viernes, 27 de marzo de 2015

EL COLOR DE LA PRIMAVERA


Jueves, 26 de marzo

La primavera ha venido. Envuelta en un frío del carajo, según expresión popular (aunque por aquí ya no se ven los grajos), en un ambiente desapacible y ventoso, acompañada de irritadas miradas al cielo y con la temblorosa esperanza de que tan incómoda situación cambie a mejor la semana que viene. Porque en Cuenca, ya se sabe, todo se hace mirando a esa semana mágica, capaz por sí sola de controlar y dominar al resto del año. Ha venido la primavera, porque así lo dicen los expertos en meteorología aunque los de la climatología se esfuerzan en explicarnos los misterios de un comportamiento anómalo. Las terrazas, tan esperadas, siguen ofreciendo sus desnudas mesas que solo algún heroico fumador impenitente se atreve a utilizar. Las muchachas deben esperar unos cuantos días más para salir a las calles ofreciendo a la alegría de las miradas brazos y piernas desnudos, un momento que todas esperan con las ropas adecuadas dispuestas a la exposición. Los viejos, temerosos, continúan refugiados, sin atreverse aún a salir a la calle en busca del sol reparador del mediodía. Pero la primavera ha llegado. Los almendros de la Manchuela cubren de manto blanquecino los campos y en la áspera capital los prunos sonrosados dicen lo que la realidad se empeña en contradecir: la primavera ha llegado, pese a quien pese.

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