martes, 19 de mayo de 2015

LIBROS Y ARTISTAS, DOBLE PLACER


No queda mucho tiempo (hasta el 31 de este mes de mayo) para dar placer a la vista paseando entre los ejemplares expuestos en el Museo de Arte Abstracto bajo el título Libros (y otras publicaciones) de artista, 1947-2013, mención tan concreta que no necesita más explicaciones que la que se desprende de ese enunciado tras el que adivinamos algo bien sabido: la íntima relación existente desde siempre entre dos destacados sectores de la creación cultural, el formado por los artistas y el de los escritores o, dicho de otra manera, la forma en que unos y otros buscaron la expresión íntima de sus deseos a través de libros impregnados de arte.

En esta singular exposición promovida por la Fundación Juan March mediante la sabia utilización de sus propios fondos se nos ofrecen ejemplares realmente únicos de obras emblemáticas entre las que se deslizan nombres cuya sola mención nos hace estremecer de emoción, desde el primero de todos, John Franklin Earhart, de quien se nos ofrece una impresión de 1892 en Cincinatti hasta Eduardo Arroyo y Kurt Tucholsky, estampado en el taller de Denis Long en 2013. Y en medio, entre esa relación que incluye 118 obras, están Eduardo Chillida, Antonio Saura, Antoni Tapiès, Eusebio Sempere, Cristóbal Melián, Ernesto Sábato, Pierre Le Gall, José Miguel Ullán y, naturalmente, Fernando Zóbel, que fue un auténtico apasionado de este sistema, del que nos dejó un maravilloso ejemplo local, presente también en la exposición que estoy comentando: Cuenca. Sketchbook of a Spanish Hill town, editado en 1970 en Nueva York. Todo aquí es maravilloso, atractivo, emocionante. Porque, como se dice en el catálogo que la acompaña, “la exposición muestra un campo benéficamente minado de sorpresas para la imaginación, en las que en ocasiones es la imagen la que acompaña al texto, otras veces sucede que lo suplanta o se apropia de él, o que éste es invadido por aquella o adopta formas que no tienen nada que ver con la paginación y el orden secuencial de los libros convencionales”. Lo dicho: queda poco tiempo, menos de quince días, para este paseo por el disfrute visual y sensual.

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