Alguna vez,
en el pasado, escribí algún comentario crítico sobre la inexistencia de
galardones regionales llamados a reconocer el mérito de los creadores y
trabajadores de la cultura, como ya los hay a otros niveles, estatal y de la
mayoría de las regiones y como también aquí, en la nuestra, se dan (y en
abundancia, por cierto) a quienes practican deporte. Ya se ha subsanado el déficit
y desde ahora hay premios a la Excelencia cultural en Castilla-La Mancha. Según
la versión oficial que explicó su creación, vienen a premiar la capacidad
cultural en la actividad realizada, la representatividad que pueda tener entre
los castellano-manchegos hacia el exterior de nuestra región y la calidad de
los trabajos.
Las
categorías implantadas han sido:
Medalla al
mérito cultural extraordinario.
Medalla al mérito cultural en el Patrimonio Cultural
Medalla al mérito cultural en
las Artes Plásticas.
Medalla al mérito cultural en
las Artes Escénicas y la Música
Medalla al mérito cultural en la
Creación Literaria, Edición y Fomento de la Lectura.
Como
suele suceder en estos casos, leo la relación de premiados buscando entre ellos
los nombres más cercanos, los que, según yo, deberían haber sido incluidos,
reconocidos, pensando, iluso de mí, que entre nosotros hay algunos, quizá no
muchos, que podrían haber recibido algunas de esas distinciones. Me quedo con
un palmo de narices. Salvo una, de tipo genérico, dirigida al colectivo de
ciudades Patrimonio de la Humanidad (al parecer, en algunos otros sitios se
hacen cosas culturales de mérito) solo encuentro una institución digna de
recibir la medalla al Mérito Cultural en las Artes Plásticas: la facultad de
Bellas Artes de Cuenca, por ser dinamizadora
del mundo de las artes plásticas tanto en Cuenca como en toda la región.
No quiero ocultar mi desconcierto. Para
empezar, una facultad universitaria es un ente académico, no cultural, aunque
la administración se empeñe en unificar ambos conceptos, pero son cosas
distintas. No concibo yo que a una institución educativa se le de un premio
como institución cultural, pero menos aún en el caso concreto, porque la presunta
dinamización que ejerce la facultad de Bellas Artes se queda para ella misma,
de puertas adentro, sin reflejo alguno ni trascendencia en la ciudad, con la
que viene manteniendo, desde sus primeros pasos, una absoluta desconexión.
Con lo que tenemos motivos suficientes
para quedarnos, literalmente, pasmados, con esta primera remesa de premios
culturales.
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