Como no es
frecuente encontrar en un periódico nacional la firma de un colega provinciano
conviene hacerse eco en este ágora cultural de la interesante aparición de Santiago Palomero en El País del pasado sábado (27 de junio, página 16) con un artículo
ingenioso, creativo, informativo y, sobre todo, incitador para que todos nos
acerquemos a los museos con una nueva visión, un espíritu predispuesto a
encontrar entre esos muros y a través de sus salas un mundo plagado de
sensaciones y emociones.
Santiago Palomero es, naturalmente, por oficio y
vocación, un apasionado de los museos, singularmente del que él dirige, el
Sefardí de Toledo, una de las pequeñas maravillas, entre muchas, que ofrece la
llamada tópicamente ciudad imperial y, más coloquialmente, capital de nuestra
Comunidad Autónoma. Al autor del artículo lo tenemos cerca como paseante
habitual del casco antiguo de Cuenca en épocas de vacaciones, ocasiones siempre
propicias para pegar la hebra con él y aprender algo, sobre la cultura en
general y mediante atinadas observaciones sobre los frecuentes desastres que
recaen sobre nuestra ciudad histórica. Ahora, en este artículo, Palomero nos
abre una maravillosa perspectiva sobre la forma de encargar, desde una óptica
moderna, la visita a los museos, en los que se puede encontrar lo mismo el amor
inesperado de una bella mujer que los mejores estímulos para los sentidos.
Si no conocéis
el artículo, os sugiero su lectura. Ya sabéis dónde. Y, de paso, se tenéis un
rato libre, se puede utilizar para dar una vuelta por cualquiera de los museos
que estén más al alcance de la mano. En Cuenca o en cualquier otro sitio pero
mejor en los de aquí, que no todos los conquenses visitan con la frecuencia que
sería deseable.
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