Lorenzo Redondo Badía acaba de instalar en
una calle de Cuenca, la de Colón, en el jardincillo que hay delante de la UNED,
una escultura dedicada a la Familia, así, en general, formada por las imágenes
de una pareja (hombre y mujer) acompañadas de varias otras infantiles, sus
hijos, sin duda alguna. En una ciudad que no es muy proclive a la estatutaria
urbana, esta aportación tiene mucho de singular, tanto por su mérito intrínseco
como por lo que significa de tomar conciencia de que, entre sus artistas, hay
uno que viene trabajando con absoluta constancia, desde hace muchos años, sin
alharacas ni vanaglorias de las que con tanta fruición se reparten a veces
alegremente.
Lorenzo Redondo (Cuenca, 1947) lleva una
vida austera que se refleja en su escasa presencia pública, aunque es fácil
verlo como atento espectador en la mayoría de los actos culturales que se
celebran por aquí. Su actividad es tan silenciosa que el último dato que
encuentro sobre él se refiere a una exposición del año 2014, en la Sala La Carbonería,
donde presentó no sólo figuras escultóricas sino también dibujos. Antes de eso,
no había participado tampoco excesivamente en exposiciones, alguna en las salas
existentes antiguamente en la ciudad y poco más. Parece que tiene el propósito,
no se si firme o solo en teoría, de ofrecer una muestra retrospectiva, general,
de su trabajo y sería bueno que esa intención llegara a transformarse en un
hecho tangible.
La escultura que desde hace unos
días se encuentra incorporada al paisaje urbano de Cuenca se inscribe, según lo
define el propio artista, en un estilo ‘nuevo figurativo’ y quiere representar
a unos padres con cinco hijos, a semejanza de las fotos de los antiguos libros
de familia numerosa. Pesa unos 3.500 kilos de peso y ha sido trabajada en una piedra
caliza blanca de Novelda de 4.600 kilos, con unas dimensiones respetables,
puesto que mide unos 3
metros de anchura, 1,35m de altura y 0,65 m de grosor.
Por
cierto: sería interesante que al lado de la escultura se colocara una placa
identificadora, con el título y el nombre del artista. Y ya puestos, eso mismo
podría hacerse con todas las demás esculturas que hay en la ciudad. No son
muchas, pero sus autores merecen ser conocidos.
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