Durante dos o tres días, los medios
informativos nacionales se han entretenido en comentar, en tono más o menos
jocoso, el singular acontecimiento ocurrido en Burgos a cuenta de unas
oposiciones para ocupar plazas de bomberos; en la primera prueba, de carácter
eliminatorio, fueron apartados más de la mitad (el 60 por ciento, exactamente:
38 de 62) a causa del numeroso catálogo de faltas de ortografía aportadas a un
cuestionario de carácter general.
Para completar la sesuda exposición
del tema, los medios aportan el necesario soporte en forma de encuestas de viva
voz, porque no hay información que se precie de serlo si no aparecen tres o
cuatro personas que aportan su sabiduría, opinando sobre lo que se le pregunta.
En este planteamiento, siempre superficial, de cualquier asunto, los opinadotes
u opinantes van a lo más sencillo, como es natural: ¿qué falta hace la ortografía
para ser bombero? Por supuesto, no hace falta. Ni para ser comerciante, ni
albañil, ni tractorista, ni policía, ni futbolista, ni político, ni para casi
nada. Tan insignificante e inútil cosa solo la necesitan las personas que,
cualquiera que sea su oficio, quieren disponer de un mínimo soporte educativo y
cultural, nada que llame la atención, sólo lo básico. Mientras en este
desdichado país llamado España siga habiendo considerable número habitantes que
relaciona educación básica con actividad laboral, estaremos tan perdidos como
lo venimos estando desde hace años.
Podemos avanzar más en el
razonamiento. A los participantes en la oposición famosa de bomberos burgaleses
se les pedía como nivel educativo el de la ESO, ni más ni menos. Lo que nos
lleva a preguntarnos qué tipo de formación se está ofreciendo a los niños
españoles (ahora amplio el marco a la generalidad del país) si salen de ese
nivel tan primario con un amplísimo desconocimiento de la ortografía lo que nos
debe hacer pensar que, si entramos en otras materias (Historia, Geografía,
Matemáticas) el resultado puede ser terrorífico.
Pero no me parece que mucha gente
está preocupada por eso. No, desde luego, en los medios informativos.
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