viernes, 26 de abril de 2013

LAS COSAS VUELVEN DONDE SOLÍAN

 
 
Todavía sin mucha publicidad y menos aún alharacas pero ya nos hemos situado en vísperas de que empiece la Feria del Libro, sin que a estas alturas sepamos muy bien cómo van a llamarla sus nuevos mentores. Sí sabemos que los anteriores andan un poco mohinos y dicen cosas que a mí, la verdad, me parecen un poco sorprendentes, como echar en falta la financiación de la Junta de Comunidades (que el año pasado no puso un duro) o lamentar la "pérdida" de carácter regional que, dicen, tenía el evento, ignorando (o queriendo ignorar) que nunca, jamás, la Junta incluyó la Feria del Libro en el catálogo de las Ferias regionales. No nos han explicado -por lo común, nadie explica nada- por qué la Diputación Provincial ha decidido recuperar para sí la organización de la Feria ni por qué ha marginado a la Junta, dejando así a la libre imaginación creativa de todos nosotros imaginar o maquinar sobre los motivos de estas cosas. Quizá es que tampoco tenemos muchas ganas de enredar, para seguir la tónica de la cultura conquense de los últimos años -no pensar, no decir, no criticar, no quejarnos y recibir de buenas ganas las limosnas que nos quieran dar para subsistir- pero yo si tengo ganas de decir o dejar dicho aquí alguna cosilla. Por ejemplo, que está muy bien que la Feria vuelva al mes de mayo, terminando con la tontería que se inventaron el año pasado de llevarla a las calendas novembrinas. Que también está muy bien que salga del inhóspito recinto de La Hípica (ahí tenéis una imagen de cuadno se hacía allí) para volver a la calle limpia y abierta del centro de la ciudad; cierto que estaba mejor en el parque  de San Julián, pero si la Diputación quiere hacerla en sus propios jardines tampoco está mal; al fin y al cabo, dirán, para eso la paga. Y nos falta por ver si, como imagino, también desaparece del título esa otra tontería de las industrias culturales, que como camelancia entretiene bobos queda bien, pero poco más. Esto es Cuenca, señores, y esto que tenemos entre las manos es un libro. Vamos pues a la Feria del Libro, tal y como solíamos hacerlo antes, en forma humilde, discreta, pero resultona. Y no es solo un ejercicio de nostálgica remembranza propia de un abuelo Cebolleta cualquiera, sino la plasmación pura y simple de lo que estaba en el ánimo de muchos. Pues, hala, a disfrutarla.


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