miércoles, 8 de julio de 2015

UNA VERGÜENZA LLAMADA RTVCM


            No es fácil trabajar en un medio público en España. A pesar de los avances indudables de los mecanismos democráticos, hay un obstáculo en el que tropiezan todos, tirios y troyanos, conservadores, liberales e izquierdistas, en el centro del territorio nacional y en las periferias autonómicas. Que yo sepa, no existe ni un solo caso, ni una sola radiotelevisión pública que haya sido capaz de organizar un sistema, sobre todo en el terreno informativo, el que más duele, con suficiente entidad como para garantizar esas palabras bonitas con que los políticos (y los analistas) llevan sus discursos: la pluralidad, el respeto, la libertad, la dignidad… No diré nada de la objetividad, que es un bien inalcanzable, pero que se puede sustituir por otros conceptos más asequibles al común de los periodistas. Basta con aplicar una adecuada dosis de todo lo anterior para conseguir ofrecer a la audiencia un escenario por el que puedan transitar las noticias y los comentarios sin que chirríen.
            Lo que ha sucedido en Castilla-La Mancha durante los últimos cuatro años desborda todo lo imaginable y, desde luego, todo lo visto hasta ahora en otras radiotelevisiones autonómicas. Ha habido casos espectaculares, como los de Valencia y Madrid, pero lo sucedido entre nosotros, al alcance diario de nuestros ojos y oídos, supera todo lo anterior para peor, entre otros motivos porque aporta una valoración nueva: ha sido repugnante. No se me ocurre una palabra más efectista para calificar estos cuatro años, consentidos y amparados por la persona que decidió nombrar a un personaje como Nacho Villa para dirigir el ente. Conocido como ultraderechista acérrimo, con unas opiniones extremistas que nunca había ocultado desde su tribuna de la Cope, aterrizó en Castilla-La Mancha dispuesto a arrasar lo que por aquí se iba asentando de tolerancia convivencial, para transformar el medio público en un aparato para el insulto sistemático, el desprecio a los valores de la democracia, el ninguneo de quienes no forman parte de su pandilla ideológica. Mal servicio ha hecho Nacho Villa a nuestra comunidad. Lo sorprendente es que, tal como yo veo las cosas, tampoco ha prestado ningún beneficio a su protectora, Dolores de Cospedal, salpicada directamente por el fango en que el sujeto ha estado inmerso.

            El nuevo presidente, García Page, ha pedido la dimisión de Nacho Villa, envuelto además por el clamor casi unánime de los trabajadores del ente, sabedores del enorme daño que a ellos también alcanza, por no hablar de los pleitos y las denuncias que están en marcha y que afectan a la indigna responsable de los informativos, sin duda fiel servidora de su amo. Alguien con dignidad hubiera dimitido en dos minutos. Nacho Villa ha dicho que no; agotará su mandato hasta que se constituya el nuevo consejo del organismo y se nombre al nuevo director. Apropiado final para un individuo de tales dotes personales y profesionales, en las que no encuentra acomodo el valor necesario para coger el maletín y marcharse para que entre viento fresco y limpio en las cloacas de Radio Televisión de Castilla-La Mancha.

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