viernes, 26 de abril de 2013

UN FALLO EN LA INFORMACIÓN

Desde hace un par de meses ya no podemos ejercer el entretenimiento diario de ir a la barra del bar a leer el periódico mientras nos tomamos un café, con bollería o sin ella. Nos quedamos sin el papel, sustituido por el mucho menos cómodo sistema (aunque tiene sus defensores a ultranza, como en todo) de leer las cosas en la pantalla. Compruebo, hablando con la gente, que la sección más añorada, y no suplida por los digitales, es la necrológica. Al quedarnos sin periódico han desaparecido también las esquelas mortuorias que nos iban dando cuenta de las progresivas bajas en las filas de la humanidad conquense. Ahora solo funciona el boca a boca y no siempre, de manera que es normal enterarnos, con varias semanas de retraso, de que Fulana o Fulano emprendieron ya el viaje a ninguna parte. En muchos de esos casos, como es natural, nos importa bien poco, salvo la curiosidad malsana de seguir la pista al vecindario hasta el final pero en otros se presta a fallos considerables de cortesía, como preguntar a alguien por la salud de un familiar y recibir la respuesta de que ya no hay remedio para sus males. De todo esto, que es una obviedad, me llama la atención que los digitales, necesitados de la publicidad para sobrevivir, no hayan puesto en marcha algún mecanismo para incorporar las esquelas necrológicas a sus secciones, lo cual les daría alguna variedad en la información, nutriéndose, como se nutren, de notas y comunicados oficiales. Es una idea. Que sería, de aplicarse, muy útil para todos.

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