miércoles, 27 de junio de 2012

VOLVER A PRIEGO


  Cada año (y ahora no me acuerdo cuántos van ya, diez o doce quizá) hay un momento, en el inicio del verano, en que resulta obligado ir a Priego durante tres días, a leer y entender la poesía, a oir poemas, a conocer y convivir con poetas y aprendices de poetas; en definitiva, a sentir la impregnación espiritual, muy profunda, que deriva del hecho de estar en contacto directo con la poesía, quienes la hacen y quienes la viven. Esto debería ser un principio de aplicación universal, pero lo es, naturalmente, sólo para una minoría; cosa de la vida y sus circunstancias. Matices aparte, yendo a lo que importa, recordaré aquí, para quienes lean estas líneas y no lo sepan, que entre los días 9 y11 de julio se celebrará el nuevo curso, dedicado este año a Félix Grande, uno de los poetas realmente grandes de la lírica española de la segunda mitad del siglo ya fenecido. Como se dice en la presentación, "su coherencia, su fuerza expresiva, su mestizaje de estéticas y tonos, su diálogo constante con el lector y su compromiso con la sociedad invitan a profundizar en su mensaje y en su textura". Allí estarán, en Priego, en torno a Félix Grande, nombres casi permanentes de esta actividad anual, como Ángel Luis Luján, Manuel Rico, José Martínez Hernández, Antonio Carvajal, Juan José Lanz, Juan Manuel Molina Damiani y Antonio Rey Hazas, para poner su palabra y su presencia al servicio de esta peculiar singladura poético-universitaria, que culminará con un homenaje a José Hierro, que tanto gustó de las vivencias veraniegas en Priego.




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