viernes, 22 de enero de 2016

OTRA VEZ BAROJA Y CUENCA


            No he visto en ninguna librería de Cuenca, en sus escaparates o estanterías, letrero alguno alusivo a la última novela de Pío Baroja, Los caprichos de la suerte, una obra escrita hacia 1950 pero que había permanecido inédita hasta ahora y que tiene, como novedad, o curiosidad, que nos afecta, el que parcialmente su acción sucede en Cuenca, con lo que don Pío confirmó, otra vez, la afición que sentía por nuestra ciudad.
            Según han contado los críticos comentaristas de la cosa literaria, el manuscrito de esta novela estaba conservado por la familia en la casa de Vera de Bidasoa y de allí ha salido para ir la imprenta, de la mano de la editorial Espasa.
            El libro está ambientado en un escenario histórico muy querido por el escritor, la guerra civil española, entrando también en los primeros años posteriores y narra las aventuras y desventuras del periodista Luis Goyerna, huido de Madrid en busca de refugio en la Valencia roja, pasando por Cuenca para luego continuar su periplo en busca del exilio, primer parisino y luego americano. La obra es la tercera entrega de la serie titulada “Las saturnales” y ofrece, como es habitual en Baroja, un estilo descarnado, limpio, directo, sin florituras. Siempre se dijo que el escritor no tenía ninguna preocupación por pulir su estilo, ajeno a las exquisiteces del idioma y ahí radica, sin embargo, la fuerza enorme de sus palabras, con unas descripciones claras, rotundas. Pero a cambio lo que sí queda meridianamente clara es la opinión de Baroja sobre el conflicto fratricida y, en definitiva, sobre la condición humana.
            En una obra anterior, Baroja escribió: "Cuenca es una de esas viejas ciudades españolas colocada sobre un cerro, rodeada de barrancos, y llena de callejones estrechos y románticos. No se explica que un pueblo así no aparezca en la literatura de un país, más que suponiendo en ese país una insensibilidad completa para cuanto sean realidades artísticas".

            Ciertamente, no se entiende muy bien que Cuenca no aparezca más veces en la literatura española como no se puede explicar correctamente por qué esta novela rescatada no ha sido recibida como un generoso regalo del cielo literario.

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