jueves, 7 de junio de 2018

SOROLLA DEL INTERIOR




         Estar un rato en la Casa Zavala, pasear por esas salas austeras a la vez que cómodas, sentir el riguroso silencio que nos aleja de la barahúnda exterior de la cercana Plaza Mayor, dejar que la mirada vaya de un cuadro a otro, palpar sentimentalmente la proximidad de un pintor como Sorolla, son ingredientes, entre otros muchos seguramente, que un observador detallista podría añadir a este escueto repertorio, al amparo de la excelente muestra que ocupa estos días el felizmente recuperado espacio expositivo.
         Sorolla, tierra adentro es un título muy expresivo, que indica bien, sin subterfugios, lo que nos esperaba y encontramos al cruzar los primeros escalones que conducen a las salas. Este no es el Sorolla archiconocido de las playas, los niños desnudos, los pescadores faenando en las orillas del mar Mediterráneo. Este es el pintor que pateó España de cabo a rabo, pintándola, paisajes duros y ásperos del interior castellano, donde buscaba una expresividad plástica que le ayudara a plasmar una suerte de nacionalismo nada excluyente, sino abarcador de las bellezas y dolores de una tierra tan amplia como dolorida.
         Sierras y riberas fluviales, campos cultivados y montañas nevadas, árboles desnudos y tierras feraces, todos ellos auténticos, porque así trabajaba el maestro y así trasladaba al lienzo lo que veía. Auténtico es este Sorolla que hasta el 22 de julio sugiere y ofrece belleza, placer, sentimiento.


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