Algunos ciudadanos asistimos, con
una cierta sensación de disgusto, a ciertos espectáculos que el pueblo
jacarandoso tiene tendencia a promover en las ocasiones más variadas, pero
sobre todo en periodos festivos. Por lo común, esas actividades aparecen
vinculadas al maltrato de animales, desde el brutal Toro de la Vega
(aparentemente suprimido) hasta los que lanzan cabras desde la altura de un
campanario o retuercen gallos o patos o se divierten muchísimo jaleando
vaquillas a la orilla del mar hasta conseguir que el pobre animal se de un baño
que probablemente no desea. Así se divierte este inocente pueblo nuestro. Pero
hay también otros pretextos, como la asquerosa tomatina de Buñol (acaba de
celebrarse) cuyas circunstancias repugnantes son jaleadas masivamente e incluso
merecen los honores de salir de manera destacada en el telediario de La Primera,
para así aumentar el oprobio y la vergüenza.
En un bonito y poco conocido lugar
de la Serranía de Cuenca, Carrascosa, quieren también entrar en el libro donde
se recogen los récords más estúpidos que imaginarse pueda. Aquí no utilizan
inocentes animales, ni vegetales, sino comida carnosa y sabrosa, en forma de
jamones. Pues hace años (20 para ser exactos) un astuto habitante del lugar
concibió una curiosa competición: el lanzamiento de jamones, a lo que se vienen
ejercitando con singular entusiasmo y del que acaban de celebrar la última
edición con tan general contento que ya aspiran a organizar, para el año que
viene, toda una competición mundial.
Dejo a la consideración de cada cual
valorar debidamente el espectáculo que, sin duda, como todas las barbaridades,
tiene seguidores entusiastas. Allá cada cual con sus gustos. Pero lo que me ha
irritado es leer que semejante suceso se inscribe en la Semana Cultural de
Carrascosa, organizada y patrocinada por una asociación que se titula Isabel de
Cervantes y que comenzó con la disputa del V Memoria Javote, una prueba
pedestre y concluyó con el susodicho lanzamiento de jamón.
Vamos a ver si nos entendemos. La
palabra, el término, el concepto “Cultura” está siendo vapuleado y vilipendiado
a diestro y siniestro. Desde la “cultura” del pelotazo a la “cultura” del vino
pasando por infinitos movimientos culturales a los que ahora se une la “cultura”
del jamón volandero y podrían sumarse la “cultura” de una carrera de quesos
rodando cuesta abajo o la “cultura” de la caza y captura de las mariposas
ribereñas. O cualquier otro disparate que se le ocurre a algún paisano con
dotes inventivas. Los buenos habitantes de Carrascosa están en su derecho de
invertir tiempo y esfuerzo en lanzar jamones al aire con toda la abundancia
posible, en un derroche de riqueza que es, al menos, insultante para quienes
tienen problemas para comer todos los días. Pero, por favor, no digan que eso
forma parte de la Cultura del lugar. La Cultura, en serio y de verdad, es otra
cosa.
Y asumo y comparto el comentario
escrito en un digital por un comunicante anónimo, añadiendo a la noticia: “Grandes
poetas nos promete este sutil pueblo”. Pues eso.
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