domingo, 22 de noviembre de 2015

VIAJE AL PASADO ROMANO



De vez en cuando (menos veces de las que uno quisiera) se producen buenas y esperanzadoras noticias, hechos positivos capaces de aventurar la presencia de un avance, un ir hacia delante, abrir nuevas perspectivas, sacarnos de la modorra, la apatía y la monotonía que marca tantos momentos de la vida de esta singular provincia nuestras. Me encanta hacerme eco de esas buenas noticias y no tener siempre a mano un apunte crítico.
Una de esas buenas noticias la ha provocado durante las últimas semanas la Diputación provincial, al recuperar y poner a nuestro alcance varias de las minas de lapis especularis (espejuelo llamó el habla popular castellana a este mineral) que estuvieron en explotación durante la época romana, en una superficie de cien mil pasos alrededor de la ciudad de Segóbriga, tal y como explicó Plinio, el sabio historiador latino. En ese ámbito geográfico se encuentran las minas de Huete, Torrejoncillo del Rey, Villalgordo del Marquesado, Torralba y Osa de la Vega, que estuvieron en explotación durante los siglos I y II después de Cristo y sirvieron para que los romanos empezaran a cubrir los huecos de sus viviendas, o sea, las ventanas, con algo parecido al cristal, lo que supone una notable mejoría de su calidad de vida.
El Plan de mejora de las Infraestructuras Turísticas (PLAMIT, en lenguaje abreviado) ha venido a recuperar esas minas y en verdad que penetrar en su interior es, además de una maravillosa sorpresa, un deleite, no sólo histórico o industrial sino también muy aleccionador, educativo podría decir, y más si, como en el caso de la cueva de La Mora Encantada, situada en los alrededores de Torrejoncillo del Rey, hay un individuo tan entretenido y entusiasmo como Emilio Guadalajara, que explica, ilustra, enseña y demuestra cómo se trabajaba el lapis especularis, tal como si pudiéramos retroceder veinte siglos y zambullirnos en el mundo laboral de la época.

La mina fue descubierta por un vecino del pueblo, Pedro Morales, allá por los años 50 del siglo XX. Ahora todo el entorno ha sido acomodado para hacer fácil, dentro de lo posible, el recorrido por una amplia parte de la cueva y proporcionarnos, así, una de las más atrayentes experiencias que pueden encontrar incluso los que se creen que ya lo saben todo. Y encima, en la puerta, está Emilio con sus instrumentos para darnos un agradable rato de enseñanza y entretenimiento.

martes, 17 de noviembre de 2015

UNA HISTORIA INCREÍBLE Y DISPARATADA



Los principios que uno mantiene inconmovibles desde que era joven se pueden alterar en según qué circunstancias. Esas cosas tan bonitas sobre el respeto a todas las opiniones, el entendimiento hacia lo que hace el prójimo, la capacidad para aceptar novedades, no utilizar (salvo casos muy excepcionales) palabras malsonantes, no ofender, no insultar… en fin, un bonito repertorio, un catálogo de propósitos cuya firmeza, ya digo, puede alterarse en el momento más inesperado si llega la ocasión.
Y ha llegado, me parece.
Mientras estaba de viaje por ahí, descubriendo otros mundos (no muy lejanos) ha surgido en esta benemérita ciudad de Cuenca, donde todas las sorpresas y disparates son imaginables, una propuesta que, al conocerla, me ha dejado estupefacto. Y no solo por la idea en sí, al fin y al cabo tan estrambótica como otras tantas que van jalonando nuestra desdichada historia sino que lo que me sorprende realmente del todo es que el asunto, puesto sobre la mesa, es recibido con toda seriedad, se estudia, se analiza, será valorado convenientemente e incluso se nombra una comisión para que analice sus posibilidades de realización. Todo muy serio, muy correcto, muy de cara a la galería.
Con lo fácil que hubiera sido poner coto a la primera y enviar la carpetilla al único lugar en que merece ser alojada, la papelera y el olvido, dejando constancia, eso sí, de su presentación, para que figure en el debido lugar en el repertorio de barbaridades que jalonan la historia urbanística de Cuenca.
Para resolver el eterno, quizá insoluble problema de acceder al casco antiguo de Cuenca, a esa mente malpensante no se le ha ocurrido mejor idea que organizar un ascensor, adosado a uno de los pilares del puente de San Pablo y ya está, como si tal cosa, el autor de la barbarie estética y funcional se queda tan tranquilo y los demás reciben el propósito. A lo mejor incluso alguno aplaudió. Me contengo para que no salga de la pluma electrónica ningún insulto y dejo aquí la nota.

Verdaderamente, uno no gana para sustos y si es habitante de Cuenca debe estar siempre presente a recibir alguno en cualquier momento. Luego hablan de los atentados con bombas y metralletas. No hace falta llegar a esos extremos. También hay otra forma de cometerlos. O de intentarlo al menos.

domingo, 8 de noviembre de 2015

UN LIBRO DE ANTONIO ENRIQUEZ GÓMEZ


Se debe tener cuidado con las palabras. Con el buen y el mal uso de las palabras, para evitar confusiones, malentendidos. Dice el Diccionario de la Academia: “Inédito: Escrito y no publicado. Dicho de un escritor: que aún no ha publicado nada. Desconocido, nuevo”. Informa la Universidad de Castilla-La Mancha de la publicación de un “inédito”, de Antonio Enríquez Gómez, el gran autor maldito de las letras conquenses, el heterodoxo por excelencia, el perseguido hasta la muerte. Uno siente el sobresalto de la alegría: un inédito, algo nuevo y desconocido, qué maravilla. Y lee el título que se anuncia como tal: Academias morales de las musas. Y el sobresalto inicial de alegría se transforma en un gesto de escepticismo. Ese es un título bien conocido, repetidamente editado. La aclaración llega más adelante, entre líneas: dicen que es inédito desde 1734, en que se publicó por última vez. Hombres, en esa situación hay miles de libros, de todos los autores, incluso de los más consagrados, que tras una vigencia de cierto tiempo desaparecen de las imprentas y las librerías, pero eso no quiere decir que sean inéditos. Simplemente, el mercado editorial ha perdido interés en su publicación.
Tras este exordio, vayamos al grano. Hay una nueva edición de las Academias morales de las musas, editada por primera vez en Burdeos en 1642 y reeditada en varias ocasiones más hasta el siglo XVIII, texto ciertamente clásico y valioso que ahora se recupera por el Instituto de Teatro Clásico de Almagro, en edición crítica preparada por Milagros Rodríguez Cáceres y Felipe Pedraza Jiménez. Son más de diez mil versos desarrollados en un estilo lírico-narrativo con contenido dramático en los que se transmite en buena medida el riquísimo universo atesorado por el gran dramaturgo conquense del siglo de oro, protagonista de una vida agitada, borrascosa, realmente aventurera y no siempre por sus propios deseos, sino por los condicionamientos de una sociedad nada tolerante. De manera que la iniciativa de la Universidad al editar esta obra, en dos gruesos volúmenes, cargados de erudición, es una excelente noticia. Aunque no sea un inédito, ni mucho menos.

(En la imagen, retrato de Antonio Enríquez que figuraba en la edición de 1642)

sábado, 7 de noviembre de 2015

LUIS ROIBAL EN SAN FELIPE


En la galería de ciudadanos extraños, peculiares, singulares o cualquier otro sinónimo que quiera utilizarse, corresponde en estos tiempos nuestros un lugar de honor a Luis Roibal Tejedor, nacido en Cuenca en 1930 y residente desde no se cuándo en Uña, enclaustrado entre las riscas que rodean el pueblo y los bares de la carretera, mientras desde su casa contempla el paisaje enriquecedor de la laguna, con sus misteriosos vaivenes cromáticos que alienta la brisa del Júcar.
Luis Roibal mantiene pertinaz silencio desde hace muchos años. Probablemente, es el pintor conquense (y uno de los españoles) que más vende, si atendemos a lo que dicen los mercados del arte y lo hace no entre los límites del territorio español sino al otro lado de la mar océana que nos separa y une con América. Inquieto desde que era un joven aprendiz de cómo dar brochazos en los lienzos, aquí vive en calma y tranquilidad pero no inmóvil. Hasta él no llegan los fugaces medios de información, manejados por jóvenes que no solo desconocen los elementos básicos de la historia local sino que con toda seguridad incluso ignoran qué se esconde detrás de ese nombre. Ni siquiera creo que acierten a identificarlo las ocasiones que baja desde su retiro serrano para darse una vuelta por Carretería, tomar un café con los amigos y hacer la ineludible visita a Juan Evangelio, en su librería.
De ese anonimato apartado elegido voluntariamente y con tesón defendido saco ahora a Luis Roibal para señalarle directamente con el dedo, como autor de los cuadros incorporados al retablo mayor de la iglesia de San Felipe. No es, desde luego, una iconografía religiosa al uso sino la plasmación del universo personal del artista, con su estilo entre expresionista e impresionista, con líneas insinuadas y colores suaves, en las que reproduce escenas aparentemente religiosas a las ha incorporado personajes de nuestro tiempo para formar así un curioso fresco de la vida moderna incardinada en escenas de la antigüedad.

La iglesia de San Felipe, situada en el corazón central de la subida a la parte antigua de Cuenca, es uno de los templos de más fea apariencia exterior y más delicado y bello contenido interior. Aunque las miradas devotas se las lleva el Jesús de Medinaceli, adosado en su propia capilla lateral, es la magia creativa del gran Martín de Aldehuela la que brilla espléndida en este recinto (cuya linterna, por cierto, también pintó Roibal hace mucho tiempo) que ahora ofrece a la contemplación, seguramente lejana, de los files que asisten a los cultos, esta sorprendente obra de arte moderno incorporada a la severidad del retablo mayor.

viernes, 6 de noviembre de 2015

MÚSICA EN LA SALA BABYLON


            Hay en Cuenca un recinto musical ciertamente notable. Envidio a quienes tienen edad, ánimos, entusiasmo y ritmo suficiente para seguir de manera cotidiana las propuestas que hace, con encomiable constancia, la Sala Babylon, que ahora, como dicen sus mensajes, cumple ya trece años. Es un lugar céntrico, en las inmediaciones de la estación del ferrocarril (la antigua, la de siempre, no la del AVE), en el pasaje que se comunica con la calle Hermanos Becerril. Y es un sitio en el que se ofrece música en directo, cosa nada fácil (nunca lo ha sido) en una ciudad como Cuenca, tan limitada para casi todo.
            Pues ahí están, inasequibles al desaliento o a las tempestades, los chicos de la Sala Babylon, que cada fin de semana ponen en escena musical un grupo de los interesantes, los que no están todavía metidos en el montaje comercial de los circuitos controlados por los mercaderes de la música. Por ahí, entre copa y copa, diálogo y afectos, han pasado ya este otoño Maniática+Kuero, El Langui, La Gran orquesta republicana, The Limboos, Leize, Jotand Jota, El Twangero, O’Killeds, que la semana pasada hizo de telonero para la presentación del nuevo grupo conquense Jamargo, una banda en la que están Javi Martínez, Luis, Carlos y Rubén a los que siguió al día siguiente Julio Ródenas y ahora, este mismo sábado, será Ángel Stanich (a 10 y 12 euros) el responsable de animar la noche conquense, a partir de las diez.
            Siempre ha sido muy difícil en Cuenca mantener una actividad musical en directo y continuada. Los de la Babylon llevan ya trece años y los que vendrán detrás, seguro.


jueves, 5 de noviembre de 2015

DÍAS DE OTOÑO


Hecho en falta, en estos días ya abiertamente otoñales, la amable literatura con que nos obsequiaban casi todos los escritores conquenses cuando había periódicos dispuestos a ofrecer sus páginas a la narración literaria, sin ambages ni disimulos, a los artículos perfectamente distanciados del acontecer diario, como desahogo o bálsamo con que compensar otras miserias informativas. Y si esto era así antes, cuando había menos motivos para el desasosiego, qué no decir de estos tiempos tumultuosos en que no salimos de una canallada de los islamistas cuando caemos en un desastre entre las olas del amable Mediterráneo que, no contento con tragarse desgraciados africanos huidizos de sus ingratos países también se dedica a volcar su furia sobre las no hace mucho sosegadas playas levantinas y si la mirada gira un poco hacia el norte encontrará la estrepitosa ceremonia de la confusión ambientada en catalán pero si esa misma mirada se dirige hacia los cielos encontrará, con un poco de mala suerte, un avión o un helicóptero dispuestos a estamparse contra el duro suelo. Podríamos seguir desgranando calamidades varias, por no hablar de asesinatos de uno u otro género, incluidos los niños pero no iban por ahí las letras de este rincón meditabundo que solo quería, en principio -algo se ha torcido el relato- rememorar los viejos, entrañables, emotivos artículos en torno a la belleza sugestiva del otoño conquense. Amigos tuve que venían a la ciudad justamente cuando yo les avisaba de que las primeras hojas empezaban a amarillear y hasta aquí se llegaban con sus cámaras y sus esperanzas de emborracharse de colores y saborear algunos níscalos. Amarillos eran los colores de los autobuses de Cuenca, en la anterior hornada, y precisamente por eso, para proclamar a propios y extraños la luminosidad del color amarillo emanado de las choperas otoñales. La explosión cromática va por zonas. En la ribera más próxima del Huécar, la que se inicia en la Puerta de Valencia, aún predomina el verdor, pero en las calles céntricas se acumulan ya las hojas caídas de los árboles temblorosos, mientras que en el tramo inferior del Júcar, el que corre, sin muchas ganas, todo hay que decirlo, por los meandros del Egidillo y la hoz de Valdeganga, el brillante resplandor de las hojas tintadas del hermoso color domina la severidad del roquedo y el misterio de las curvas enlazadas tras otra. Hecho de menos el placer de leer un buen artículo, descriptivo y emocionante, o unos delicados versos transmisores de la belleza que la naturaleza ha querido descargar sobre Cuenca desde el primer día de la existencia de este mundo. Y así sigue siendo, aunque llueva o truene, aunque los ríos se salgan de madre y los necios atruenen con sus ruidos incoherentes la placidez de una tarde otoñal.

martes, 3 de noviembre de 2015

LA PLAZA DE LAS FLORES MORTUORIAS

         
   Durante unos días, la austera, fría, antipática Plaza de España, ese lugar céntrico de Cuenca que llamamos con ese título aunque ni una sola placa proclama tal cosa, por lo que bien podríamos dudar de que efectivamente se llame así o quien sabe si de cualquier otro modo, pero llámase como quiera (y yo creo que, efectivamente, es Plaza de España) estos días que ya han pasado se convierte en una floristería provisional, pasajera, encargada de cumplimentar un solo propósito: vender flores para los muertos. No busquen allí rosas rojas propias de enamorados apasionados ni otro tipo de florituras artísticas que puedan servir para demostraciones de alegría, cortesía, elegancia o fiesta. Los días de los muertos se llenan con claveles, gladiolos, crisantemos y cosas por el estilo, porque en esto, como en todo, hay un ritual, que debe cumplirse a rajatabla. Y se hace, por más que sabemos perfectamente que el destinatario de este mensaje floral no va a reaccionar de ningún modo: incluso aunque no le gusten las flores, las recibirá sobre su tumba, quiera o no quiera.
            Leo que en los cementerios de las grandes ciudades ya no se consumen flores naturales, porque las roban nada más depositarlas. Creo que tan perversa, rastrera costumbre aún no ha llegado a esta ciudad nuestra, a pesar de ser un fácil receptáculo de todas las novedades, cuanto más necias mejor (por ejemplo, bañarse en la fuente de este misma plaza de España, si el equipo de fútbol, por casualidad, consigue un buen resultado). Por aquí, compruebo estos días, llevar flores a los muertos sigue alimentando el ánimo doliente de los familiares que siguen vivos.
            Y eso que el motivo que justificó la implantación de estos obsequios florales ya no existe, porque en estos bien higienizados tiempos nuestros los cadáveres no huelen y por tanto no necesitan ser mejorados por los efluvios agradables de las flores, esa grata compañía con la que hacemos ramos vistosos para acompañar a la mujer recién parida, o enviamos centros artísticamente elaborados con cualquier motivo feliz, o sencillamente una flor solitaria que, desde su silencio cromático y oloroso habla más y mejor que todo un discurso.


lunes, 2 de noviembre de 2015

MEDIO SIGLO DE OFICIO

Algunas personas, conocedoras de la conferencia que pronuncié hace unos días en la sede de la Real Academia Conquense de Artes y Letras y que no pudieron asistir, me piden un resumen de lo que dije. Como rehacerlo es algo difícil (y entretenido), tomaré lo que sobre ese acto dijo el único diario que ahora se publica en Cuenca, La Tribuna, con la esperanza de que esa nota sea suficiente sin necesidad de tener que recurrir a escudriñar entre las singladuras de mi ego para encontrar otras palabras. Ahí va.
Con una conferencia sobre la historia de la prensa conquense el periodista, escritor, editor y académico José Luis Muñoz ha querido celebrar sus 50 años de ejercicio en la profesión periodística, en la que se inició el 1 de octubre de 1965, formando parte de la redacción de Diario de Cuenca, lo que, después de este medio siglo de actividad, le convierte en el decano de los periodistas en Cuenca.
En su conferencia, Aproximación a la historia de la Prensa conquense, José Luis Muñoz prestó atención a los orígenes del periodismo en nuestra ciudad, a partir de títulos en su mayor parte perdidos, refiriéndose en exclusiva a los medios de información general y dejando para otra ocasión las revistas y publicaciones especializadas. El más antiguo periódico conocido, El Centinela de Cuenca, apareció en 1837 y fue también el primero que sufrió acosos de los poderes públicos, en forma de denuncias por artículos críticos. Tras un periodo de vacío, surge El Eco de Cuenca, en 1862, el primer título verdaderamente conocido, al que siguieron otros como La honda de David, La Voz de Cuenca, El Orden, hasta llegar al primer gran periódico conquense, El Progreso, que desde su inicial aparición en 1885 y en tres etapas diferenciadas pudo llegar hasta el año 1921.
El Correo Católico, La Giralda, La Esperanza, La Razón, La Lealtad, son otros de los muchos títulos que surgen en la ciudad, con escasa y agitada vida, en el tramo final del siglo XIX. La situación cambia radicalmente cuando se agita e intensifica la política en las primeras décadas del siglo XX, lo que anima a cada partido a tener su propio órgano de expresión, surgiendo así el momento de mayor animación periodística, lo que se refleja en la abundancia de medios, casi todos semanarios, que coinciden a un tiempo: El Liberal, La Razón, El Criterio, El Mundo, La Reforma, El Centro, La Lucha, Tierra. Sobre todos ellos destaca uno especialmente, El Día de Cuenca, nacido en 1914 y que a lo largo de sus casi 20 años de existencia consiguió mantener una apreciable línea de independencia, a pesar de las vicisitudes de los tiempos.
Casi todos ellos desaparecieron con la Dictadura de Primo de Rivera, que también tuvo su propio periódico en Cuenca, La Opinión. Al proclamarse la República en 1931, las tareas informativas se dividen en dos grandes medios: El Defensor de Cuenca, de orientación católica integrista y beligerante contra el nuevo régimen y Heraldo de Cuenca, un semanario de izquierdas que hizo bandera de la defensa de la República,
Con el fin de la guerra civil, la situación cambió radicalmente. Tras varios años sin periódico en Cuenca, en 1942 nació Ofensiva, vinculado directamente a la Jefatura provincial del Movimiento, como órgano de propaganda del régimen. Primero trisemanario, luego bisemanario, finalmente llegó a diario en 1957 y en 1962 cambió su título por el que habría de ser definitivo, Diario de Cuenca, que mantuvo hasta su desaparición en 1984.


PASOS PARA ENTRAR EN NOHEDA


            Periódicamente nos llegan noticias de cómo van avanzando los trabajos de preparación del yacimiento romano hace años descubierto en las proximidades de Noheda y que contiene, según se nos dice de manera repetida, el mosaico de mayores dimensiones conocido en el que fue mundo controlado por el imperio latino, a ambas orillas del Mediterráneo. El asunto tiene, como es lógico y comprensible, un evidente interés cultural, artístico, histórico y todo lo que se quiera decir, pero también, desde luego, turístico, esa palabra en la que tantos pueblos y ciudades tienen puestas sus esperanzas pensando que, a falta de pan buenas son tortas, y si no hay industrias que traigan riqueza y empleo, al menos que haya visitantes consumidores de lo que se pueda encontrar en cada sitio.
            Los voceros oficiales dicen que las obras van a buen ritmo y confían en que no tardando mucho será posible poder empezar a disfrutar públicamente de este recurso, cuyo conocimiento hasta ahora ha estado limitado a un pequeño sector de privilegiados. Según las últimas noticias, ya se ha colocado la cubierta metálica de protección del yacimiento, que abarca una superficie total de algo más de mil metros cuadrados. Se trata de una estructura especialmente diseñada con la intención de que el espacio expositivo queda totalmente diáfano, sin columnas o pilares que puedan entorpecer la visión del mosaico que, como es comprensible, adquiere todo su valor si se puede ver completo y no entorpecido por obstáculos. A ello se añaden otros detalles de montaje encaminados a proteger la instalación de manera que se permite la entrada directa de la luz solar pero sin dañar los restos arqueológicos.
            Un detalle que me parece especialmente interesante es que ha proyectado una serie de pasarelas sujetas a la cubierta, sin puntos de apoyo en el suelo, de manera que será posible visitar el recinto contemplando el mosaico en su integridad desde lo alto, sin estorbos ni daños para la obra.

            Noticias todas que nos ponen los dientes largos y alimentan los deseos de que pronto podamos pasar del estado de información al del conocimiento directo convencido, como estoy, de que la apertura del yacimiento de Noheda será uno de los grandes acontecimientos culturales de nuestra época.

viernes, 16 de octubre de 2015

FUTURO CON LA SEMANA DE CINE DE CUENCA


En algún sector consideran que esto es un paso atrás, una vuelta al pasado. Otros pensamos que es un paso adelante, una recuperación, un avance, ocupar un hueco espacioso que ahora está vacío. Se nos ha ocurrido, en el seno del Cine Club Chaplin, que sería bueno volver a celebrar en Cuenca una Semana de Cine, parecida a la que existió durante 18 años y que alguien, algunos, en uno de esos momentos de furia destructora que invade a los jerifaltes conquenses cuando dicen que hay crisis, decidieron suprimir, por ahorrar. Porque siempre se ahorra en cultura, nunca en otras cosas que conocemos bien y no quiero mencionar aquí porque no hace falta decirlo con todas las letras.

La Semana de Cine ocupaba esos días, una vez al año, con estrenos absolutos de películas españolas que venían arropadas por directores, actores, guionistas, productores y críticos, que se encargaba de hacer una introducción y participar en un coloquio. No estoy seguro de que ahora se pueda reproducir el mismo esquema, ni falta que hace. Los tiempos cambian, las modas también y, desde luego, las personas lo hacen. Lo que sí es cierto es que en Cuenca, esa ciudad maravillosamente cultural de la que todos los políticos hablan y pocos conocen, no hay ninguna cita especial en torno al cine, repartido, durante el año, en la adocenada programación que ofrecen las salas comerciales entre las que se abre hueco, los miércoles, las piezas sabrosas que ofrece el Cine Club. Probablemente la ciudad no está preparada ni tiene fuerzas suficientes para promover un auténtico festival y a lo mejor tampoco es ese el camino. Pero una Semana de cine español sí se puede hacer y, de conseguirlo, no será un paso atrás ni un monumento a la nostalgia, sino una apuesta de futuro o, al menos, una propuesta de presente. En eso estamos, por ahora con perspectivas de avanzar, sin considerar los obstáculos que surgirán, pero de eso hablaremos otro días. Por ahora podemos contemplar esa fotografía, de una de las Semanas antiguas. Ahí están unos jovencísimos José Sacristán, Fiorella Faltoyano y José Luis Garci, con Alberto Martínez Casillas, el presentador de esta comparencia. Imaginemos quienes podrían ser ahora los protagonistas de la cita, si es que la idea fructifica.

jueves, 15 de octubre de 2015

GRABADOS EN EL MUSEO DE CUENCA



Un grabado, muy expresivo, a pesar de los sombríos tonos oscuros, casi negros, que recrean con singular acierto el aspecto fantasmal con que quiere aportar un detalle más a su peculiar interpretación de Cuenca, anuncia y sirve de frontispicio al díptico informativo de la exposición que el Museo de Cuenca tiene abierta estos días en la nueva sala situada en la calle Princesa Zaida (que sería excelente si no fuera por la disposición de las molestas columnas que entorpecen el montaje). Grabados en el Museo de Cuenca se titula la muestra, que ofrece un total de 37 obras de esa técnica, más otras cuatro de carácter histórico, correspondientes a una visión de San Julián, obra de Joseph Jimeno y tres del clásico libro de Antonio Ponz.
Quienes ya tenemos alguna edad (y conservamos aún en condiciones aceptables la memoria, riqueza inapreciable) recordamos aún aquellos años ciertamente brillantes en que el Museo de Cuenca creó, promovió e impulsó un taller de grabado que empezó a funcionar en 1978 y se prolongó durante varios años, contando con las ayudas económicas de Fernando Zóbel, realmente enamorado de esta técnica y de la Diputación provincial y también del Ayuntamiento de Cuenca, que cedió los locales, en el edificio anexo al propio Museo (ahora, por cierto, en estado avanzado de ruina: cualquier día se viene abajo y no será sorpresa para nadie). Más de un centenar de artistas pasó por allí, a experimentar y trabajar, además de impartir talleres encaminados a difundir los matices y las posibilidades que para un creador de otras artes plásticas (pintores, sobre todo) ofrecía el trasladar su obra al grabado.
Aquellos trabajos están ahora almacenados en el Museo de Cuenca y de allí ha salido esta selección en la que se encuentran los yas citado Goñi o Zóbel, con otros nombres, consagrados o menos, como Antonio Santos, Adrián Moya, María Teresa Recuenco, Perico Simón, Pedro Mercedes, Emilio Morales, Estrella Plaza (a la que corresponde la ilustración de este comentario), Antonio Abad, Redondo Badía, Javier Floren, Francisco Ortega, Bonifacio Alfonso, Adrián Navarro, José María Lillo, Miguel Ángel Moset, Miguel Zapata, Julián Pacheco y ese etcétera que llega hasta 37.
Mejor que leer es ir a ver la colección. Interesante, sin duda. Nostálgica, también. Y meritorio, que salga a la luz.


EL ZARANDEADO PUENTE DE SAN ANTÓN



         Sobre el llamado inicialmente y durante siglos puente del Canto, Mateo López nos dejó una descripción tópica y repetida: "Sobre el río Xúcar está el antiquísimo y nombrado de San Antón, que ya existía cuando se ganó Cuenca a los moros, como consta de concesiones del rey don Alonso el VIII y otras memorias después de dicha conquista; se compone de dos grandes ojos de la misma cantería". Pues parece verdad indiscutible que el puente fue obra islámica que los cristianos asumieron, en contra de la habitual costumbre de destruirlo, que es lo que solía hacerse con tales obras públicas. De esa manera, el puente de San Antón debe ser la construcción más antigua de cuantas hay en Cuenca y por eso mismo, por su vejez, es también la más zarandeada, de manera que no sale de una cuando ya se está metiendo en otra.
         Ahora mismo, sin ir más lejos, le están haciendo no se qué para ensanchar las aceras y de paso elevarlas con la intención de facilitar las salidas del agua corriente. Si miramos hacia atrás, hay un largo rosario de intervenciones en este hermoso rincón conquense, siempre con el pretexto o la ilusión de mejorar el entorno y conservar la pasarela en las mejores condiciones posibles. Recuerdo que entre los planes utópicos que con harta frecuencia manejan por aquí los responsables de la cosa pública surgió no hace todavía mucho, esto es, en nuestro tiempo, la idea de trazar un desvío alternativo que sirviera, de un lado, para otorgar comodidad al tráfico y de otro proteger las estructuras del puente de San Antón y por eso se construyó uno nuevo, que da entrada a la ciudad por la avenida de la República Argentina y se trazó también una carretera de circunvalación exterior. Maravilloso, nos dijimos. Así se libera el puente de ese tráfico incesante. Sólo que a continuación, los mismos políticos bienpensantes empezaron a llenar el paraje de institutos, colegios, almacenes, bloques de viviendas, hipermercados, el hospital, el cementerio y todo lo que sabemos con lo que en ningún momento se ahorró tráfico alguno, más bien se incrementó y así está.

         Pobre puente de San Antón, centenario, soporte del paso de millones de personas y coches a lo largo de los siglos, siempre zarandeado. Ahora, otra vez, en obras. Que sea para bien.

sábado, 10 de octubre de 2015

DE APELLIDO, ARRIMADAS


El reciente esperpéntico espectáculo (que aún sigue) de las elecciones catalanas ha servido, entre otras cosas, para traer al primer plano de la actualidad y la fama a una joven situada en la cabecera de la lista de Ciudadanos, ese partido que parece ser la gran esperanza blanca de la derecha española. Inés Arrimadas, se llama. Al comienzo, asomó su linda cabecita con un gesto tímido, un ademán titubeante, palabras indecisas, discurso claro pero temeroso, como si no quisiera molestar. Vaya con la joven. Del comienzo al final de campaña ha habido tal evolución que hasta los más veteranos han quedado pasmados. Desde luego, a ella hay que atribuir un gran porcentaje del éxito obtenido por su partido.
La política no es una novedad en la vida de Inés Arrimadas. Su padre, Rufino Arrimadas, había estudiado derecho, como ella, y ejerció de policía en Barcelona. Más tarde, por esas cosas de la vida, llegaría a ser concejal por UCD en Jerez tras las primeras elecciones municipales democráticas de la historia, en 1979. El primo de este, Moisés Arrimadas Esteban, fue delegado provincial del Ministerio de la Vivienda en Cádiz allá por los años sesenta y ascendido posteriormente a gobernador civil de las provincias de Cuenca y de Albacete y Jefe del Movimiento (no del movimiento ciudadano, se entiende). Durante su mandato provincial conquense murió Franco y le tocó encabezar los duelos por el dictador. La democracia incipiente lo trasladó a la vecina Albacete y luego volvió a la administración. Sería interesantísimo saber cómo eran las charlas sobre política de la joven Arrimadas con sus familiares, así como las conversaciones que mantiene con su actual pareja, el diputado de CiU, Xavier Cima. Pero en este país, ya se sabe, hay ciertas cosas que siempre se despachan como propias de la esfera personal.
A lo que iba (y voy) es a recordar aquí, en este rincón que quiere ser un observatorio de las cosas que pasan en Cuenca, el apellido de Arrimadas, vigente durante un par de años y luego olvidado, que reaparece ahora en una ubicación geográfica muy diferente.

En la foto de Pinós vemos a Moisés Arrimadas el día en que tomó posesión de su cargo, flanqueado por Rodrigo Lozano, Andrés Moya y Manuel Ruiz-Jarabo.

TORPES, TORPES, TORPES


En un acto de inconcebible torpeza, el gobierno regional anunció dos cosas a comienzos de la semana que ahora termina: por un lado, la formación de una serie de comisiones de trabajo para elaborar lo que se denomina un Plan Estratégico de Cultura para el periodo inmediato, implicando en el mismo a distintos especialistas en los diversos sectores (teatro, música, danza, cine…). Aunque los escépticos pensamos que esos planes no sirven para mucho, sólo para teorizar sobre cuestiones obvias y entretener al personal con noticias periódicas en torno a su lenta elaboración, sí tienen la virtualidad de remover un poco el ánimo generalmente alicaído de quienes se dedican a estas cuestiones, al pensar que con esas conversaciones puede activarse un sector de actividad, la cultura, que ciertamente no pasa por sus mejores momentos entre nosotros.
Pero a continuación, con un margen de solo 24 horas, el mismo gobierno regional que lanzaba las campanas al vuelo con la anterior noticia, difundía otra que dejó ciertamente en situación de pasmo catatónico a todo el mundo: suspender, así dicho, radicalmente, suspender la programación de otoño en la red de teatros de Castilla-La Mancha, obligando a los teatros a devolver entradas vendidas y a las compañías contratadas a salir a las calles a pedir limosna para sobrevivir los próximos meses. El pretexto del gobierno actual (PSOE) es el mismo de siempre, el que utilizan todos para disimular su incompetencia: acusar al anterior (PP) de no haber presupuestado lo suficiente.  Como eso lo hacen todos no se de qué se sorprenden. Y menos aún se puede entender que este mismo gobierno, que durante los últimos meses ha estado recuperando (¡sin presupuesto suficiente!) lo que el otro había suprimido en escuelas, dependencia, sanidad, interinos, etc., no pueda encontrar los pocos euros necesarios para mantener abiertos los teatros y auditorios de los pueblos de la Comunidad Autónoma (el de Cuenca no está afectado porque se encuentra fuera de la red).
El escándalo ha sido superlativo, mayúsculo, con repercusión en la prensa nacional, en las redes sociales y en los colectivos implicados, tanto ayuntamientos como compañías artísticas y, por supuesto, el público. Con la consecuencia natural de que a las 24 horas, en vista de la movida generalizada, los señores de Fuensalida han dado macha atrás apresurada para decir lo que deberían haber tenido en cuenta al comienzo: vamos a buscar el dinero y ya lo encontraremos. Porque, a pesar de lo que se pueda creer, el dinero público siempre aparece, aunque esté escondido en los más turbios vericuetos del presupuesto.

Se podían haber ahorrado el jaleo y el sobresalto aplicando la más apreciada virtud del ejercicio político: la prudencia. Un bien escaso en un escenario por el que transita tanta torpeza.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

ADIÓS A LA FUNDACIÓN CCM


            No es una sorpresa, sino una realidad esperada. Se ha comentado varias veces, se ha dado por hecho que tocaría pronto. Ya no es especulación, sino cosa cierta. Desaparece, o se suprime, o se va, cualquier término vale, la Fundación CCM. La economía va viento en popa a toda vela, según dicen todos los voceros económicos; los bancos ganan dinero sin cesar, como demuestran las boyantes cuentas de resultados. No debe ser suficiente para mantener una actividad cultural que ya en los últimos años era más simbólica que real, pues se limitaba a ceder los espacios disponibles, el salón de actos de la sede central en el parque de San Julián y la sala de exposiciones del edificio Iberia, para que pudieran utilizarlos otros. Pero la Fundación CCM, como tal, hace muchos años que dejó de hacer nada. O sea, que no ha invertido en Cuenca (en el resto tampoco, creo) ni un euro para satisfacer las necesidades culturales de los conquenses e incluso se ha ido retirando de otros organismos a los que aportaba alguna cantidad anual o puntual. O sea, resumiendo y repitiendo, que no se ha gastado un euro en los últimos años.
            Qué tiempos aquellos en que la antigua Caja Provincial de Ahorros de Cuenca, luego Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real, estaba presente en la práctica totalidad de pueblos de la provincia, apoyando el folklore, colocando bancos en los jardines y paseos, repartiendo ayudas para las asociaciones y grupos locales, financiando concursos públicos de todo lo que se pudiera hacer e incluso editó algunos libros (no muchos, todo hay que decirlo), poniendo dinero en el Colegio Universitario, en la Semana de Música Religiosa, en el Museo Diocesano y, desde luego, manteniendo una dilatada actividad en sus salas de exposiciones y recintos abiertos al público. Algo que entonces a algunos parecía poca cosa, deseosos de una política cultural y social más atrevida, más ambiciosa, pero que hoy, desde la distancia, desde este vacío que ahora nos llega, nos parece que fue una etapa maravillosa.

            En mala hora los desaprensivos gestores (por cierto: ¿qué fue de ellos? los imagino tan campantes) de CCM la llevaron a la ruina y la desaparición mediante liquidación forzosa y apresurada. Algunos aún se las prometían muy felices con el invento de Liberbank. No hablaré aquí de economía; quienes saben de eso ya se encargarán de explicar las ventajas y los rendimientos obtenidos. Hablo solo de la dimensión cultural y social que debía haber cumplido la Fundación CCM, destinataria de una parte de los beneficios obtenidos para poder ejecutar los fines asignados. El resultado ya lo ven: liquidación total, cierre de las instalaciones y si te he visto no me acuerdo. Y el patrimonio artístico acumulado durante tantos años con el dinero de Cuenca, trasladado sin contemplaciones a Asturias. Allí estará bien, seguro, adornando los despachos de Liberbank.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

FOTOGRAFÍA Y ARQUITECTURA EN HUETE


            Una de las mayores satisfacciones que se puede encontrar paseando por estos mundos es llegar a lo que fue un edificio histórico destartalado, envuelto en las tristezas del abandono y verlo ahora limpio, reluciente, restaurado. Pero, sobre todo, verlo utilizado, porque si lo primero se ha hecho para nada el resultado final, a largo plazo, será llegar al mismo sitio de antes. La visión actual de El Cristo, en Huete, es ciertamente impresionista y anima a seres habitualmente pesimistas, como yo, a creer en un destino de mejores posibilidades para nuestro vapuleado patrimonio.
            El complejo conventual llamado de Jesús y María, conocido desde siempre en Huete como El Cristo, es uno de los grandes monumentos que cubren la superficie provincial, levantado en el siglo XVI por iniciativa del canónigo Marcos de Parada y destinado a acoger a monjas de la orden de San Lorenzo Justiniano. Lo más llamativo, externamente, es la espectacular portada de la iglesia, de la que maravilla tanto el espléndido trazado clásico como los hermosos detalles ornamentales y que viene sirviendo para especular sobre quien pudo ser el artífice que trazó tan delicada pieza arquitectónica.
            Pero no es la portada de El Cristo la que hoy debe ocupar nuestra atención, sino el convento anexo a la iglesia, un poderoso volumen edificado con severa estructura propia del destino que debía cubrir, mediante la disposición ordenada de sus elementos en torno a un claustro central, de gran amplitud y que ahora, restaurado al completo, es de una vistosidad elegante, aportando su admirable presencia al entorno artístico que se ha formado a su alrededor.
            Porque, y esto es quizá lo más interesante, El Cristo es desde hace un par de meses un museo dedicado a la fotografía. Desde siempre preocupó el estado de conservación del edificio y por eso en 1984 se iniciaron obras de restauración que, con altibajos y tropezones (o sea, descansos por falta de dinero) han llegado hasta hoy. Para dar vida a este considerable volumen edificado la Diputación ha tenido la feliz idea de instalar aquí un museo especializado en una de las artes más jóvenes y modernas, la fotografía, distribuyendo en la planta baja una colección de imágenes de Francesc Catalá Roca, uno de los grandes clásicos españoles y en la planta superior obras representativas de varios fotógrafos modernos ofreciendo entre todos un apasionante paseo de variados matices, con sugerencias tan ricas como corresponde a propuestas de muy diverso sentido.

            No es cosa de entrar aquí en el detalle del contenido, porque la intención de este comentario es llamar la atención hacia la todavía breve existencia de este nuevo museo ubicado en un ámbito tan espectacular que la mirada se pierde yendo presurosa desde los cuadros colgados en las paredes a los artesonados, las columnas, el claustro, la delicada solería, para hacer de la visita a Huete, siempre interesante, un motivo más de atracción.

martes, 8 de septiembre de 2015

ADIÓS, TERRAZAS, ADIÓS



            Cansinamente, a regañadientes, sin querer aceptar la certeza de lo inevitable, la ciudad vive sus últimos días de terrazas al aire libre. Para un sitio como Cuenca, sometido durante no menos de nueve meses al año (a veces, más) a los rigores de un invierno implacable, la llegada de la calma veraniega, no digo ya de los excesos calenturientos de este año, sirve de desahogo colectivo y ello explica el apasionamiento con que muchos se lanzan a disfrutar diariamente del placer de poder estar en la calle, asumiendo como obligación diaria pasar unos buenos ratos, ya sea por la mañana, al mediodía o al caer la tarde, en las múltiples terrazas que como setas surgen hasta en rincones inverosímiles, incluso ingratos, de los que me hacen pensar en qué tipo de placer (salvo el de fumar) puede encontrarse ocupando sitios tan inhóspitos como los elegidos por algunos bares. Son excepcionales, desde luego. Al lado de ellos, la Plaza Mayor o Carretería, dos de lugares más zarandeados que pueden encontrarse en estos andurriales vienen a ser remansos de disfrute. Comprendo que los bares hayan optado por tener disponibles las terrazas durante todo el año, por si acaso suena la flauta y entre los fríos que nos esperan surge un rayo de sol que anime a volver a ocupar esos espacios. Estamos en septiembre y, en contra de costumbres seculares, las terrazas siguen estando vivas, agotando sus últimos días de esparcimiento. Es un símbolo, uno de los elementos característicos de esta ciudad singular.



miércoles, 26 de agosto de 2015

VUELVEN LAS OBRAS A MANGANA


            Verdaderamente, es muy consolador comprobar que la actividad ha vuelto a la Plaza de Mangana con el objetivo, parece que ahora va en serio, de llevar a buen fin el larguísimo proyecto que lleva gestándose más de diez años con un objetivo cambiante al hilo de las circunstancias y que ahora va orientado a ese concepto ambiguo, por no decir confuso, al que se llama “musealización”. Sea lo que fuere, como están trabajando en él nos podemos dar con un canto en los dientes a la vez que elevamos plegarias a todos los dioses celestiales deseando que no vuelvan a surgir inconvenientes ni problemas. En la obra, el cartelón informa que hay ocho meses de plazo para la finalización, con casi un millón de euros en juego.
            El anterior intento se interrumpió en 2013, cuando la empresa entonces adjudicataria recurrió a ese perverso pero habitual tejemaneje consistente en iniciar los trabajos y a continuación pedir revisión de precios, al descubrir que ha calculado mal y que la obra costará mucho más de lo que había ofertado. Cuando tiró la toalla, apenas si había actuado sobre el 15 por ciento del proyecto, o sea, nada. Y así hemos vivido, los últimos dos años (tras los muchos acumulados de antes), con las zanjas abiertas y canalizando agua para poder destruir el muro de Alfonso VIII mientras los fragmentos de muralla se iban descomponiendo al paso del tiempo.
            Pero fuera lamentos. Ahí está lo que queda del alcázar musulmán, los mínimos restos del palacio de los Hurtado de Mendoza, los cimientos de la iglesia de Santa María, quizá de la sinagoga, incluso de alguna vivienda de las que formaron el abigarrado barrio popular sobre el que se levantó la torre de Mangana y luego, ya en la modernidad, el monumento a la Constitución, sin olvidar el mamotreto del ascensor del aparcamiento que hay debajo.
            Hay que cruzar los dedos para que todo salga bien esta vez y al fin podamos recuperar el uso y disfrute de la desdichada plaza. Por lo pronto, nos podemos consolar (y disfrutar) con la actividad laboral mientras nos preguntamos qué estarán haciendo y a dónde nos conducirá el montaje que llevan entre manos.


miércoles, 8 de julio de 2015

UNA VERGÜENZA LLAMADA RTVCM


            No es fácil trabajar en un medio público en España. A pesar de los avances indudables de los mecanismos democráticos, hay un obstáculo en el que tropiezan todos, tirios y troyanos, conservadores, liberales e izquierdistas, en el centro del territorio nacional y en las periferias autonómicas. Que yo sepa, no existe ni un solo caso, ni una sola radiotelevisión pública que haya sido capaz de organizar un sistema, sobre todo en el terreno informativo, el que más duele, con suficiente entidad como para garantizar esas palabras bonitas con que los políticos (y los analistas) llevan sus discursos: la pluralidad, el respeto, la libertad, la dignidad… No diré nada de la objetividad, que es un bien inalcanzable, pero que se puede sustituir por otros conceptos más asequibles al común de los periodistas. Basta con aplicar una adecuada dosis de todo lo anterior para conseguir ofrecer a la audiencia un escenario por el que puedan transitar las noticias y los comentarios sin que chirríen.
            Lo que ha sucedido en Castilla-La Mancha durante los últimos cuatro años desborda todo lo imaginable y, desde luego, todo lo visto hasta ahora en otras radiotelevisiones autonómicas. Ha habido casos espectaculares, como los de Valencia y Madrid, pero lo sucedido entre nosotros, al alcance diario de nuestros ojos y oídos, supera todo lo anterior para peor, entre otros motivos porque aporta una valoración nueva: ha sido repugnante. No se me ocurre una palabra más efectista para calificar estos cuatro años, consentidos y amparados por la persona que decidió nombrar a un personaje como Nacho Villa para dirigir el ente. Conocido como ultraderechista acérrimo, con unas opiniones extremistas que nunca había ocultado desde su tribuna de la Cope, aterrizó en Castilla-La Mancha dispuesto a arrasar lo que por aquí se iba asentando de tolerancia convivencial, para transformar el medio público en un aparato para el insulto sistemático, el desprecio a los valores de la democracia, el ninguneo de quienes no forman parte de su pandilla ideológica. Mal servicio ha hecho Nacho Villa a nuestra comunidad. Lo sorprendente es que, tal como yo veo las cosas, tampoco ha prestado ningún beneficio a su protectora, Dolores de Cospedal, salpicada directamente por el fango en que el sujeto ha estado inmerso.

            El nuevo presidente, García Page, ha pedido la dimisión de Nacho Villa, envuelto además por el clamor casi unánime de los trabajadores del ente, sabedores del enorme daño que a ellos también alcanza, por no hablar de los pleitos y las denuncias que están en marcha y que afectan a la indigna responsable de los informativos, sin duda fiel servidora de su amo. Alguien con dignidad hubiera dimitido en dos minutos. Nacho Villa ha dicho que no; agotará su mandato hasta que se constituya el nuevo consejo del organismo y se nombre al nuevo director. Apropiado final para un individuo de tales dotes personales y profesionales, en las que no encuentra acomodo el valor necesario para coger el maletín y marcharse para que entre viento fresco y limpio en las cloacas de Radio Televisión de Castilla-La Mancha.

martes, 7 de julio de 2015

LA CAPACIDAD CREATIVA DE ADRIÁN NAVARRO




           
 Ha terminado ya el tiempo en que hemos podido disfrutar de la última exposición de Adrián Navarro en Cuenca, concebida por el artista como una muestra antológica de su trabajo desde 1978 hasta nuestros días y presentada con un título tan significativo como Buril y trazo. Estuve el día de la inauguración y he vuelto un par de veces más a la Sala Acua, ese singular recinto habilitado por la Universidad regional en una rinconada inmediata a la Plaza Mayor, como si con ese desafío al arte y la cultura, al sosiego y el pensamiento, en suma, quisiera servir de contrapunto al barullo inmediato, ese que tanto aturde cuando los calores del verano atosigan más de la cuenta a los usuarios del casco histórico conquense.
            Digresión (seguramente innecesaria) aparte, vuelvo al hilo conductor esencial, el que se refiere a Adrián Navarro, en estos momentos y creo que sin discusión el primero de nuestros alfareros y ceramistas. Hace unos meses, interesado como siempre he estado en su forma de trabajar, pasé una mañana con él, en su taller, allá por el camino del Terminillo, donde se encierra a pergeñar sus diseños y trabajar el barro, que sigue siendo el elemento básico, insustituible, se un ejercicio laboral que tiene tanto de arte creativo como de artesanía manual.
            La obra de Adrián ha ido evolucionando con él mismo a lo largo de los años, a medida que su inquietud formativa natural iba descubriendo nuevos horizontes desde los que empezó a intuir cuando era estudiante en Manises, de donde se vino para Cuenca (dejando también atrás sus orígenes en El Provencio) dispuesto ya a profundizar en los arcanos mágicos de la alfarería, un territorio ya marcado por el genio inconfundible de Pedro Mercedes. Comparar a ambos artistas es innecesario, aunque sea un ejercicio que suele gustar mucho a los amigos de simplificar las cosas. Más allá de presuntas apariencia o forzadas concomitancias es cómo querer buscar en un artista moderno las influencias de un clásico, que naturalmente suele haberlas, pero sin que eso signifique en forma alguna una transmisión de saberes y menos aún estilo.

            No hace todavía mucho tiempo desde que Adrián Navarro ingresó como académico de número en la Real Academia Conquense de Artes y Letras. La lectura de su discurso es muy ilustrativa y nos ayuda sobremanera a entender el concepto creativo del artista y a seguir detalladamente los diversos pasos que le conducen a través de diferentes estilos. Un texto que encuentra, en la exposición que ahora termina, la ilustración adecuada para entender cómo se puede ensamblar la intuición natural de un artesano con la amplísima concepción intelectual de un verdadero creador de imágenes, formas y encantamientos visuales.

lunes, 6 de julio de 2015

MANGANA MARCA LAS HORAS DE LA CIUDAD



            Debería haberse producido un repique general de campanas, acompañando al propio sonido del reloj, pero todo ha sucedido de un modo tan natural como de escaso impacto, salvo entre el vecindario de la parte alta, feliz de haber recuperado el ritmo y el latido del tiempo. El reloj de la torre de Mangana vuelve a funcionar y sus carillones desgranan puntualmente cada uno de los segundos que marcan las vivencias cotidianas de Cuenca. Porque, bien lo sabemos, ese el reloj que transmite al colectivo ciudadano el paso inalterable del tiempo desde esa vigía silenciosa, plantada en lo más alto del conglomerado urbano, en la torre abierta a todos los vientos que puedan sobrevenir desde cualquiera de los puntos del universo.

            Mangana es una atalaya solitaria, orgullosa, elegante. Castigada, durante siglos, especialmente el último, por esa incombustible vocación municipal de alterar todo lo que pasa por sus manos, aunque no haga falta. Olvidando –o alterando- sus verdaderos orígenes, quisieron transformarla en mudéjar, mozárabe o directamente islámica y adjudicarle elementos defensivos que nunca tuvo ni necesitaba porque es, sencillamente, una torre civil, cristiana y urbana, la torre del reloj y no ninguna otra cosa. Ese reloj que, en un descuido lamentable e incomprensible, el Ayuntamiento permitió que se estropeara -cosa normal: sucede habitualmente- sin acudir con presteza a su reparación. Durante años el reloj de Mangana ha estado incumpliendo su vocación, la de marcar el tiempo de la ciudad. Les ha costado, pero finalmente ya está hecho y las manecillas, esas grandes manecillas, vuelven a desarrollar el circuito circular, acompañado del rítmico sonar de las campanas para pulsar el tiempo de la ciudad. Cierto que en ese devenir se ha perdido la melodía de la serranilla que acompañaba la llegada de cada hora. A lo mejor tampoco era necesario. Lo importante es que el reloj de Mangana vuelve a funcionar. La ciudad está ahora menos inquieta, con esa recuperación tan cargada de simbolismos.

WIKIPEDIA Y EL CARDENAL ALBORNOZ

Los usuarios habituales de los mecanismos y recursos de internet sabemos qué es Wikipedia. Todos recurrimos docenas de veces a la gran enciclopedia universal gratuita cuyo contenido da respuesta inmediata a multitud de las más variadas incógnitas. Y si no entramos directamente en sus páginas, ellas vienen a nosotros porque a cualquier pregunta que se le haga a la red, la solución ofrecida nos conduce sin dilación a Wikipedia. Por ello, aunque no se diga expresamente, hay un reconocimiento implícito, constante, silencioso hacia el gran servicio que Wikipedia nos presta, a lo que se acaba de unir otro, este si patente y concreto, en forma de premio Princesa de Asturias de Cooperación internacional. Todo sigue siendo correcto y satisfactorio. Hasta que deja de serlo.
Si uno entra en el capítulo Cardenal Albornoz de Wikipedia se encuentra con la sorpresa de que sitúa su nacimiento, de manera firme, en Carrascosa del Campo, provincia de Cuenca. Es un claro error. No creo que exista la menor duda, en ningún ámbito, de que Gil Álvarez de Albornoz (1302-1367), arzobispo de Toledo y cardenal de la Iglesia, nació y creció en la ciudad de Cuenca, donde, por otro lado, hay suficientes rastros acerca de la vinculación familiar (su padre era regidor perpetuo en el seno del Ayuntamiento), incluyendo la capilla de los Caballeros en la catedral. Todas las biografías (y hay docenas) referidas a este personaje no ofrecen la menor duda acerca del origen del futuro protagonista de un momento muy determinado de la historia eclesiástica.
Cuando se comete un error no pasa nada especial. Todos cometemos errores. Alguien lo advierte, se corrige y el mundo sigue su marcha. Wikipedia invita a que se corrijan posibles equivocaciones incluidas en sus textos. Yo lo he hecho, advirtiendo a la enciclopedia de esa confusión. La respuesta es desoladora: ellos están convencidos de lo que dicen, mis aportaciones bibliográficas y datos les importan un ardite, no tienen ganas de consultar otras fuentes (aparte la que, misteriosamente, han elegido en este caso) y, desde la prepotencia, aplican el histórico principio de sostenella y no enmendalla, decidiendo mantener al cardenal como nacido en Carrascosa del Campo donde, que yo sepa, jamás han tenido noticias de semejante natalicio ni nadie ha reivindicado al cardenal Albornoz como nacido allí y así se puede comprobar entrando en las diversas páginas que hablan de este pueblo conquense.
Wikipedia es un poderoso y utilísimo elemento de trabajo, pero la autocrítica no parece formar parte de sus principios aplicables a la transmisión de conocimientos. Cuando deciden algo, aunque sea erróneo, lo mantienen contra viento y marea. Asunto que los usuarios deben tener en cuenta para advertir que lo que dice Wikipedia no siempre es absolutamente cierto. Hay errores y de bulto. Como este de alterar la biografía del cardenal Albonoz para situar su nacimiento en lugar distinto al que efectivamente le corresponde. No hay que ser nunca totalmente crédulo. Una pizca de duda razonable suele venir bien.


sábado, 4 de julio de 2015

RAÚL DEL POZO Y GLAUKA


            Raúl del Pozo es el último nombre inscrito en la lista de premiados con el Glauka, ese singular reconocimiento que conceden las lectoras de la Biblioteca Pública “Fermín Caballero”, de Cuenca. Nacido bajo el amparo e impulso intelectual de José Luis Sampedro, el premio mantiene anualmente su estimable vitalidad, en busca siempre de ese personajes escritor al que otorgar un galardón que no se distingue por su espectacular dotación económica ni por el oropel de la fama internacional sino que se mantiene en el amable ámbito de lo doméstico, lo amistoso y, en fin, lo que más interesa siempre a un escritor, el reconocimiento, el afecto del público. Eso lo tiene Raúl del Pozo desde hace mucho tiempo y se manifiesta en cada ocasión propicia para el encuentro, como este último, que sirve (habrá servido, pienso yo) para reconfortarle de otros sinsabores amargos, como el estúpido desprecio con que la Junta de Cofradías rechazó su nombre para ser pregonero de la Semana Santa, siguiendo así las indicaciones de un cura preconciliar, de los que aún hacen la señal de la cruz cada vez que se cruzan (o creen cruzarse) con un infiel comunista. Esto, seguramente, no pasó de la categoría de anécdota, pero conviene decirlo de vez en cuando (o al menos, recordarlo) para tener siempre presente cómo son las cosas por este arriscado rincón serrano, último baluarte en la defensa de occidente. Pero sigamos con lo nuestro, que es lo verdaderamente importante. Desde su origen, va ya para 80 años, en la ribera del Júcar, caserío de La Torre, término municipal de Mariana, Raúl del Pozo ha desarrollado con toda evidencia un esfuerzo personal de considerable importancia. Tras hacer estudios de Magisterio en Cuenca se lanzó audazmente a la búsqueda de un hueco en el territorio de las letras, empezando por el que tenía más próximo, el venerable y por tantos motivos respetable Ofensiva, cuyas páginas acogieron tantos esfuerzos juveniles. Sobre aquella etapa, ha escrito hermosas palabras: "En Ofensiva es donde me hice adicto a la tinta de imprenta y donde conocí a los linotipistas y a los cajistas, fogoneros de las ideas”. Desde aquellos inicios, Raúl del Pozo mostró una evidente agudeza en la captación de temas, una juvenil osadía en el tratamiento y una pureza estilística en el manejo del idioma, virtudes todas que acentuaría con el paso del tiempo. Hoy es uno de los más prestigiosos columnistas españoles con su recinto de papel diario en la última página de El Mundo, donde vierte luminosas palabras en las que aúna la clara percepción de la actualidad cotidiana con el conocimiento profundo de la literatura española a través de un sobrio manejo del idioma, al que acaricia con cariño y del que extrae el profundo aroma que encierran las redomas de los más sutiles perfumes. Saludo pues, desde aquí, al último premio Glauka, profeta en su tierra más allá de los manejos de gentecillas de poco pelo.


miércoles, 1 de julio de 2015

PHOTOESPAÑA, TAMBIÉN EN CUENCA



Un año más llega Photoespaña. Un año más, los medios informativos nacionales recogen páginas enteras, crónicas y críticas sobre Photoespaña. Uno año más, esas crónicas se refieren exclusivamente a lo que sucede y hay en Madrid, a través de Photoespaña, las exposiciones repartidas por numerosos ámbitos de la capital (la fundación Loewe, el Círculo de Bellas Artes, el museo Lázaro Galdiano, el Jardín Botánico, el Centro Cibeles, la Casa de América, la Real Academia de Bellas Artes…). Un año más –y termino así este recurso repetitivo- a los cronistas de la oficialidad capitalina se les olvida mencionar que hay otra exposición más, en Cuenca, en la Fundación Saura.
             Y es que, como viene sucediendo en los últimos casos, la actividad de este singular muestrario de la fotografía actual se reparte entre Madrid y Cuenca.
Y así es, ahí está, ahí está, la exposición dedicada a “Osvaldo y Roberto Salas. La poesía de la imagen”, padre e hijo, cubanos de origen ambos y dedicado con absoluta fruición a fotografiar la isla de sus amores además de a personajes de actualidad en su momento, desde Marilyn Monroe a Salvador Dalí.
            Lo que no me impide lamentar una vez más la miopía de los periódicos madrileños, víctimas como en tantas otras ocasiones de la visión centrípeta de lo que pasa en España, para ellos reducida a Madid. No existe nada más fuera de lo que sucede en esa capital absorbente que todo se lo apropia. ¿Qué además PhotoEspaña tiene abierta otra exposición en Cuenca? ¿Y a quién le importa eso? se preguntarán, despectivos, los comentaristas de turno.

Ya que la organización general de Photoespaña y la prensa madrileña ignoran que existe un lugar llamado Cuenca, digámoslo aquí y pregonémoslo, quizá en primer lugar con la mirada puesta en los propios conquenses, y luego en todos los demás: hasta el 30 de agosto, en la Fundación Saura, Photoespaña 2015.

lunes, 29 de junio de 2015

HOMER SIMPSON ACOMPAÑA A SANTIAGO PALOMERO

           
            Como no es frecuente encontrar en un periódico nacional la firma de un colega provinciano conviene hacerse eco en este ágora cultural de la interesante aparición de Santiago Palomero en El País del pasado sábado (27 de junio, página 16) con un artículo ingenioso, creativo, informativo y, sobre todo, incitador para que todos nos acerquemos a los museos con una nueva visión, un espíritu predispuesto a encontrar entre esos muros y a través de sus salas un mundo plagado de sensaciones y emociones.
            Santiago Palomero es, naturalmente, por oficio y vocación, un apasionado de los museos, singularmente del que él dirige, el Sefardí de Toledo, una de las pequeñas maravillas, entre muchas, que ofrece la llamada tópicamente ciudad imperial y, más coloquialmente, capital de nuestra Comunidad Autónoma. Al autor del artículo lo tenemos cerca como paseante habitual del casco antiguo de Cuenca en épocas de vacaciones, ocasiones siempre propicias para pegar la hebra con él y aprender algo, sobre la cultura en general y mediante atinadas observaciones sobre los frecuentes desastres que recaen sobre nuestra ciudad histórica. Ahora, en este artículo, Palomero nos abre una maravillosa perspectiva sobre la forma de encargar, desde una óptica moderna, la visita a los museos, en los que se puede encontrar lo mismo el amor inesperado de una bella mujer que los mejores estímulos para los sentidos.
            Si no conocéis el artículo, os sugiero su lectura. Ya sabéis dónde. Y, de paso, se tenéis un rato libre, se puede utilizar para dar una vuelta por cualquiera de los museos que estén más al alcance de la mano. En Cuenca o en cualquier otro sitio pero mejor en los de aquí, que no todos los conquenses visitan con la frecuencia que sería deseable.


WERT RECUPERADO PARA EL PENSAMIENTO LIBERAL


El gobierno pierde un ministro y el mundo recupera un liberal reconocido. Hasta hace tres años y medio, José Ignacio Wert figuraba en la nómina de intelectuales de sólido prestigio, orador brillante, polemista ingenioso, pensador atrevido, que exponía abiertamente sus ideas progresistas con sólida base en elementos culturales. Todo el mundo se frotó las manos al saber que Rajoy le había elegido para ostentar la cartera de Educación y Cultura, con el apéndice del Deporte, que nunca sabe uno muy bien qué pinta en ese organigrama. Fue tomar la cartera, sentarse en el despacho, empezar a tomar decisiones y ponerlo todo mangas por hombro, consiguiendo eso tan difícil que es poner de acuerdo a todo el mundo, incluyendo la ciudadanía y los simpatizantes de su propio partido, que un mes tras otro ha venido votando en las encuestas de opinión para ponerlo a la cola de todo el gabinete, con las peores notas imaginables. Aunque eso, a él, todo hay que decirlo, no le ha importado un comino, orgulloso siempre de sus desafueros, tanto en materia educativa como cultural. Inmune a broncas, a desplantes de personas que se han negado a darle la mano, a los comentarios ácidos de quienes tienen la capacidad de opinar, Wert ha paseado su sonrisa de soberbio prepotente sin alterar la faz mientras a su lado se hundía todo el sistema social tan laboriosamente elaborado durante años. Lo deja hecho unos zorros, incluyendo al partido que abandona a seis meses de las elecciones para irse en busca del dolce far niente que le espera en París, junto a su amada colaboradora, Montserrat Gomendio. Premio injusto, dicen en el seno del PP (y no les falta razón) a quien tanto daño ha hecho al partido, al gobierno y, sobre todo, a la sociedad española. Ahora, durante una temporada, se dará la buena vida a la sombra del Louvre y la Tour Eiffel y luego, dentro de unos años, regresará reciclado como el buen liberal crítico y culto que fue antes de emborracharse del inocuo poder que se desprende de una cartera ministerial.

            Por cierto, en todo este asunto del cambio ministerial solo se habla de Educación, los problemas y las fúnebres perspectivas que se abren hasta este sector tan fundamental en la vida de un país, pero muy poco se dice de la otra mitad del departamento, la Cultura, degradada por Wert al nivel más ínfimo que se recuerda. De las primeras palabras del nuevo ministro no cabe deducir muchos cambios pero ya sabemos que la esperanza es lo último que debe perderse.

viernes, 26 de junio de 2015

LOS ESCRITORES TIENEN ROSTRO


José Luis MUÑOZ

            Los amigos de cuestiones culturales, especialmente si tienen aficiones literarias, turistas curiosos y desocupados en general tienen una interesante manera de entretener aficiones, curiosidades y ocios, dando un paseo, todo lo detallado y premioso que quieran, por las salas de la Fundación Antonio Pérez, que estos días y durante todo el verano, están dedicadas a una interesantísima exposición fotográfica, El rostro de las letras, resultado de una múltiple colaboración institucional coordinada por Publio López Mondéjar, el gran especialista español en historia de la fotografía, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y conquense de nacimiento, por más señas, detalle localista que siempre conviene mencionar para que no haya equívocos.
            En ese paseo, entretenido y cargado de sugerencias, encontramos una apabullante colección de imágenes de escritores, tertulias y ambientes literarios desde los primeros tiempos de la captación de fotografías hasta vísperas de la guerra civil. Son, por tanto, obras que pertenecen a la arqueología de la técnica fotográfica a la vez que un apasionante retablo que nos acerca los rostros, los gestos, las actitudes, costumbres y casi obsesiones de esas personalidades que conocemos a través de su obra pero que ahora se convierten en figuras reales, visibles, casi tangibles. Algunas de esas fotografías ya las conocíamos, incorporadas a otros textos, pero la mayoría resultan casi inéditas y, desde luego, lo que impresiona es verlas todas juntas. Ahí están los grandes nombres de lo que algunos quieren llamar la Edad de Plata de las letras españolas y que casi viene a ser también de oro, como la legendaria de los tiempos clásicos. Personalidades incombustibles, como Machado (los dos Machado), Valle Inclán, Baroja, Pérez Galdós, Rosalía, Pereda, Azorín, Ortega, Unamuno, Azaña, Benavente, Gómez de la Serna y el repertorio inmenso de todos los que marcaron esa época, desde el Romanticismo hasta la guerra civil, tan fecunda en las letras como apasionante en la sociedad y la política aparecen ahora en las paredes de la Fundación, mirándonos fijamente, con semblantes lúcidos que parecen seguir vivos, contemplando este presente que muchos de ellos imaginaron sin acertar nunca a predecir las condiciones en que se produciría ese futuro. Hay, en el deambular por las salas, un intercambio de miradas, las nuestras sobre ellos y a la inversa, experiencia que proporciona a esta exposición una notabilísima vigencia.
            Son dos centenares de obras gráficas, que se complementan con algunos libros y documentos pero es también un breve repaso por la historia de la fotografía, desde los tiempos del daguerrotipo hasta el explosivo comienzo de la prensa gráfica, ya en los albores del siglo XX. Como se dice en el folleto explicativo, y yo recojo sin tapujos, los visitantes descubrirán una gran selección de fotografías colecciones de postales, folletos, ediciones de novelas populares con las efigies de los escritores, álbumes en los que se guardaban los retratos familiares y de las celebridades del día y ejemplares de las grandes revistas ilustradas de la época, en las que se publicaban regularmente los retratos de nuestros escritores. Todo ello completado con citas y frases de los autores más brillantes de los que están representados en la muestra. Lo dicho: una forma muy útil e instructiva de ocupar el tiempo libre veraniego, que es mucho.
            Quizá, por poner un pero, apropiado al espíritu crítico que uno lleva dentro, podría decir que se echan en falta algunos autores conquenses. Hay, me parece, una solitaria representación, mediante la portada de un libro de Rafael López de Haro en que aparece su imagen, pero no hay nada de González-Blanco, o de Luis Esteso, por señalar dos nombres muy significativos de la presencia de Cuenca en la literatura anterior a la guerra civil.

(Una de las fotografías expuestas, la histórica tertulia de Pombo, dirigida por Ramón Gómez de la Serna)



jueves, 11 de junio de 2015

LA TRACA, VISTA DESDE CUENCA



Recojo aquí, en este rincón apacible dedicado a reseñar sucesos cotidianos de la cultura conquense, la aparición de un libro que, sin afectarnos de manera directa, sí lo hace a través de su autor, Antonio Laguna Platero, decano de la facultad de Ciencias de la Información de Cuenca y persona muy interesada, además de preparada, sobre los avatares de la historia del Periodismo español. A ese género pertenece este libro, Vicente Carceller, el éxito tráfico del editor de La Traca (Ediciones El Nadir) que viene a poner sobre la mesa un asunto del mayor interés, por más que son cuestiones habitualmente situadas en segundo plano. Pero además, o más allá, de la historia grande de la Prensa española, la de los títulos solemnes y de considerable influencia política (con el incombustible ABC en cabeza, que no en vanguardia) hay también otra que tiene que ver con la estructura mas a pie de calle, la popular, reflejada igualmente en títulos de enorme impacto en el público al que iba dirigido y también en el otro, el serio y formal, que de manera más o menos explícita acudía también a sumergirse en esas páginas casi malditas.
Ahí aparece La Traca, revista satírica creada en Valencia en 1884 por Vicent Miquel Carceller. Conoció diversas etapas y también otros títulos (La Chala, La Sombra), con los que ocultar o disimular las acometidas de la censura, o sea, del poder político, siempre incómodo con tan molesta presencia. Tras unas etapas de inseguridad, Carceller la reabrió en 1911 y ahí empieza su periodo más fructífero e influyente (el promotor fue encarcelado en 1912 por una caricatura de Alfonso XIII). Como es lógico, el humor corrosivo de la revista encontró su mejor momento durante la República, mientras que, como también se puede imaginar, las etapas dictatoriales, Primo de Rivera, Franco, fueron nefastas para la publicación, y más aún para la persona, porque Carceller fue fusilado en 1940, sin contemplaciones, como sospechoso de apoyar a grupos revolucionarios.
El autor de este interesantísimo acercamiento a La Traca, Antonio Laguna Platero es doctor en Historia por la Universidad de València y, como ya señalado al comienzo, decano de la Facultad de Ciencias de la Información de Cuenca. Ha sido profesor de Historia del Periodismo en la Fundación San Pablo CEU. También ha sido director de comunicación de distintas organizaciones e instituciones y se ha especializado en el ámbito de la comunicación política.