miércoles, 8 de noviembre de 2017

DAÑOS COLATERALES


            El espectáculo, inenarrable, que nos ofrece diariamente el caso de Cataluña, se presta a tal cúmulo de comentarios que se comprende la práctica ocupación de todas las parrillas habidas y por haber, en prensa, radio y televisión. A estas alturas, el factor que predomina es la comicidad, porque no hay manera de enfrentarse ya en serio a las circunstancias de este sainete esperpéntico, que movería a risa constante si no fuera porque, realmente, en el fondo, la cosa es muy seria aunque para mí que todo ese tenderete va a decaer en las próximas semanas, tan pronto unos y otros se dediquen al sabroso entretenimiento de preparar las elecciones.
            Uno de esos componente es el de las peñas futbolísticas creadas durante década en torno al Barça. Como por estas sencillas y acogedoras tierras de Cuenca no ha habido, al menos hasta ahora (en adelante ya veremos) prejuicios raciales ni nacionalistas, esas peñas fueron creciendo a mucha mayor velocidad que las de cualquier otro equipo, Real Madrid incluido, lo que debería dar pie a algún sesudo estudio sociológico que explique la naturaleza de ese fenómeno. Ahora, dicen, algunas de esas peñas están renegando de su filiación blaugrana; no creo que sean muchas, pero cuando pasan cosas como esta, el personal pierde la razón, el sentido común y el del equilibrio, vuelan ceses y dimisiones, crecen los divorcios y se multiplican los insultos y descalificaciones.

            Trasteando por los senderos provinciales me encontré un día con esta imagen, la Peña Barcelonista de Casasimarro, asentada en un vistoso local situado en las afueras del casco urbano, donde proclama a los cuatro vientos su deportiva filiación. No se si esta es una de las peñas que ha renunciado a su amor filial hacia el club de Mesi, pero aquí queda constancia de su dedicación.

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