No es una
sorpresa, sino una realidad esperada. Se ha comentado varias veces, se ha dado
por hecho que tocaría pronto. Ya no es especulación, sino cosa cierta.
Desaparece, o se suprime, o se va, cualquier término vale, la Fundación CCM. La
economía va viento en popa a toda vela, según dicen todos los voceros
económicos; los bancos ganan dinero sin cesar, como demuestran las boyantes
cuentas de resultados. No debe ser suficiente para mantener una actividad
cultural que ya en los últimos años era más simbólica que real, pues se
limitaba a ceder los espacios disponibles, el salón de actos de la sede central
en el parque de San Julián y la sala de exposiciones del edificio Iberia, para
que pudieran utilizarlos otros. Pero la Fundación CCM, como tal, hace muchos
años que dejó de hacer nada. O sea, que no ha invertido en Cuenca (en el resto
tampoco, creo) ni un euro para satisfacer las necesidades culturales de los
conquenses e incluso se ha ido retirando de otros organismos a los que aportaba
alguna cantidad anual o puntual. O sea, resumiendo y repitiendo, que no se ha
gastado un euro en los últimos años.
Qué tiempos
aquellos en que la antigua Caja Provincial de Ahorros de Cuenca, luego Caja de
Ahorros de Cuenca y Ciudad Real, estaba presente en la práctica totalidad de
pueblos de la provincia, apoyando el folklore, colocando bancos en los jardines
y paseos, repartiendo ayudas para las asociaciones y grupos locales,
financiando concursos públicos de todo lo que se pudiera hacer e incluso editó
algunos libros (no muchos, todo hay que decirlo), poniendo dinero en el Colegio
Universitario, en la Semana de Música Religiosa, en el Museo Diocesano y, desde
luego, manteniendo una dilatada actividad en sus salas de exposiciones y
recintos abiertos al público. Algo que entonces a algunos parecía poca cosa,
deseosos de una política cultural y social más atrevida, más ambiciosa, pero
que hoy, desde la distancia, desde este vacío que ahora nos llega, nos parece
que fue una etapa maravillosa.
En mala hora
los desaprensivos gestores (por cierto: ¿qué fue de ellos? los imagino tan
campantes) de CCM la llevaron a la ruina y la desaparición mediante liquidación
forzosa y apresurada. Algunos aún se las prometían muy felices con el invento
de Liberbank. No hablaré aquí de economía; quienes saben de eso ya se
encargarán de explicar las ventajas y los rendimientos obtenidos. Hablo solo de
la dimensión cultural y social que debía haber cumplido la Fundación CCM,
destinataria de una parte de los beneficios obtenidos para poder ejecutar los
fines asignados. El resultado ya lo ven: liquidación total, cierre de las
instalaciones y si te he visto no me acuerdo. Y el patrimonio artístico
acumulado durante tantos años con el dinero de Cuenca, trasladado sin
contemplaciones a Asturias. Allí estará bien, seguro, adornando los despachos
de Liberbank.