domingo, 5 de octubre de 2014

DESPEDIDA A TETE MANZANET



Hace un par de años, más o menos, comentando en este blog la última exposición de Tete Manzanet en Alicante terminaba diciendo que ojalá tras ese periplo levantino la muestra llegara a Cuenca. No ha sido así ni creo que lo sea ya: Tete ha muerto, a los 84 años de edad y con ese tránsito del ser y estar al no serlo concluyen definitivamente las posibilidades de poder contemplar una obra tan firme y densa como original. Segundo García López nació en Cuenca y se afincó profesionalmente en Alicante, desarrollando su vida entre esos dos ejes, uno sentimental, el otro laboral y familiar. Dotado de manera natural para el ejercicio del dibujo y la pintura, decidió aplicar esa sabiduría a la docencia y no a la práctica, aunque sus amigos siempre tuvieron a mano alguna plumilla, algún boceto pergeñado en dos trazos, como quien no quiere la cosa, pero la gente, el público, salvo los pocos que pudieran ver una primeriza exposición juvenil desconocían el estilo y las tendencia de un artista oculto. Es claro que cada ser humano está en su derecho de elegir las opciones que mejor le convengan y Tete se dedicó a la enseñanza, no solo de la técnica sino también de la historia y en ello invirtió su vida, además de ocupar cargos directivos en los institutos en que estuvo, asistir con su inmensa sabiduría a entidades culturales (el Centro Eusebio Sempere de Comunicación Visual, la Colección de Arte Siglo XX del Museo la Asegurada) e incluso de realizar una leve incursión política, como presidente del PSOE alicantino. Esa era la vida que Tete Manzanet había ido realizando cuando en 2003, según propia confesión “decidió reorientar su vida” para entrar, con todas las consecuencias, en ese mundo del que había estado alejado, preparando con ilusión juvenil una primera exposición que, tras ser contemplada en Alicante, vino a Cuencaen el otoño de 2008. Fue en el Centro Cultural Aguirre y en ella el artista mostraba la cálida firmeza de quien era, en verdad, un veterano en la expresión pictórica, sin que faltara la inspiración que el profesor buscó en sus modelos más admirados: Piero Della Francesca, Mantenga, Filippo Lippi, Holbein, Verrocchio, Vermeer, Tintoretto, es decir, una época tan clásica como revolucionaria fue en lo que tuvo de apertura hacia la modernidad. Tete se ha ido y con estas palabras despido no solo al artista sino también al hombre y su bondad generosa, que pude experimentar cálidamente aquellos días de exposición en Cuenca.

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