Repasando
viejos materiales gráficos (viejos: de hace tres meses, pero en estos tiempos
lo que no es de ahora mismo ya resulta anticuado) he encontrado varias imágenes
tomadas durante la Feria del Libro. No tenía cámara en esos momentos, pero vi
que Araceli, la chica que trabaja en la librería de Fernando Evangelio, sí
estaba haciendo fotos y le pedí copias. Era un espectáculo maravilloso,
creativo, alegre, innovador, moderno, un delicioso juego de música, danza y
movimiento, ocupando la Plaza Mayor, sin aparente preparación previa, y sin que
necesitaran muchos aparatos de luz y sonido, como parece que siempre son
necesarios en tales exhibiciones. Pues no, era toda limpio, directo, espontáneo,
pero muy bien preparado, agradable, simpático, alegre, un toque de vida en el
desangelado ambiente de las casetas. Eran, que no lo he dicho todavía, los
chicos de la Escuela de Arte “Cruz Novillo”, que se están convirtiendo en auténticos
dinamizadores de la vida cultural de la parte alta, porque lo mismo están
dispuestos para un cosido que para un descosido, para el arte, el teatro, la música,
la fotografía, la danza o lo que haga falta. Dentro de unos días volverá a
comenzar el curso y ellos también, imagino, regresarán para coger las riendas
de su entusiasmo juvenil, puro dinamismo, para intentar que esta ciudad se
amuerme un poco menos de lo habitual.
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