Se debe tener cuidado con las
palabras. Con el buen y el mal uso de las palabras, para evitar confusiones,
malentendidos. Dice el Diccionario de la Academia: “Inédito: Escrito y no publicado. Dicho de un escritor: que aún no
ha publicado nada. Desconocido, nuevo”. Informa la Universidad de Castilla-La
Mancha de la publicación de un “inédito”, de Antonio Enríquez Gómez, el gran
autor maldito de las letras conquenses, el heterodoxo por excelencia, el
perseguido hasta la muerte. Uno siente el sobresalto de la alegría: un inédito,
algo nuevo y desconocido, qué maravilla. Y lee el título que se anuncia como
tal: Academias morales de las musas. Y
el sobresalto inicial de alegría se transforma en un gesto de escepticismo. Ese
es un título bien conocido, repetidamente editado. La aclaración llega más
adelante, entre líneas: dicen que es inédito desde 1734, en que se publicó por última
vez. Hombres, en esa situación hay miles de libros, de todos los autores,
incluso de los más consagrados, que tras una vigencia de cierto tiempo
desaparecen de las imprentas y las librerías, pero eso no quiere decir que sean
inéditos. Simplemente, el mercado editorial ha perdido interés en su publicación.
Tras este exordio, vayamos al
grano. Hay una nueva edición de las Academias
morales de las musas, editada por primera vez en Burdeos en 1642 y
reeditada en varias ocasiones más hasta el siglo XVIII, texto ciertamente clásico
y valioso que ahora se recupera por el Instituto de Teatro Clásico de Almagro,
en edición crítica preparada por Milagros Rodríguez Cáceres y Felipe Pedraza
Jiménez. Son más de diez mil versos desarrollados en un estilo lírico-narrativo
con contenido dramático en los que se transmite en buena medida el riquísimo
universo atesorado por el gran dramaturgo conquense del siglo de oro,
protagonista de una vida agitada, borrascosa, realmente aventurera y no siempre
por sus propios deseos, sino por los condicionamientos de una sociedad nada
tolerante. De manera que la iniciativa de la Universidad al editar esta obra,
en dos gruesos volúmenes, cargados de erudición, es una excelente noticia. Aunque
no sea un inédito, ni mucho menos.
(En la imagen, retrato de Antonio
Enríquez que figuraba en la edición de 1642)
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