuntamiento ha tenido el buen gusto de colocar allí una escultura en hierro que, encima, es artística, adecuada y agradable, virtudes que no siempre coinciden en los tiestos que el municipio reparte a veces con dudoso gusto. Se trata de una figura del Quijote, de cuatro metros de altura, elaborada en hierro por el artista conquense José Luis Martínez, que trabaja en San Antón y que, encima, ha donado su trabajo al municipio, detalle siempre de agradecer por un municipio al que no le faltan los apuros económicos. El alcalde, Juan Ávila, se lo reconoció públicamente al dar por inaugurada la instalación, visible ya, desde ese momento, en la calle de San Esteban, en ese recodo tan apropiado del Centro Cultural Aguirre. En verdad, este Día del Libro 2015 ha sido bien sonado.



martes, 21 de abril de 2015

ENTRE HUESOS Y MAQUETAS


Lo primero que se me ocurre decir es que abrir el antiguo Ars Natura, ahora reciclado en Tierra de Dinosaurios, está bien. Cualquier movimiento encaminado a reabrir lo que fue cerrado es un hecho positivo. A esa afirmación se le pueden añadir toda clase de comentarios, empezando por recordar que los que ahora abren son los mismos que antes cerraron y terminando por aludir -es necesario hacerlo- a la situación preelectoral en que nos encontramos. No quiero sospechar ni temer que este gesto sea flor de un día, o un mes, y que después de los avatares del 24 de mayo puedan ocurrir otras cosas. Y como no quiero seguir por ese camino, lo dejo aparcado, en espera de acontecimientos, para volver al meollo de la cuestión, o sea, la apertura de este recurso, que se hace, desde luego, deprisa y corriendo y ofreciendo todo con pinzas, aún sin definir ni concretar. De hecho, sólo ha habido tiempo y medios para habilitar una parte muy pequeña del espacio disponible, y con un despliegue técnico bastante precario, aunque suficiente para dar una primera imagen de lo que se pretende y también para que la chiquillería disfrute, pues ese parece ser el principal objetivo. Un museo de estas características debe orientarse a través de una triple línea de trabajo: el científico, el lúdico y el didáctico y en Tierra de Dinosaurios flojea claramente el primer apartado, mientras domina llamativamente el segundo. Basta por contemplar la alegría de la chiquillería y el despliegue paterno fotografiando a las tiernas criaturas junto a las maquetas desplegadas, mientras que prácticamente nadie perdía el tiempo ante las vitrinas más interesantes, las que ofrecen una cuidada pero muy significativa muestra real de restos encontrados en Lo Hueco y Las Hoyas, además de otros procedentes de diversos puntos de la provincia y la región. Es curioso constatar que, como en tantos otros aspectos de este mundo nuestro, vende mejor la fantasía, la invención, el alarde técnico, que la realidad monda y lironda. Aquí tenemos un buen ejemplo, que no debería ser demasiado convincente a los responsables de la instalación, pues pueden sentir la tentación de seguir desarrollando e implantando maquetas, mientras renunciar a ampliar la exposición de restos reales, tan generosos, como han aparecido en nuestras tierras. Queda por decir algo del tercer componente, el didáctico, resultado al modo habitual en estas cosas, con paneles, proyecciones videográficas, cuadros, mapas (por cierto, Moheda no; Noheda) y demás alardes de la comunicación virtual. Ahora falta por ver que pase este periodo inicial para comprobar hacia dónde se orienta el invento. Personalmente creo que Tierra de Dinosaurios, museo paleontológico de Castilla-La Mancha, debería elegir la vía de la seriedad, el rigor y el compromiso y hacer al populismo las mínimas concesiones necesarias, pero no estoy muy seguro de que mi criterio sirva para algo. También será interesante comprobar qué pasa cuando la entrada deje de ser gratuita, como lo es todavía, hasta final de mes. Son dudas, entre otras muchas, que se encuentran pendientes de ese futuro que se abre después del 24 de mayo.


lunes, 20 de abril de 2015

EL MURO DE LA DISCORDIA


Creo que en ningún medio se ha aireado suficientemente ni enfatizado como corresponde el llamativo final de las obras de reconstrucción del muro de la calle Alfonso VIII. Ni siquiera, que yo sepa, se ha celebrado ninguna ceremonia oficial, que hubiera podido ser bien aprovechada en vísperas electorales. Sospecho que los presuntos protagonistas de ese hipotético evento no se habrán puesto de acuerdo sobre el reparto de los protagonismos, pues todos querrán atribuírselo y, de paso, culpar al vecino por haber entorpecido los trabajos. Total, que entre unos y otros nos hemos quedado sin discursos ni parabienes. Mejor, seguramente. El caso es que el muro ya está ahí, repuesto y en orden, llevándose de paso las dudas que muchos expresamos sobre el resultado final de la operación, a medida que íbamos viendo el desarrollo de las obras y la aparición de algunas maniobras de dudoso gusto, como el empeño en romper, hasta tres veces, la red del alcantarillado. Terminan así tres años de zozobras, desde que el muro empezó a resquebrajarse por segunda vez (porque hay una anterior, ya casi olvidada, resuelta de modo tan chapucero que al tiempo volvió a reproducirse) y con ello terminan también los inconvenientes entre el vecindario y en el tráfico incesante sobre la zona afectada. En apariencia, la solución ha sido razonable, pero siempre nos quedará la duda sobre el futuro, porque el mal original está, no lo olvidemos, en el desastre urbanístico a que tienen sometida a la Plaza de Mangana y mientras ese problema no se solucione, el otro, el de la calle Alfonso VIII, permanecerá siempre latente. Así que ya saben lo que hay que hacer.

sábado, 18 de abril de 2015

PINTA A GUSTO PERO PINTA BIEN




No hay concordia de opiniones sobre la bondad y mérito (o lo contrario) de las pintadas callejeras conocidas genéricamente como grafitis. Existen apóstoles de esa costumbre encantados con razonar y explicar los méritos de que algún espontáneo armado de elementos tan inocentes como un spray o un bote de pintura utilice cualquier tapia que esté al alcance de su mano para dejar en ella ejemplos de su capacidad creadora, pero también se encuentran los contrarios, quienes consideran que tal actividad es un peligro público y una muestra desconsiderada de incivismo, al estropear y ensuciar espacios urbanos que deberían, piensan, quedar impolutos. Probablemente, unos y otros tienen razón, si atendemos a que estas opiniones se emiten de forma tajante, sin introducir variables correctoras. Empecemos por apreciar el valor de estas tapias, muros o paredes, en muchos casos auténticamente cochambrosas, situadas en espacios urbanos claramente deteriorados, a los que un toque de color imaginativo e incluso una frase ingeniosa, vienen a dignificar. Por ejemplo, esta que he elegido para ilustrar el comentario. ¿No es poéticamente conmovedora, dentro de su inocencia juvenil? Esos grafitis son meritorios, podríamos llegar a coincidir, pues en tales casos los espontáneos pintadores vienen a corregir el abandono de los propietarios del lugar elegido. Las discrepancias surgen cuando la pintada recae sobre la fachada de un edificio normal y más aún si el mensaje tiene un contenido soez, de mal gusto, feo. Y, desde luego, donde esas actuaciones son verdaderamente reprobables es cuando se ejercitan sobre un edificio monumental, que debería merecer un respeto general, no una pintada, sea de buen o mal gusto. El problema de fondo es que como se trata de una actividad espontánea y libre, mejor aún, ejercitada con nocturnidad y a espaldas de cualquier autoridad vigilante, no parece fácil establecer una normativa dirigida, controlada. Al menos, esa es mi opinión, que no es la del Ayuntamiento de Cuenca que, impulsado por el mejor de los propósitos y convencido de que todo el mundo es bueno, pone en marcha un programa al que ha titulado Cuenca, happy walls (seguramente, piensa que ese anglicismo tiene mejor sonido que su equivalente hispánico, Cuenca, muros felices) con el que se propone actuar de manera ordenada llevando arte urbano a diversos puntos de la ciudad que consideran son monumentos a la fealdad por el deterioro galopante que ofrecen, sobre todo en cuestión de tapias y paredes. O sea, el grafiti desarrollado de manera científica y con las bendiciones oficiales. Desde el escepticismo crónico al que me conducen mis años miro con benevolencia la inocente política municipal aplicada a este asunto, a falta de otros de mayor enjundia y menos populistas. En fin, qué le vamos a hacer: son frutos híbridos de estos tiempos que nos han tocado.



UNA SANA ENVIDIA


En Toledo se lo han montado bien. No ahora, sino hace ya mucho tiempo. Lo digo con envidia, con sana envidia. La que provoca (al menos, a mí) las cosas bien hechas que uno quisiera ver también por aquí, más cerca. Toledo y Cuenca, como seguramente sabe todo el mundo, coinciden en un nada pequeño detalle: ser ambas Patrimonio de la Humanidad, algo que muy pocas ciudades pueden decir en voz alta; desde luego, en Castilla-La Mancha solo dos, ellas. Pero a partir de aquí se acaban las coincidencias. Por algún motivo misterioso, que tiene que ver con la peculiar idiosincrasia de las clases dirigentes en ambas ciudades, Toledo le saca muchísimo partido a esa distinción y en Cuenca están siempre, como vemos de manera constante, a la habitual disputa del tú eres más y peor, y así, entre galgos y podencos, la casa sin barrer y el futuro estancado, siempre en lo mismo. Viene esto a cuento (o al hilo) de la reciente celebración de ese día anual que la Real Fundación de Toledo dedica a entregar premios y galardones, a recibir autoridades (este año, con la reina Sofía a la cabeza) y a pronunciar discursos por un lado laudatorios hacia la ciudad toledano y de otro reivindicativos. Así, hemos podido oír (o leer, que viene a ser lo mismo) cómo en esa jornada los empresarios reclaman una ley de mecenazgo que ponga fin a las malas formas de Hacienda y promueva la intervención de capital privado en las actividades de promoción cultural. Y eso que en el famoso y bien orquestado año Greco la ciudad pudo contar con el dinero de, nada menos, que 140 aportaciones empresariales. Compárese esa actitud con las muy magras, casi inapreciables cantidades que se dedica en Cuenca al fomento de iniciativas y actividades culturales y vean si no tengo razón al sentir envidia de lo que pasa en otros lugares. Claro que, puesto a envidiar, también siento ese pecadillo (espero que venial) al ver cómo la Real Fundación toledana organiza cada año esos premios destinados a reconocer las aportaciones en el terreno de la cultura. Fíjense qué bonito si en Cuenca se hiciera cada año algo parecido. A lo mejor algún candidato a la alcaldía lo podría incorporar a su programa y repertorio de promesas. Total, eso cuesta poco. Ya sabemos que las promesas electorales se hacen para incumplirlas, pero quedaría bien. Y original.
(Por cierto: la foto es la sede de la Real Fundación, coexistiendo con el museo dedicado a Victorio Macho).

miércoles, 1 de abril de 2015

SEVILLA MANDA




Por algún motivo enigmático (así es todo lo que tiene que ver con esa sorprendente casa) TVE, o sea, la televisión pública, ha decidido que en España sólo se celebra una Semana Santa, la de Sevilla. Quieras o no, en todos los telediarios y programas anexos aparece alguna procesión, alguna referencia, noticia o comentario. No hay nada más, ni en el resto de ciudades andaluzas ni en otros lugares de España, incluyendo las muy respetables procesiones de Castilla y León. De lo que pasa por aquí no digo nada, porque se puede pensar que es afición localista y tampoco es eso. Como en Andalucía gobierna el PSOE no se puede insinuar que esa tendencia a las procesiones sevillanas responda a la habitual manipulación partidista que ofrece la casa, así que por ahí tampoco pueden ir los tiros. Que el rey estuviera allí en Sevilla e hiciera un acto de fe procesional (nada que ver con la titulada constitucionalidad laica del Estado sino con la vocación costumbrista de los Borbones) tampoco creo yo que influya demasiado en esa descarada tendencia, así que vuelvo al principio: alguna razón misteriosa habrá pero, según TVE, en España no hay más Semana Santa que la de Sevilla.

OTRO ESPACIO PARA EL ARTE






Martes, 31 de marzo

No estoy seguro de que sea buena idea abrir una sala de exposiciones en la parte baja de Cuenca, pero no emitiré ninguna crítica: valoro mucho el mérito de tomar decisiones arriesgadas y esta lo es. En este sector ciudadano hubo siempre salas de estas características y una tras otra fueron cerrando. Recordaré la que hubo en la antigua Caja Postal (hoy BBVA) en el arranque de Fermín Caballero, seguramente la mejor preparada de todas, por espacio y dotaciones; la que durante años mantuvo la Caja de Ahorros en el parque de San Julián, ahora reducida a nada, objeto de mercadeo por los nuevos responsables de esta entidad; la que también tuvo la Caja en Carretería, pequeña pero muy agradecida. A lo que se añaden las Galerías de arte que con suerte diversa intentaron hacer lo casi imposible, como la Granero, la Escalera, la Pilares... y etcétera. La decadencia imparable de todas estas instalaciones ha ido acompañada de un desapego de los conquenses en general hacia el mundo del arte, de manera que ningún rinconcillo quedaba en la ciudad moderna, siendo obligado ir a la parte antigua para encontrar las exposiciones temporales que ofrecen periódicamente los museos allí existentes. Que la Junta de Comunidades, aprovechando la feliz coyuntura de que estamos ya en campaña electoral, decida abrir una sala de exposiciones en la calle Princesa Zaida es ciertamente una iniciativa meritoria (sin que obviemos la suspicacia de suponer que, pasadas las elecciones, la puede cerrar), que arranca con una propuesta interesantísima, la del pintor Cirilo Martínez Novillo, vinculado a Cuenca por diversos motivos pero, fundamentalmente, observador inteligente, con la cámara y el pincel, de lo que por aquí había. Teniendo en cuenta que los conquenses suelen reaccionar generalmente sólo cuando hay motivos locales que lo justifique, yo diría que aquí hay un excelente pretexto. Sólo por eso la nueva sala merecería que el público acudiera en masa para disfrutar de este espacio, que no es todo lo ideal que se espera de un recinto expositivo, pero sí suficiente para poder disfrutar de esa cosa intangible y reconfortante que es el arte.