Antes
(quizá ahora también) los niños conquenses aprendían de memoria aquello de Alzada en limpia sinrazón altiva / pedestal
de crepúsculos soñados que venía a ser como el himno patriótico local. Sin
ironías, está claro que Federico Muelas acertó con inspirada imaginación para
dar forma a ese soneto de ejemplar estructura poética que sintetiza de forma
sonora la realidad física y ontológica de Cuenca.
Los
canteros que han labrado las lápidas situadas a la entrada del nuevo Jardín de
los Poetas, o sea, lo que queda de la iglesia de San Gil, no debieron ir a las
escuelas en que se aprendían esos versos. No han cometido por ello ningún
pecado literario, pero quienes han dirigido y controlado la obra, sí.
Para honrar
a los poetas han querido grabar ese soneto y a quien manejaba el buril se le
fue la mano: donde decía limpia ha puesto bella. No se yo si desde el punto de
vista estrictamente literario o poético ambos término son coadyuvantes; al
menos, sí tienen las mismas sílabas, con la que la sustitución no rompe la
estructura rítmica pero seguramente estamos todos de acuerdo en que ninguna
mano está legitimada para quitar una palabra y poner otra.
Así que ya
sabemos: a ver cuánto tardan en preparar la nueva placa que sustituya a la que
por ahora está profanando el famoso soneto.
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