Hay en Cuenca un recinto musical
ciertamente notable. Envidio a quienes tienen edad, ánimos, entusiasmo y ritmo
suficiente para seguir de manera cotidiana las propuestas que hace, con
encomiable constancia, la Sala Babylon, que ahora, como dicen sus mensajes,
cumple ya trece años. Es un lugar céntrico, en las inmediaciones de la estación
del ferrocarril (la antigua, la de siempre, no la del AVE), en el pasaje que se
comunica con la calle Hermanos Becerril. Y es un sitio en el que se ofrece
música en directo, cosa nada fácil (nunca lo ha sido) en una ciudad como
Cuenca, tan limitada para casi todo.
Pues ahí están, inasequibles al
desaliento o a las tempestades, los chicos de la Sala Babylon, que cada fin de
semana ponen en escena musical un grupo de los interesantes, los que no están
todavía metidos en el montaje comercial de los circuitos controlados por los
mercaderes de la música. Por ahí, entre copa y copa, diálogo y afectos, han
pasado ya este otoño Maniática+Kuero, El Langui, La Gran orquesta republicana,
The Limboos, Leize, Jotand Jota, El Twangero, O’Killeds, que la semana pasada
hizo de telonero para la presentación del nuevo grupo conquense Jamargo, una
banda en la que están Javi Martínez, Luis, Carlos y Rubén a los que siguió al
día siguiente Julio Ródenas y ahora, este mismo sábado, será Ángel Stanich (a
10 y 12 euros) el responsable de animar la noche conquense, a partir de las
diez.
Siempre ha sido muy difícil en
Cuenca mantener una actividad musical en directo y continuada. Los de la Babylon
llevan ya trece años y los que vendrán detrás, seguro.
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