Hay que cuidar las palabras, o dicho de otro modo, las
palabras deben usarse con propiedad. Según la nota oficial del partido, el
candidato del PP a la alcaldía de Cuenca se reunió con “representantes” del
mundo de la cultura local. Incierto. El señor Mariscal, en uso de su libérrimo
derecho, se ha reunido con unas cuantas personas, que son de su gusto, de su
cuerda política o que él piensa que son interesantes para sus propósitos o
cualquiera sabe qué otro motivo. Naturalmente, puede reunirse con quien quiera
y hablar de lo que les parezca. Pero el Diccionario académico dice que un
representante es “persona que representa a un ausente, cuerpo o comunidad”, lo
que lleva consigo la existencia previa de algún tipo de acuerdo entre los
interesados para decidir quienes son esos representantes que van a acudir a la
reunión en nombre de los ausentes o del colectivo. Entre los elegidos por el
candidato del partido conservador hay varios funcionarios adictos (cuya
dependencia servil hay que dar por descontado), hay otras personas que ni están
en la Cultura de Cuenca ni en la gestión cultural y otros, eso sí, bien
intencionados, que acudirían de buena fe pensando que su testimonio podría ser
útil y que pudieron oír, de labios del posible futuro alcalde de Cuenca una
retahila de lugares comunes sobre el fomento de la cultura en la ciudad, cosas
oídas ya mil veces antes de ahora pero ninguna verdaderamente novedosa y menos
aún de las que puedan servir para animar el alicaído espíritu en que el sector
se viene desenvolviendo desde hace ya años. Lo que nos hace temer que,
cualquiera que sea el que gane las ya cercanas elecciones, nos espera más de lo
mismo en los próximos cuatro años. Y por si hay alguna duda sobre lo que digo,
ahí va la foto oficial distribuida por el partido, para que cada cual compruebe
a qué y quienes se reduce la “representación” de la cultura conquense.
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